Estrategia, historia y datos: cómo leer esta elección
Sea cual sea el resultado de los comicios de este domingo, será un referéndum sobre el Gobierno de López Obrador
Los resultados de estas elecciones no serán fáciles de descifrar. Distintos partidos intentarán interpretarlos a conveniencia. Morena dirá que mantenerse como la coalición legislativa mayoritaria y ampliar el número de Estados que controla será una victoria. La alianza PRI-PAN-PRD no lo verá así. Para ellos cualquier reducción en el número de votos que obtuvo López Obrador en el 2018 será evidencia contundente del rechazo del electorado al partido del presidente. Si, además, la coalición logra ganar en más Estados que en los que se preveía que ganarían al inicio de la jornada electoral, su victoria, pensarán, será contundente. Por su parte, los partidos más pequeños, como son el PVEM y Movimiento Ciudadano, probablemente se proclamarán victoriosos si logran ganar al menos gubernatura.
La única forma de tratar de interpretar esta elección es examinarla en perspectiva histórica. Para lograrlo, analicé los resultados de todas las elecciones que México ha tenido desde su reciente democratización, en 1997. Eso implicó observar votos, curules y tasas de participación de ocho elecciones legislativas, cuatro presidenciales y 28 elecciones estatales que se han dado de manera concurrente con las intermedias. Los datos muestran que una victoria de la oposición tendría al menos tres componentes.
Primero, generaría un mayor desgaste del partido en el poder que el que se ha observado en elecciones intermedias anteriores. En la historia democrática de México no hay un solo presidente cuyo partido no haya perdido curules en la intermedia. Es por ello que lo interesante no será ver si hubo un desgaste para Morena, sino de qué magnitud será dicho desgaste.
El menor desgaste alguna vez registrado en una intermedia en México sucedió en 2015. Entonces el PRI de Enrique Peña Nieto redujo su bancada en apenas 10 curules pasando de 213 a 203 legisladores. Por otro lado, la mayor debacle histórica ha sido la observada por el PAN de Felipe Calderón, partido que en 2009 perdió 63 curules, pasando de tener 206 legisladores a solo 143.
Considerando estos datos podría argumentarse que a Morena le irá mal en la elección del 2021 si pierde más de 47 curules, es decir más que el promedio de desgaste del partido en el poder desde 1997. En cambio, si logra perder menos de 10 curules, Morena se convertirá en el partido con menor desgaste políticos en un cuarto de siglo. Esto significaría un fracaso sin precedente para la coalición PRI-PAN-PRD en la vida democrática de México.
Una segunda variable para considerar al evaluar los resultados de esta elección intermedia es el posible contagio que se observe desde el partido del presidente a las elecciones locales. De 1997 a la fecha, el partido del Ejecutivo federal ha logrado ganar en promedio el 41% de las gubernaturas que están en juego durante la elección intermedia. En otras palabras, el presidente logra típicamente “contagiar” a cuatro de cada 10 elecciones concurrentes en los Estados.
El caso más exitoso de contagio federal-estatal ha sido el PRI en 1997. En dicho año el PRI conservó el 57% de las siete gubernaturas que tuvieron elección de manera concurrente. El caso menos exitoso ha sido el del PAN en 2009 que contagió a solo el una de seis elecciones locales de gobernador.
Así, se podría decir que la coalición PRI-PAN-PVEM será exitosa si logra que Morena pierda en más de seis elecciones concurrentes. Actualmente, de las 15 gubernaturas en juego, 14 están en manos de partidos opositores a Morena. Si los opositores logran conservar la mitad será un síntoma de que a nivel local están ganado terreno.
Otra pista interesante de la fuerza de la coalición PRI-PAN-PRD provendrá de analizar los casos de Estados en los que nunca ha habido alternancia política, es decir casos en los que el PRI ha gobernado desde la revolución mexicana. Actualmente en México solo cinco Estados se encuentran en esta situación de no-alternancia y de estos dos estarán en disputa: Campeche y Colima. En la última década, la forma más exitosa de erradicar la no-alternancia había sido la alianza PAN-PRD. A esta alianza se le debe el 75% de los casos en los que esta fue posible “sacar al PRI”.
Es por ello que un síntoma inequívoco de la victoria de la coalición PRI-PRD-PAN sería que lograran una victoria en Campeche o Colima. Si por el contrario, la derrota del PRI proviene de parte de partidos más pequeños, como puede ser el PVEM o el Movimiento Ciudadano, sería evidencia contundente de que México está transitando sólidamente al multipartidismo.
Finalmente, un último componente de la victoria de la coalición PRI-PAN-PRD sería observar una mayor participación de la que hemos visto en elecciones intermedias anteriores. La coalición PRI-PAN-PRD le apostó a la polarización del electorado y a promover la percepción de que el triunfo de Morena supone un riesgo existencial para la democracia mexicana.
Si su estrategia funcionó debemos ver una mayor participación electoral, pues la polarización tiende a incrementar la importancia relativa del voto para los ciudadanos. Considerando que el promedio de participación en las intermedias ha sido del 48%, cualquier dato de participación superior a este será evidencia de que la estrategia de la coalición opositora funcionó. Esto implicaría lograr que 45 millones de personas salieran a votar.
Este estimado podría ser conservador porque la participación muy probablemente será mayor de lo observado históricamente por el simple hecho de que la intermedia del 2021 concurre con la elección de 15 gubernaturas. En los últimos 25 años no había habido una elección intermedia con mayor concurrencia. De hecho, el promedio de 1997 a la fecha había sido de siete elecciones concurrentes por intermedia.
En general, sea cual sea el resultado de la elección del 2021, esta elección será un referéndum sobre el Gobierno de López Obrador. El presidente llega a la elección intermedia con una aprobación del 61%, cuatro puntos por arriba del promedio que se ha observado en un cuarto de siglo. Esto lo deja en una posición similar a la que tenía Vicente Fox en 2003, pero muy por debajo de la que había logrado Felipe Calderón en 2009 –quien para entonces mantenía una sólida aprobación del 66%–. López Obrador continúa siendo el principal y más importante candidato para los votantes de Morena.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Más información
Archivado En
- Elecciones México
- PRI
- PAN
- Morena
- PRD
- México
- INE México
- Partido del Trabajo
- Partido Verde
- Andrés Manuel López Obrador
- Administración AMLO
- Coaliciones electorales
- Elecciones México 2021
- Elecciones
- Opinión
- Campañas electorales
- Enrique Peña Nieto
- Felipe Calderón Hinojosa
- PRIAN
- Candidaturas políticas
- Coaliciones políticas
- Corrientes políticas
- Latinoamérica