Abrir oasis en la ciudad ardiente
La tecnología más eficiente que tenemos contra el calor es el árbol
Sabemos cómo se cocina una ciudad: la saturación de materiales que absorben la radiación solar —acero, asfalto y hormigón— mantiene picos persistentes de temperatura que disparan el uso de aire acondicionado, multiplicando el calor. Una pregunta más importante es: ¿cómo se refresca? Tres periodistas de Bloomberg combinaron las imágenes públicas de la Agencia Espacial Europea con datos abiertos de la NASA y el Servicio Geológico de Estados Unidos para hacer un mapa térmico de las ciudades más castigadas por la ola de calor. De Londres a Los Ángeles, pasando por Melbourne, Sevilla y Mumbai, encontraron los espacios más ardientes de cada una. Después buscaron los más fríos para saber dónde están y por qué.
Lo que ya sabemos: la tecnología más eficiente que tenemos contra el calor es el árbol. Un parque local baja la temperatura entre dos y seis grados; una hilera de árboles puede refrescar la superficie de la calle hasta 12°. Las grandes concentraciones de agua, ríos, canales y lagos tienen el mismo efecto: los barrios que tocan el Guadalquivir y el Canal Alfonso XIII son los más frescos de Sevilla. Después están los materiales. Los Ángeles, una de las ciudades más calientes del mundo, está cubriendo tejados y carreteras de material reflectante para bajar la temperatura de los edificios y reducir el uso de aire acondicionado. Además del calor, dispara la demanda energética, elevando la factura eléctrica, la contaminación y las emisiones.
La tercera herramienta son los vecinos. Si Madrid está destinada al clima de Marruecos, conviene recordar que los árabes llevan cientos de años conviviendo con el calor extremo. En la Medina de Fez, los barrios más “europeos” de calles asfaltadas y edificios modernos escupen fuego, mientras que las calles que rodean la plaza Seffarine se mantienen ocho grados por debajo de la media, aunque tienen la más alta densidad de población. Concurren tres factores: edificios bajos hechos de ladrillo, calles estrechas que serpentean, ofreciendo sombra permanente, y calles empedradas o adoquinadas, sin asfaltar. “Ayuda a que el suelo sea más permeable y el ambiente sea más húmedo, una ventaja en el aire cálido y seco del desierto”.
Melbourne está instalando asfalto permeable, capaz de absorber agua para alimentar las raíces de los árboles y optimizar su crecimiento para que den más sombra. Londres planea reforestar la mitad de su superficie para 2050. Sevilla continúa con su proyecto de almacenamiento térmico en qanats [canalizaciones subterráneas para captar agua]. Sabiendo todo esto, tenemos que hablar de Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.