Responsabilidad de Schrödinger
El discurso del Gobierno carece de autocrítica: tenemos más caída del PIB y muertos por millón que Estados Unidos; el presidente se puso un notable
España ha sido uno de los países que sufrieron con más dureza la primera ola de la pandemia, y el lugar donde la segunda ha llegado antes. Es uno de los países donde el confinamiento fue más severo y donde los efectos sobre la economía han sido más graves. Los rebrotes empeorarán las cosas. El sistema sanitario se vio desbordado. Aplaudimos a los trabajadores sanitarios y actuaron en condiciones peligrosas. Las residencias de ancianos han sido una tragedia. El manejo de los datos es incomprensible, como si los responsables autonómicos y estatales pensaran que era más importante salvar su reputación que calcular la magnitud del problema. Hemos tolerado mentiras, porque en tiempo de guerra se aceptan, aunque daba la sensación de que algunos pensaban que el enemigo podían ser los propios ciudadanos. Se atribuyeron a la “ciencia” decisiones políticas. Cuando hay una dificultad se produce un desplazamiento de responsabilidades.
Concurren muchos factores: la tardanza en la respuesta, descoordinación entre Administraciones, una economía de pequeñas empresas orientada hacia el turismo, cuestiones de estilo de vida. Hay un componente de pensamiento ilusorio e incapacidad para imaginar la catástrofe. Pero un Estado es un seguro y quien lo gestiona debe conjurar esos hechos desagradables. Algunos fallos del Gobierno y las Administraciones autonómicas que podrían ser comprensibles en marzo lo son menos en agosto. Hay cosas que eran difíciles de prever; otras, como la incorporación de rastreadores, sabíamos que había que hacerlas.
El discurso del Gobierno carece de autocrítica: tenemos más caída del PIB y muertos por millón que Estados Unidos; el presidente se puso un notable. Tras semiocultar los fallecidos, todos echamos la culpa a los otros ciudadanos, con la ayuda de truculentas campañas de Administraciones autonómicas. No hay un plan claro para la educación, sobre cómo se van a reabrir los centros y qué se hará cuando nuevos brotes obliguen a cierres. Las consecuencias las sufriremos todos, pero tendrán efectos mayores sobre la desigualdad (la educación tiene un efecto nivelador) y el género (las madres asumirán más carga): dos asuntos, se diría, importantes para un Gobierno aficionado a proclamar su compromiso con la equidad y el feminismo, que empleó toda su artillería propagandística para promocionar una ley de la libertad sexual ahora en el taller. El problema merecería, por lo menos, un comité de Schrödinger. @gascondaniel
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