Lucha contra la violencia machista
Suena el despertador. Imagino esta misma sensación, mezcla de sueño y emoción, en otras casas. Somos cuatro. Cuatro mujeres. Mientras tomamos un café cargado de ilusión hablamos: “Cada año la implicación es mayor, parece que algo se está moviendo por fin”, dice una de nosotras. “Esto ya no hay quien lo pare”, dice otra. Yo no digo nada. Apuro mi café en pequeños sorbos para que no se termine nunca, porque soy consciente de la grandeza que me rodea. Cuatro equipajes de cabina; para cambiar el mundo no necesitamos más. En mis auriculares Bruce, bajo mis pies el cielo y en mi cabeza el convencimiento de que merece la pena luchar por un mundo más justo. Así lo veo, así lo creo y así lo siento.
Mireya Maldonado Hualde. Londres (Reino Unido)
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