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Columna
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¡Por estas!

El Tribunal Constitucional ha declarado lícito que los padres y madres de la patria que sean elegidos el mes próximo puedan jurar la Constitución el 17 de agosto con la fórmula que les salga de las narices

Oriol Junqueras
Oriol Junqueras, durante el juramento de acatar la Constitución en mayo de 2019.uly martín
Fernando Savater

El Tribunal Constitucional ha declarado lícito (o al menos legal) que los padres y madres de la patria que sean elegidos el mes próximo puedan jurar la Constitución el 17 de agosto con la fórmula que les salga de las narices. Literalmente: podrán decir “juro o prometo porque me sale de las narices o de tal o cual otro orificio...” y nadie se lo podrá reprochar. Que den rienda suelta a su inventiva en ese momento solemne —o que antes lo era, por lo menos— y podremos verles creativos, aunque solo sea por primera y última vez en su mandato. A partir de esa fecha ya solo podrán obedecer y atenerse a lo que les manden, pobrecillos, pero el 17 de agosto... ¡ah, el 17 de agosto podrán jurar o prometer como les venga en gana! Aunque Oscar Wilde no tenga muchos competidores en esa patulea, cada cual se esforzará por dar su do de pecho cuando le llamen, lanzando su pellizco (de monja, monje o monaguillo, según corresponda) contra la monarquía, la derecha que viene y la que va, la propia Constitución que acatan (qué remedio, hay que cobrar) y sobre todo contra España, la cruel, homófoba y heteropatriarcal España, llena de violadores, esa España que oprime a todos pero ya no se defiende de ninguno. Un consejo: si no tienen más remedio que ver en la tele ese desfile institucional, al menos que sea sin sonido. Así sonará mejor...

¿Cómo calificar este dictamen? Para no ser malsonante, después de darle vueltas, elijo: infame cochinada. Pero acato al Constitucional, claro, aunque con mi propia fórmula: en espera de que sean cesados sin miramientos por flagrante sectarismo, hasta que lleguen sustitutos realmente comprometidos con el orden constitucional, en recuerdo de tantos buenos jueces asesinados por terroristas o arrinconados por politicastros, señores y señoras miembros del Tribunal Constitucional... a sus pies.

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