Proposición
Un partido legal, que concurre legalmente a las elecciones y obtiene legalmente representación, tiene derecho a participar con normalidad en las tareas legislativas. ¿De verdad es tan difícil entenderlo?
En 1729, el escritor irlandés Jonathan Swift, más conocido como padre de Gulliver, publicó un ensayo titulado Una modesta proposición para evitar que los hijos de los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres o su país, y para hacerlos útiles al público. En este texto, llamado a convertirse en una obra maestra universal de la sátira, Swift proponía que los irlandeses pobres, sumidos en una miseria irremediable por la brutal explotación que padecían, vendieran a sus hijos a los ricos para que se los comieran. Hubo mucha gente que no entendió la feroz denuncia implícita en lo que solo les pareció un ensayo muy desagradable. Siempre hay demasiada gente que no entiende, casi siempre porque no quiere, pero yo recuerdo la proposición de Swift en cada callejón sin salida que le retuerce las tripas a este país. ¿Qué hacer con Bildu?, me pregunto. Ilegalizarlo debe de ser imposible porque, de lo contrario, quienes se autodenominan orgullosos constitucionalistas lo habrían hecho hace años. ¿Y entonces? ¿El Estado debería sobornar a sus votantes para que cambien de opción, enviar francotiradores para eliminarlos uno por uno, cambiar las leyes para convertirlos en ciudadanos de segunda clase? ¿Eso sería legal, constitucional, asumible para alguien? Quiero pensar que, evidentemente, no. Del mismo modo que la única solución para invalidar la proposición de Swift fue la mejora de las condiciones de vida de jornaleros y campesinos, Bildu dejaría de ser un problema si todos los partidos respetaran la ley. Un partido legal, que concurre legalmente a las elecciones y obtiene legalmente representación, tiene derecho a participar con normalidad en las tareas legislativas. ¿De verdad es tan difícil entenderlo?
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