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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Mal perder

El boicot de Trump a Biden es una inaceptable irresponsabilidad

El presidente de EE UU, Donald Trump, en la Casa Blanca.
El presidente de EE UU, Donald Trump, en la Casa Blanca.Olivier DOULIERY (AFP)

La victoria de Joe Biden no tiene retroceso, a pesar de que Donald Trump persista en cuestionarla y denuncie la existencia de votos ilegales con los que, según asegura, se le quiere robar la presidencia. Los Gobiernos de otros países felicitan a Biden, incluso ya el de China. Solo resiste el trumpismo, cómodamente alojado en el Partido Republicano. Los votos ilegales solo existen en la cabeza de Trump y las autoridades encargadas de supervisar los sistemas de voto en todo el país han emitido mensajes muy claros en ese sentido: no prosperaron las demandas ante la justicia exigiendo la invalidación de votaciones o la paralización del escrutinio. Finalmente, ayer se asignaron los Estados pendientes y con ellos Biden supera a Trump en más de cinco millones de votos populares y tiene adjudicados 306 delegados frente a 232. No hay ningún elemento para pensar que esta situación pueda alterarse sustancialmente por los recuentos que se lleven a cabo donde estén autorizados.

Trump se encuentra en una posición insostenible. Tiene por supuesto derecho a recurrir a los tribunales, pero su obstruccionismo sin ninguna base argumental es inaceptable. Su resistencia a reconocer la derrota y su negativa a facilitar el traspaso de poderes son factores de incertidumbre para Estados Unidos y también para sus aliados. A diferencia de todas las anteriores transiciones presidenciales, Biden no ha podido acceder aún a los edificios oficiales, a la información reservada y a las comunicaciones protegidas. Con razón su equipo reclamó ayer que se le permita este acceso.

Encerrado en la Casa Blanca, el mandatario saliente ya no gobierna, solo está dedicado a deslegitimar a Biden y a complicar su presidencia antes de que haya empezado, sabiendo que la dilatación del traspaso de poderes prolongará el período de interinidad en numerosos niveles de la Administración, a la espera de la confirmación por el Senado de los nombramientos que haga el nuevo presidente. El boicot de Trump a su sucesor no solo es la base de una previsible y constante campaña de erosión del mandato del nuevo presidente demócrata; introduce riesgos adicionales para la seguridad nacional y retrasa la respuesta a los dos retos inmediatos a los que se enfrenta Estados Unidos: el combate contra la pandemia y la respuesta a la grave crisis económica. Es una enorme irresponsabilidad republicana que el equipo de Biden no haya tenido acceso todavía a los planes de vacunación masiva ni haya obtenido toda la información sobre la negociación de la renovación del tratado New Start firmado con Moscú sobre la reducción de armamento nuclear estratégico que vence el próximo 5 de febrero.

A pesar de la derrota, Trump sigue siendo el jefe de los republicanos, probablemente con aspiraciones presidenciales para 2024. De momento, brillan por su escasez las voces que desde el lado conservador se atreven a contradecirle. El Partido Republicano está pendiente de la repetición de la votación en Georgia el 5 de enero para dos escaños de senadores, elección muy importante porque se juegan la mayoría en el Senado. En ese Estado, la actuación de Trump podría perjudicarles. El reconocimiento de que ha perdido las elecciones por parte del actual presidente es necesario para todos, y también para su partido.

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