Infinita tristeza
Ellos lucharon por nosotros, nos protegieron, nos cuidaron, nos alimentaron, nos dieron la vida... Y ahora, en el ocaso de la suya, en la fragilidad de la vejez, cuando son más vulnerables, cuando más nos necesitan, literalmente los abandonamos, quizás por miedo, por ignorancia, por arrogancia decidimos quién vive y quién muere en base a criterios de posibilidad de supervivencia, como tocados por una mano divina. Cuánta estupidez dejar morir a nuestros mayores, es una vergüenza nacional y un fracaso social sin precedentes. Esta pandemia nos ha dejado ver la cruda realidad social en la que nos encontramos, nos importa más tener que ser. Si abandonamos a los más necesitados, los más débiles, no tenemos futuro. Tenemos que recordar lo sucedido para que no vuelva a suceder.
Ricardo López Megía, Móstoles (Madrid).
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