De cascos y mascarillas
Recuerdo que cuando a los motoristas nos impusieron el casco, también hubo muchos que estuvieron en contra de esa obligatoriedad que sólo pretendía la protección del motorista. Los mismos argumentos: que da calor, que impide movimientos, etcétera. El casco se impuso, y mientras se pusieron muchas multas a aquellos inconscientes que persistían en exponer su cerebro al roce del asfalto. La obligatoriedad de la mascarilla va mucho más allá. La mascarilla no sólo es para proteger al inconsciente que quiere exponer sus pulmones a la mordedura del virus, sino que sobre todo se obliga para proteger los pulmones ajenos de la agresividad de la pandemia; y sobre todo de la inconsciencia de muchos cenutrios.
José María Lorente Hernandis. Valencia
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