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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La pelea del PP baja a la calle en Madrid

Ha llegado la hora de que quienes piden un congreso extraordinario lo digan en público

Manifestación a favor de Isabel Díaz Ayuso y contra Pablo Casado ante la sede nacional del PP, en Madrid, el domingo.
Manifestación a favor de Isabel Díaz Ayuso y contra Pablo Casado ante la sede nacional del PP, en Madrid, el domingo.andrea comas

Pablo Casado ha convocado hoy a su comité de dirección sin que haya entregado la cabeza de su secretario general, Teodoro García Egea, como le piden algunos barones tras dar por buenas las explicaciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid sobre la comisión de su hermano en el contrato de esa comunidad autónoma para la compra de mascarillas. El presidente del partido acude a la misma sede nacional del PP ante cuyas puertas se manifestaron ayer unas 3.000 personas pidiendo su dimisión, la dimisión de García Egea y reclamando que Isabel Díaz Ayuso ocupe su lugar como lideresa del partido y candidata a La Moncloa. Una intensa campaña en las redes sociales había extendido durante las últimas horas la convocatoria ante las sedes populares de toda España, pero solo en Madrid las protestas de apoyo a Díaz Ayuso tuvieron éxito. El trumpismo español —muy concentrado en la capital como pudo apreciarse ayer— se revuelve contra el dirigente elegido en primarias por la militancia del partido hace cuatro años. Cualquier otro candidato que se postule a poner remedio a la implosión popular habrá tomado buena nota de hasta qué punto ha llegado la alimentación del monstruo populista en su seno. El partido del orden dirimiendo en la calle sus conflictos orgánicos sin que la beneficiaria de la agitación callejera —el nombre de Díaz Ayuso figuraba en la convocatoria anónima— hubiera desautorizado el aquelarre. La pérdida de institucionalidad alcanza de manera abrasiva desde ayer al Partido Popular, contagiados sus dirigentes de los modos que exporta la derecha radical norteamericana. La degradación de la conversación pública española tiene mucho que ver con el uso permanente que los portavoces populares han hecho de las hipérboles, los insultos, las descalificaciones personales y la desinformación. Esa escalada verbal que alegremente han aplicado a sus adversarios políticos se la están dedicando ahora entre ellos y la reciben, asombrados, de algunos de sus soportes mediáticos habituales.

Casado ha resistido hasta hoy la presión de los barones que están pidiendo la cabeza de su número dos, el secretario general García Egea, o la suya directamente, por la desastrosa gestión de la crisis. Nadie lo ha formulado en público, ninguno habló cuando se reunió hace una semana el comité ejecutivo nacional, antes del estallido que provocó Díaz Ayuso con la acusación de espionaje, pero ya tras el fiasco de Casado en las elecciones en Castilla y León. En la hora tan crítica que está viviendo el Partido Popular, ha llegado el momento de escuchar públicamente a todos los que tienen la responsabilidad de impedir que el futuro del PP se dirima fuera de sus órganos competentes, ordinarios o extraordinarios.

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