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Anatomía de Twitter
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Que empiece la fiesta

En los próximos meses vamos a ver a qué se parece una red social cuando no hay límites, cuando la verdad tiene poco o nada que aportar en la expresión de las ideas y de los hechos

Twitter Blue España
Capturas de pantalla de Twitter Blue.Twitter
Carmela Ríos

Acaba de llegar a España Twitter Blue, el sistema que permite que cualquier titular de una cuenta de Twitter pueda, previo pago, colocar en su perfil una insignia de verificación, independientemente de que el contenido de la cuenta sea interesante y riguroso o, por el contrario, se revele falso, ofensivo, de mal gusto, roce el delito o todo a la vez. En el Twitter de Elon Musk, por 8 euros al mes puedes colocarte galones en la pechera de tu cuenta sin que resulte problemático que, más allá del indicativo azul que aparece junto a tu nombre, alguien descubra un universo de hediondez. Un repaso inicial a las primeras incorporaciones españolas a este programa de pago por falsa reputación hace presagiar momentos memorables. Ya han pasado por caja activistas ideológicos irrelevantes que, con la insignia en lo alto, juegan desde hace un par de días a ser los más machotes de la fiesta. Ahora cargan con más convicción sus insultos y apoyan sus diatribas antiinmigración con material gráfico sacado de Dios sabe dónde. Descubrimos supuestos medios de comunicación desconocidos para el gran público. Se han comprado el simbolito azul que luce flamante junto al nombre de la falsa web de noticias. De esta forma serán muchos más los incautos que creerán que algo de lo que publican en su cuenta posee un atisbo de verdad.

Me van a permitir no citar a ni una sola de estas cuentas, pero sí recordarles que, si desean saber cuándo conviene desconfiar de lo que leen en Twitter, basta con pulsar sobre la insignia azul que aparece junto al titular de una cuenta. Si aparece el mensaje “esta cuenta está verificada porque está suscrita a Twitter Blue”, es el momento.

Hará falta encomendarse a la sagacidad de los usuarios de las redes y a las nuevas competencias de los periodistas para que sepan identificar y sacar a la luz las paletadas de desinformación y mensajes de odio que van a inundar los circuitos de la información en España en un año de contienda electoral casi permanente. Los falsificadores de honorabilidad son el penúltimo problema y no es el más grave. La pregunta del millón es quién puede contener tanta basura cuando el feliz nuevo propietario de Twitter ha diezmado los recursos humanos y materiales destinados a moderar los contenidos que circulaban por la red social en todo el planeta. En los próximos meses vamos a ver a qué se parece una red social cuando no hay límites, cuando la verdad tiene poco o nada que aportar en la expresión de las ideas y de los hechos.

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La lucha contra la desinformación está a punto de perder otra importante batalla. Decenas de centros de investigación especializados, profesores universitarios y responsables de unidades de estudios dejarán en varios días de gozar de acceso gratuito a los datos de Twitter, un material indispensable para entender cómo operan las dinámicas de la manipulación y cómo pueden ser identificadas y combatidas. Algunos de estos centros de investigación han desarrollado durante años herramientas gratuitas de detección de cuentas falsas y de campañas de odio, un material de uso diario con el que trabajamos y que compartimos con nuestros alumnos muchos profesores. Sin trabajos como el del Observatorio de Social Media de la Universidad de Indiana, hoy no contaríamos con una institución desde la que comprobar y entender cómo la desinformación carcome cada día los pilares de nuestras democracias.

Musk, el “absolutista de la libertad”, como le gusta denominarse, demuestra menos apego al compromiso de la transparencia y cierra la ventana a las miradas expertas.

Amigos del caos, que empiece la fiesta.

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