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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Trenes decentes entre España y Portugal

Hay que celebrar el impulso al AVE entre ambos países, pero lo urgente es mejorar la conexión actual

Usuarios de la línea de tren que une Braga con Lisboa se disponen a subir al tren en la estación de Campanha, este viernes en Oporto.
Usuarios de la línea de tren que une Braga con Lisboa se disponen a subir al tren en la estación de Campanha, este viernes en Oporto.Horacio Villalobos (Corbis via Getty Images)
El País

El Gobierno portugués ha decidido acelerar la conexión de alta velocidad entre Lisboa y Madrid, pendiente desde hace años, con el objetivo de que en 2034 pueda viajarse entre ambas ciudades en unas tres horas. Para ello, Portugal tendrá que construir un tercer puente sobre el Tajo que acortará el trayecto hasta Badajoz y será crucial para el nuevo aeropuerto de Lisboa, en la margen sur del río.

El aplauso ante estas decisiones del nuevo Ejecutivo de centroderecha ha sido generalizado. El país llevaba más de medio siglo aguardando por una nueva infraestructura aeroportuaria y tres lustros dando pasos adelante y atrás en la alta velocidad entre las capitales ibéricas. Sin embargo, el calendario anunciado para su puesta en servicio genera mucho escepticismo. Hay razones históricas: el ex primer ministro socialista José Sócrates prometió la alta velocidad entre Madrid y Lisboa para 2013. Las irregularidades del proyecto y el plan de ajuste impuesto a Portugal tras ser rescatado durante la crisis llevaron a su sucesor, el conservador Pedro Passos Coelho, a cancelar la inversión.

El Gobierno actual retoma ahora las decisiones en infraestructuras (aeropuerto, puente y AVE) que tomó hace casi dos décadas Sócrates y que el gabinete de António Costa retrasó durante años para no apartarse de su prioridad de reducir la deuda y el déficit públicos. El abandono de la inversión ferroviaria en Portugal, que apostó largamente por la construcción de autopistas, solo comenzó a revertirse recientemente, con un Plan Ferroviario Nacional moderno que trata de vertebrar el país de norte a sur y de conectarlo con su vecino a través de cuatro ejes.

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Ese plan prioriza la línea de alta velocidad entre Lisboa y Oporto, las dos principales ciudades portuguesas, con la idea de conectarlas con Galicia. Este eje atlántico daría respuesta a la movilidad en la franja litoral, donde se dan las mayores concentraciones de población. En el lado español se produce a veces una lucha entre proyectos ferroviarios: el norte-sur y el de las capitales ibéricas. Sería, sin embargo, un error sacrificar ahora el eje atlántico por el Lisboa-Madrid. Urgen las dos infraestructuras, tanto por su vertebración territorial y sus beneficios económicos, como por su contribución a la lucha contra la movilidad contaminante del coche y del avión.

Nunca los dos vecinos estuvieron tan mal conectados por tren como en la actualidad. Entre Oporto y Vigo circula un servicio lento, mientras que entre Lisboa y Madrid ni siquiera hay tren directo desde que Renfe decidió no reponer el nocturno Lusitania tras el parón de la pandemia. Bienvenidos sean los planes de alta velocidad, pero mientras esta no llega sería urgente que los dos Gobiernos priorizasen una línea directa que permita viajar de Lisboa a Madrid sin tener que invertir nueve horas y coger tres trenes, además de mejorar la línea internacional atlántica. Son deberes para los dos lados de la Raya.

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