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Columna
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Millones de feminismos

Si hay 47 millones de formas de decir feminismo, entonces también es feminismo el de Olona, de los hombres maltratadores, los proxenetas, los violadores, los fundamentalistas y los negacionistas de la violencia machista

Feminismos
Una mujer sostiene una pancarta en una manifestación en Santander, el pasado 8 de marzo.Juan Manuel Serrano Arce (Europa Press)
Najat El Hachmi

En su día, ya lo advirtió la filósofa Ana de Miguel: si hay tantos feminismos como personas, tendemos a banalizarlo. Y es que si algo le ha costado al movimiento de liberación de la mujer y su lucha por la igualdad es precisamente articular un discurso colectivo. Basta un breve repaso a la genealogía feminista para tomar conciencia de lo que ha supuesto esta dificultad. Pero no, el feminismo no es un vestido de quita y pon ni una identidad ni cambia según le plazca a cada mujer. Desde que empezó a aparecer en camisetas, ya nos dimos cuenta de que sería difícil evitar su frivolización dado el enorme éxito que ha tenido en los últimos tiempos. Nunca creímos que las mismas corporaciones que explotan a mujeres, ya sea en su vertiente de productoras o como consumidoras, difundiendo modelos estéticos insalubres, sean una referencia para el movimiento, pero lo nuevo es que el vaciado de la palabra feminismo y lo que representa venga del propio ministerio de igualdad.

El anuncio oficial de este año, una versión de la canción de Rigoberta Bandini, parece ideado más por la extrema derecha que por un ministerio conocedor de la larga historia de la lucha de las mujeres. Así, si hay 47 millones de formas de decir feminismo, entonces también es feminismo el de Olona, el de los hombres maltratadores, los proxenetas, los violadores, los fundamentalistas y los negacionistas de la violencia machista. Cualquiera puede ser feminista a su manera si hay tantos feminismos como habitantes.

Hace ya tiempo que se promueve la atomización del movimiento: primero se puso en duda que su sujeto político seamos las mujeres, luego vinieron las injustas acusaciones a las llamadas “mujeres blancas occidentales”, culpables, al parecer, de todos los males de la humanidad. Luego, que si el feminismo tenía que ser de colores y organizarse por etnias e incluso religiones. Luego se le pidió al feminismo que fuera antirracista, que se ocupara de los derechos LGTBI, de la paz mundial y no sé qué otras causas. Es el único movimiento al que se le exige que renuncie a la propia agenda para asumir la de otros sectores de la población. Por eso, ahora resulta que hay 47 millones de feminismos. En este caso, ¿para qué un Ministerio de Igualdad? ¿Por qué no tener 47 millones de ministerios y que cada cual se las apañe por su cuenta?

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