Costes dramáticos de guerra
La tragedia del helicóptero en el que viajaba la cúpula del Ministerio del Interior ucranio refuerza la necesidad de mantener el apoyo militar en la defensa de Kiev
El helicóptero que se estrelló el miércoles por la mañana en Brovary, un suburbio de Kiev, era una nave de transporte civil, sin artillar, pero se dirigía a una zona de guerra volando a baja altura para evitar precisamente convertirse en objetivo de la fuerza aérea y de la artillería rusas. La cúpula entera del Ministerio del Interior, el titular de la cartera, Denis Monastirski, su viceministro y el secretario de Estado, murió en el impacto del aparato sobre una guardería infantil y una residencia.
Monastirski era uno de los ministros más destacados del Gobierno de Volodímir Zelenski, no solo por la centralidad de sus responsabilidades ante la invasión rusa, sino también por su proximidad política con el presidente. La atención a las víctimas civiles de la invasión y de los bombardeos, la investigación de los crímenes de guerra, la seguridad y la inteligencia interiores, la policía de fronteras, el funcionamiento de las infraestructuras y de los suministros y el mantenimiento de una cierta normalidad a pesar de la guerra son algunas de las tareas de este ministerio, que constituye la parte de administración más civil y tiene responsabilidades de combate en un país en armas contra el invasor.
Tardarán en conocerse las causas de la catástrofe. Es muy probable que estén relacionadas con la densidad de la niebla matutina, sumada al cierre del espacio aéreo para vuelos a media altura, que obliga a los ministros y altos responsables políticos y militares a moverse por tierra o en helicópteros, incluso en malas condiciones meteorológicas. No puede descartarse, sin embargo, que la nave haya sido abatida por un proyectil o por un sabotaje ruso, circunstancias que deberá esclarecer la investigación en marcha.
Si el descabezamiento del Ministerio del Interior es un revés político para el Gobierno, el impacto del helicóptero sobre la guardería, con hasta 11 niños heridos en el accidente, afecta directamente a la moral de una ciudadanía que está enfrentando con enorme coraje las penalidades y la altísima factura en vidas humanas que está cobrándose la invasión rusa mientras intenta mantener la normalidad de la vida civil, a pesar de la persistencia del martirio al que les ha sometido Vladímir Putin. El asesinato en Dnipró de 45 civiles el pasado sábado está todavía muy reciente. Corresponde a los países europeos responder a estas catástrofes con un incremento de la solidaridad, no tan solo con la ayuda a la población civil, los refugiados y los damnificados, sino con el suministro de los equipos militares que repetidamente reclama el Gobierno de Zelenski para combatir la ofensiva rusa. La aclimatación occidental a la rutina de la guerra es el principal riesgo de un conflicto prolongado. Este trágico accidente recuerda que las muertes suceden a diario y que Ucrania sigue necesitando el apoyo militar que la defienda de los continuados ataques de Putin.
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