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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El Barça no responde

El club no ha explicado aún qué perseguía con los siete millones de euros que pagó a la empresa de un vicepresidente del club de árbitros

El exárbitro José María Enríquez Negreira, durante una entrevista en 2019.
El exárbitro José María Enríquez Negreira, durante una entrevista en 2019.Gorka Leiza / diario AS
El País

Una empresa vinculada al exvicepresidente del Comité de Árbitros, José María Enríquez Negreira, cobró desde 2001 alrededor de siete millones de euros del Barça por unas supuestas asesorías verbales de las que no ha quedado constancia. Su airada renuncia, que se concretó en un burofax en enero de 2019 cuando se prescindió de sus servicios, la amenaza de tirar de la manta y revelar las irregularidades del club, la participación de un comisionista en el enredo, las actividades de su hijo y un imponente ruido mediático no han hecho sino enredar este oscuro asunto en los últimos días. La investigación de la Fiscalía se ha centrado en la actividad de la empresa que cobró del club y en las cantidades que este le ingresó. Está acreditado que el dinero se pagó, pero lo que no se sabe es en qué se gastó. Así que, las especulaciones no han dejado de crecer.

La respuesta del Barça ha sido extraña: en lugar de ofrecerse para esclarecer los hechos y anticiparse ha amenazado con acciones judiciales si se hacen interpretaciones malévolas de la noticia (que sería pensar o decir que el Barça intentaba coaccionar o controlar a los árbitros para que le favorecieran o no fueran en su contra). Muchos exdirectivos defendían la necesidad de valorar el asesoramiento con el objetivo de asegurarse la neutralidad en el arbitraje, y ese fue el argumento empleado inicialmente por Enríquez Negreira para justificar los cobros.

Los distintos presidentes se han ido pasando el contrato como si fuera una cosa institucionalizada y no una acción de una junta determinada. Nadie lo encontró sospechoso ni digno de denuncia y Joan Laporta, quien está hoy al frente del club, ha perdido la oportunidad de ofrecerse para resolver el caso, y para aclarar por qué al final de su primer mandato incrementó las partidas destinadas a la empresa de Enríquez Negreira.

Tal como están ahora las cosas, todavía en una fase inicial de la investigación, el Barça podría ser acusado de administración desleal, por no conseguir explicar a qué se ha dedicado exactamente una suma tan abultada de dinero, o de corrupción entre particulares, para lo que faltaría acreditar qué pasó con ese dinero, cuando no se ha advertido incremento patrimonial en Enríquez Negreira. No hay aún, pues, nada sustantivo que aclare lo que ocurrió. El problema es la interpretación: la gente piensa que el Barça influía en los árbitros y eso mancha la reputación del club y sus logros. ¿Puede haber detrás un asunto de dinero más que de influencia arbitral? ¿El Barça pagó por nada? ¿O procuró simplemente tener un rostro amigo en el mundo de los árbitros? ¿Cómo es que este contrato pasó desapercibido cuando con cada traspaso de poderes se hacen auditorías de todo? Encargar informes arbitrales es algo común; no lo es tanto pagarle a un vicepresidente de los árbitros para hacerlos. Y es todo esto lo que el Barça no termina de explicar.

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