La verdadera carbonara está en TikTok
Los libros de recetas nos miran con ojos llorosos cuando buscamos en internet cómo cocinar un plato
Cuando vuelvo de un viaje, siempre pienso que tengo que mejorar mi nivel de idiomas. Me apunté a clases de inglés tras viajar a Estados Unidos hace unos meses y, hace unas semanas, después de una ruta en coche por Francia, me planteé hacer lo mismo con el francés, idioma que tengo completamente abandonado desde el Bachillerato. Es altamente probable que no sea el único: cuando uno hace turismo, le gusta entender y que le entiendan cuando pregunta algo. Aunque para una supervivencia básica, lo digital —de dedo— suele ser suficiente.
Cuando viajo, también suelo visitar librerías. Siempre cae algún libro en el idioma local, y lo normal es que permanezca sin leer en la pila de pendientes. Solía comprar novelas o relatos, pero últimamente me traigo de vuelta volúmenes de recetas. Recuerdo haber paseado alrededor de una hora entre los estantes de una librería cercana al Rockefeller Center de Nueva York. Tras ver decenas de novelas, decidí comprar No recipe, recipes (”Recetas sin receta”), de Sam Sifton, editor y fundador de la sección Cooking de The New York Times, un libro en el que anima a mejorar las habilidades culinarias de uno tirando de lo que solemos tener en la nevera y a “hacer que la cocina sea algo divertido, y no una tarea”.
Lo de volver con tomos de recetas ocurrió de nuevo este verano. En un pueblo cerca de La Rochelle, en Francia, encontré una antigua cabina telefónica transformada en una de esas librerías abiertas para que la gente deje sus libros y otros puedan disponer de ellos de forma gratuita o dejar algún ejemplar para terceros. Entre Albert Camus, Victor Hugo y otros tantos franceses había una española: Simone Ortega, que escribió, en los setenta, 1.080 recetas de cocina, uno de los trabajos más completos y que se convirtió en un imprescindible en las casas españolas.
El libro, por supuesto, ya forma parte de mi biblioteca. Es uno más en la estantería que, si pudiera, me miraría con ojos tristes cuando agarro el móvil y busco en TikTok o en Instagram la receta que quiero cocinar ese día.
Seguramente porque el algoritmo sabe que me interesa —porque le he dado incontables me gusta—, una de las cocineras que más me aparece es la nonna Silvi (@nonnasilviofficial), que tiene 3,4 millones de seguidores en Instagram y 1,6 millones en TikTok y numerosos vídeos en los que cuenta, paso a paso, cómo preparar recetas italianas. Una de las más populares es la de su carbonara, la verdadera: sin nata y sin beicon, con guanciale, huevo, queso pecorino y parmesano.
También hace carbonara real el cocinero Bosco Castro (@BdeVikingo en Instagram, donde suma más de un millón de seguidores), quien abrió hace un año el restaurante Aupa en Cabrera de Mar (Barcelona). Castro comienza sus vídeos dando un golpe con un hacha y exclamando: “¡Telita que tenga que venir yo a enseñarte esta receta!”. Luego, con una mezcla de humor y agresividad, muestra cómo cocinar todo tipo de platos: desde tortilla de patatas hasta tacos, kebabs o cocochas, y también postres.
Otros perfiles que suelen aparecer en mis búsquedas son el de Gorka Barredo, con casi medio millón de seguidores en TikTok, donde publica recetas de un minuto y “pura ambrosía de los dioses griegos”, y La Cocina de Adora, que prepara todo a su “manera”.
TikTok, Instagram y el resto de la Red se han convertido en una fuente inacabable donde encontrar diferentes variedades de la misma receta. Nunca ha habido una única para un mismo plato, y ahora resulta más visible que nunca: podemos seguir la que nos parezca mejor explicada, la más profesional o la que utilice los ingredientes más básicos. Esto, claro, va en detrimento de los tradicionales libros de recetas, que probablemente sean los que muchos han utilizado para aprender y convertirse en auténticas estrellas de la cocina en internet.