La ultraderecha gobierna Israel
Benjamin Netanyahu entrega carteras y cargos estratégicos a partidos cuyas convicciones democráticas son netamente cuestionables
Media hora antes de que acabara el plazo, Benjamin Netanyahu comunicó al presidente de Israel la composición de su nuevo Gobierno: es el más ultraderechista, fundamentalista y radical desde la creación de Israel en 1948, incluyendo los más escorados a la derecha. Netanyahu liderará una coalición de seis partidos al frente de los cuales se sitúa su propia formación, el Likud, a la que acompañarán tres de extrema derecha, Poder Judío, Sionismo Religioso y Noam, y dos partidos religiosos ultraortodoxos, Judaísmo Unido de la Torá y Shas. En total representan 64 escaños de los 120 que conforman el Parlamento. Es una mayoría suficiente pero suma a poco más de la mitad de los representantes de la soberanía nacional. Con estos mimbres, el mandatario que más tiempo ha permanecido al frente del Gobierno israelí se dispone a entregar cargos y carteras estratégicos a partidos cuyas convicciones democráticas son netamente cuestionables.
El Ministerio de Economía estará en manos de Bezalel Smotrich, líder de Sionismo Religioso, quien ha declarado que hay una teoría económica que todavía no se ha probado y de la que es partidario: aplicar la Biblia. Conviene recordar que, hasta ahora, Israel ocupa el puesto número 22 en el índice de desarrollo humano, con una inflación del 5,3% y un paro del 3,9%. Según los acuerdos bendecidos por Netanyahu, Smotrich podrá intercambiar en dos años su puesto con el futuro ministro de Interior, el líder del ultraortodoxo Shas, Arieh Deri, bajo quien estará la responsabilidad política sobre los palestinos que viven en territorio ocupado. Hasta ahora esas competencias dependían del Ejército, dado que técnicamente la situación de Palestina es de una ocupación militar tras la guerra de 1967, pero con la transferencia a Interior se puede producir una anexión de facto, según advierten numerosas voces. Por si esto fuera poco, la cartera de Seguridad Nacional recaerá en el ultranacionalista religioso Itamar Ben Gvir, líder de Poder Judío y violento enemigo de los árabes —el 20% de los ciudadanos israelíes lo son—, que considera un héroe al colono autor de la matanza de 29 palestinos en una mezquita de Hebrón en 1994.
Netanyahu ganó las elecciones con 32 escaños de un total de 120, y tanto ese dato como la escasa mayoría absoluta que tiene en el Parlamento no equivalen al abrumador respaldo de la sociedad israelí necesario para realizar cambios de ese calado y liderados por los sectores más extremistas de la sociedad. El primer ministro aseguró al presidente Herzog que piensa gobernar para todos los israelíes. Sus socios de Gobierno han demostrado no pensar lo mismo. Netanyahu se dispone a dirigir a un Gobierno contrario no solo a los palestinos, sino a la mitad de su propio país.
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