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ANATOMÍA DE TWITTER
Columna
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PerroSanxe contra PerroSanxe

En torno al término se ha librado una guerra de emociones en la comunicación política de la que vamos a aprender mucho

Pedro Sánchez con 'Turca', en 2017
Pedro Sánchez con 'Turca', en 2017Instagram
Carmela Ríos

A finales del mes de enero el programa matinal de la cadena autonómica Telemadrid dedicó una de sus conexiones en directo al posible cierre de las instalaciones de esquí de Navacerrada, localidad de la sierra de Madrid. El reportero conversa con posibles afectados, entre ellos un niño. “Aquí tenemos a estos pequeñajos que igual ahora tendrán que irse a Sierra Nevada o a los Pirineos, con lo bien que se esquía aquí en Navacerrada ¿verdad?”, comenta el reportero. Del cuerpecito infantil emana entonces una voz rota e indignada: “¡No las cierres, perro Sánchez, que eres el peor!”. El comentario provoca la risilla nerviosa en el plató del programa y el reportero se excusa: “Esto no estaba preparado, ¿eh?”. La usuaria @mmartinez006 publicó en Twitter el vídeo de la secuencia con un comentario personal. “¡Me encantan los directos! ¡Que te vote Txapote!”.

El vídeo, que fue compartido más de 320 veces y acumula más de 50.000 visualizaciones, permite constatar la longevidad de la expresión “perro sanxe”. Una rápida consulta a los archivos de Twitter, ahora X por orden del nuevo patrón, permite identificar los primeros usos generalizados de lo que entonces era un insulto durante el año 2021. Es decir, casi dos años de vida útil saltando de red social en red social o de grupo en grupo de Whatsapp al servicio de los detractores del presidente del Gobierno. Hasta que en la recta final de campaña electoral sucedió algo: los mismos códigos viralización, oportunidad y emoción que sirvieron para encumbrar a #Perrosanxe como una etiqueta icónica de odio hacia un político han servido, con la misma eficacia, para transformarla en justamente lo contrario, un símbolo de pertenencia orgullosa la comunidad de partidarios del mismo político.

En torno al término #PerroSanxe se ha librado una guerra de emociones en la comunicación política de la que vamos a aprender mucho: de un lado, el miedo y el odio, del otro, el humor. En un contexto de saturación de datos falsos y malos rollos, centenares de usuarios, simpatizantes de Pedro Sánchez y hasta su propio partido decidieron que había llegado la hora de pasárselo bien. Tiraron de creatividad y formatos propios de las redes sociales y el algoritmo quiso devolverles el tesoro de la viralidad. Ahora #PerroSanchez tiene 50 cuentas en Twitter.

Habrá que esperar algún tiempo para observar lo sucedido con más perspectiva, pero algunos elementos hacen pensar que esta estrategia de colocar un espejo y enfrentar enfrentar el humor a quien odia o miente masivamente en las redes sociales puede tener más recorrido. Estos días circula por Twitter una de las más aclamadas publicaciones contra el bulo del “pucherazo” electoral. Con más de un millón de visualizaciones, el vídeo de @victorElede recrea, a partir de imágenes reales, los diálogos del supuesto equipo de una oficina de Correos en un presunto pucherazo durante la gestión del voto por correo en las elecciones del 23 de julio. “La incineradora se enciende por la mañana, a las cinco, para que esté calentita, cuando empiecen a llegar los votos de Feijóo”, comenta un falso empleado. “¿Esto lo ordena Pedro Sánchez?”, pregunta la reportera mientras en las instalaciones suena el himno ruso. “Zapatero. Sánchez sólo es una cara bonita. Nuestro verdadero líder es ZP y nos paga bastante bien. Pero como el dinero viene de Venezuela, te pagan en bolívares”, explica el responsable. Por descharrantes que parezcan, afirmaciones de esta naturaleza circulan por los teléfonos móviles. Será interesante observar si en futuras citas electorales el humor se confirma como una herramienta valiosa en la lucha contra el odio y la desinformación.

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