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ANATOMÍA DE TWITTER
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La izquierda y los móviles caros

Un cómico estadounidense parodia el argumentario del negacionismo climático

Una Apple Store en Miami (EE UU)
Una Apple Store en Miami (EE UU)JOE RAEDLE (Getty Images via AFP)
Jaime Rubio Hancock

El reportero lleva una gorra en la que pone “bitcoin” y un micro con el logo de la cadena conservadora Fox News. Se acerca a unos adolescentes con camisetas del movimiento ecologista Fridays For Future y pregunta quién de ellos tiene un iPhone, con cara de “esta no se la esperaban”.

La respuesta de los chicos está muy por encima de la provocación. Uno de ellos responde con humor, casi burlándose del reportero: “¡Nos has pillado! ¡Tenemos iPhones! ¡La izquierda radical pierde otra vez!”. Otra contesta en serio y le explica que, aunque “hay mucha responsabilidad individual en el cambio climático”, en su opinión lo más importante es “movilizar a las comunidades para poner en marcha reformas y políticas sistémicas”.

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Si la actuación del reportero parece una parodia es porque lo es: no se trata de ningún periodista criptobro a sueldo de la Fox, sino del cómico Walter Masterson. En sus vídeos suele acercarse a manifestaciones y mítines de la derecha trumpista, se hace pasar por uno de ellos e intenta seguirles el juego y liarles hasta conseguir declaraciones bastante locas.

En el caso del vídeo con los ecologistas, que está entero en su canal de YouTube, Masterson deja que los chicos se luzcan, y les hace preguntas en las que parodia parte del argumentario de los negacionistas climáticos y a las que añade algún toque terraplanista, que es lo que se lleva ahora: “¿Qué pasa si se acaba todo el carbono?”, “¿no podríamos limpiar la polución usando ChatGPT?”, “¿de verdad existe la Antártida?”. Lo más sorprendente (y aplaudido por los comentaristas) es la paciencia y el conocimiento de los chicos.

El fragmento de Masterson sobre los iPhone lleva unos cuatro millones de reproducciones en Twitter en una semana. El éxito se entiende si recordamos que esta supuesta acusación sobre la incoherencia de ser más o menos progresista y tener un móvil caro no es nada que se haya inventado el cómico. El móvil de Apple es, casi desde que salió al mercado, un símbolo del consumismo y del pijerío, lo que además se une al hecho de que parece que nadie de izquierdas pueda darse un capricho nunca. Como mucho, unas gambas cada tres Navidades.

La acusación ya existía antes de los móviles: en 1932, hace 91 años, el filósofo británico Bertrand Russell escribió un artículo titulado ‘¿Deben los socialistas fumar puros buenos?’, incluido en su libro Mortals and Others. Obviamente, lo publicó años antes de que Fidel Castro llegara al poder y de que Santiago Carrillo volviera a España.

Russell fue filósofo, matemático, Nobel de Literatura y muy activo en política. Defendía posiciones progresistas, pero también era rico desde hacía generaciones. Y, de vez en cuando, le gustaba fumarse un puro. Sus enemigos le criticaban por esto, y le soltaban eso de “tan socialista no serás si fumas habanos” o lo que se dijera por aquel entonces.

La respuesta que dio en su artículo fue de perplejidad: sus ideales no consistían en repartir por igual toda la riqueza existente, sino en trabajar para que esta riqueza pudiera incrementarse para todo el mundo. El objetivo de Russell no era que nadie pudiera fumarse un puro nunca, sino que todo el mundo se lo pudiera permitir siempre que quisiera.

Russell añadía que hay mucha confusión en lo que creemos que deben hacer las personas que tienen ideas diferentes a las nuestras. Y es cierto: acabamos distorsionando las opiniones de los demás y llevamos a redes (y a las tertulias y a los bares) debates que en realidad son caricaturas de un debate. Luego llega un cómico, como Masterson, que intenta hacer una caricatura de verdad, y nos parece lo más normal del mundo y tardamos en darnos cuenta de que es una parodia.

Pero, en fin, quizás es porque unos cuantos ya son imparodiables.

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Sobre la firma

Jaime Rubio Hancock
Editor de boletines de EL PAÍS y columnista en Anatomía de Twitter. Antes pasó por Verne, donde escribió sobre redes sociales, filosofía y humor, entre otros temas. Es autor de los ensayos '¿Está bien pegar a un nazi?' y 'El gran libro del humor español', además de la novela 'El informe Penkse', premio La Llama de narrativa de humor.

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