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ANATOMÍA DE TWITTER
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Memes de guerra

Las cuentas oficiales de Ucrania y de Rusia se cruzan mensajes y gifs

Rusia y Ucrania
Un manifestante en Berlín con una pancarta en la que dice "soy ucranio y no puedo mantener la calma", en referencia al cartel y meme "keep calm and carry on", (mantén la calma y sigue adelante)JOHN MACDOUGALL (AFP)
Jaime Rubio Hancock

Los memes no dan tanto miedo como los tanques y misiles, pero también se están usando en la guerra entre Rusia y Ucrania. Tras el ataque ruso del jueves, la cuenta oficial de Ucrania compartió una caricatura de Hitler sonriendo satisfecho ante un pequeño Vladímir Putin. En otro tuit, añadía: “Esto no es un meme, sino nuestra y vuestra realidad ahora mismo”.

No es la primera vez que esta cuenta, creada en 2016, responde con imágenes similares a las amenazas y ataques rusos: en diciembre, ya publicó un tuit en el que ironizaba con los dolores de cabeza que causa tener a Rusia de vecino. Y hace un par de años, en respuesta a un mensaje de Rusia que recordaba la historia común de los dos países, comparó al hoy invasor con “un ex tóxico”.

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El perfil no está solo en este contraataque propagandístico. Por ejemplo, la Embajada estadounidense en Ucrania compartió hace unos días un mensaje en el que recordaba que Kiev ya contaba con catedrales cuando Moscú ni siquiera se había fundado, con lo que se quería poner en duda esa historia común que defiende Putin. Y en las últimas semanas se ha recuperado un tuit de 2014 de la cuenta de la delegación de Canadá en la OTAN, con lenguaje casi de Barrio Sésamo: en un mapa, Ucrania se identificaba con la leyenda “no es Rusia”. La imagen se presentaba como “una guía para los soldados rusos que se pierden y entran accidentalmente” en el país vecino.

El otro bando también usa este lenguaje: se esperaba que Putin invadiera Ucrania el 16 de febrero. Ese día, la Embajada de Rusia en Sudáfrica publicaba un tuit con el gif de John Travolta confundido, en este caso ante la ausencia del esperado ataque. Y el Ministerio de Asuntos Exteriores recogía las declaraciones de su portavoz, Maria Zajárova, quien pedía con sorna a los medios occidentales que le pasaran el calendario de invasiones. Merece la pena recordar que estos mensajes nunca negaron la invasión, solo que fuera para ese día.

Cuando uno piensa en guerra e internet se imagina planes para cortar las comunicaciones de un país o para propagar noticias falsas. Eso también ocurre, como explicaba Kiko Llaneras. Pero los memes tienen su papel, por pequeño que sea: al fin y al cabo, estos mensajes expresan una idea de forma muy clara y muy fácil de compartir. En este contexto, se han comparado con las octavillas y los carteles de las guerras del siglo XX. De hecho, muchos recordarán que el meme de “Keep calm and carry on” (que se puede traducir por “mantenga la calma y continúe”) tiene su origen en un cartel británico de la Segunda Guerra Mundial rescatado en el año 2000.

Estos mensajes de Ucrania y Rusia están además pensados para el resto del mundo y por eso se escriben en inglés. A esa difusión fuera de sus fronteras también ayuda su tono humorístico: siempre es más fácil que nos llame más la atención una burla a Putin por parte de una cuenta oficial que un mensaje patriótico y motivador (que también los hay).

En estos ejemplos, al menos sabemos quién hay detrás y cuáles son sus intereses: no hay duda de que es propaganda. No siempre es así: la Agencia de Investigación de Internet rusa cuenta con centenares de personas dedicadas a publicar y a difundir noticias falsas, a menudo haciéndose pasar por ciudadanos anónimos de otros países. La apariencia de mensajes populares y espontáneos ayuda a que estas publicaciones se compartan aún más. Para dar una idea, 30 millones de estadounidenses compartieron entre 2015 y 2017 mensajes de esta agencia sin conocer su origen.

No es verdad que todo internet esté lleno de troles y bots rusos, pero que no podamos fiarnos de nada es otro de los dolores de cabeza provocados por Putin. Ojalá se quedara todo en eso, en jaquecas.

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Sobre la firma

Jaime Rubio Hancock
Editor de boletines de EL PAÍS y columnista en Anatomía de Twitter. Antes pasó por Verne, donde escribió sobre redes sociales, filosofía y humor, entre otros temas. Es autor de los ensayos '¿Está bien pegar a un nazi?' y 'El gran libro del humor español', además de la novela 'El informe Penkse', premio La Llama de narrativa de humor.

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