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La gran apuesta de México para combatir al gusano barrenador estará lista en julio de 2026

El Gobierno reconvierte un gigantesco complejo en Chiapas para hacerlo el “más moderno del mundo” en el control de la plaga

Fábrica mosca estéril México
Erika Rosete

El Estado de Chiapas fue el epicentro, en 1991, de la primera erradicación en la historia de la plaga del Gusano Barrenador del Ganado (GBG). Una antigua planta de moscas estériles, que operó durante unos siete años en Chiapa de Corzo —a unos 15 kilómetros de la capital, Tuxtla Gutiérrez—, fabricó en su momento millones de moscas que lograron aquel primer embate contra una plaga. Ahora, 34 años más tarde, la misma enfermedad ha provocado la alarma en el norte y Centroamérica. El Gobierno de México prepara una gran respuesta a este problema. La Secretaría de Agricultura y el Gobierno de Estados Unidos reconvierten un complejo de 14 hectáreas en el municipio chiapaneco de Metapa de Domínguez, para que se convierta en la más moderna del mundo. Sin embargo, el sector aún tendrá que esperar. Moscamed, como se llama la fábrica, comenzará a fabricar 100 millones de moscas estériles hasta julio de 2026.

Hasta ahora, las moscas estériles que se diseminan en territorio nacional para combatir al GBG [100 millones cada semana] son traídas desde la planta que gestiona la Comisión Panamá–Estados Unidos para la Erradicación y Prevención del Gusano Barrenador del Ganado (Copeg), en Panamá, donde desde enero de 2025 trabajan al máximo de su capacidad para controlar la plaga. La de Copeg es, por ahora, la única planta que fabrica las moscas estériles de la especie cochliomya hominivorax (mosca tornillo devoradora de hombres) cuyas larvas son las responsables de causar la enfermedad de miasis en especies de sangre caliente, entre las que están los humanos.

Del lado chiapaneco, en el gran complejo de Metapa de Domínguez —ubicado a poco más de dos kilómetros de la frontera con Guatemala y a unos 30 kilómetros de la ciudad de Tapachula— una gran comunidad científica y técnica, integrada por genetistas, agrónomos, médicos veterinarios y otras profesiones, trabajan todos los días en la fabricación de millones de moscas estériles del mediterráneo, la especie que daña a más de 250 tipos de frutas y hortalizas, una plaga de la que México está libre, pero que de llegar a territorio nacional sería una verdadera catástrofe comercial y alimentaria.

Este complejo fue inaugurado en 1979 con recursos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y durante más de 40 años fue un referente internacional del combate a una de las 10 plagas consideradas las más letales en el mundo: la de la mosca del mediterráneo. En 2021, el Gobierno mexicano construyó una nueva planta ahí con el argumento de que seguía siendo necesario “proteger la producción hortofrutícola nacional, que comprende más de 250 especies vegetales” y cuyo valor asciende a 19.000 millones de dólares —al 2024— en consumo interno y exportaciones, de acuerdo con información oficial.

Los esfuerzos humanos, económicos y gubernamentales alrededor de Moscamed [por Mosca del Mediterráneo] han tenido que ser reorientados desde que en julio de 2023 la enfermedad de miasis por GBG volvió a aparecer en Costa Rica y se diseminó rápidamente hacia el norte.

Dos años después, en julio pasado, el secretario de Agricultura de México, Julio Berdegué inauguró los trabajos para reconvertir una parte del complejo de Moscamed. Se trata de un edificio que, hasta este mes de octubre, y con un 28% de avance, ha sido completamente desmantelado y vaciado, y se convertirá en unos meses en el relevo de Panamá para producir en territorio nacional las moscas estériles del GBG.

Aunque ahora luce todavía en obra negra, las autoridades del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) son optimistas y calculan que para julio de 2026 este espacio —en el que antiguamente se fabricaron moscas estériles del mediterráneo— funcione en su totalidad, ahora, para la especie del gusano barrenador.

Hunberto Gomes Velasques, coordinador del programa de Moscamed, explicó: “Se hizo un análisis de acuerdo a la viabilidad de este inmueble, para la producción de las moscas estériles del GBG y encontramos tres ventajas, una de ellas es que este inmueble tiene un laboratorio BSL-2 [de 4 que existen] y tiene 2.016 metros cuadrados de área de biocontención, lo que significa que es restringida para la entrada y salida de materiales, lo que es importante para lo que se lleva a cabo dentro, y también contamos con un irradiador de Cobalto 60 que, con ciertas adecuaciones, se adaptará a la producción”.

Moscamed abre la puerta

Son las primeras horas del día y en el aeropuerto internacional de Tapachula, varias avionetas de la empresa Servicios Mubarqui S. de R.L. de C.V, se preparan para recibir el cargamento desde la nave de empaque de Moscamed, ubicada en esa misma ciudad y a donde han llegado las moscas en contenedores de metal que serán arrojadas desde el cielo. Unas horas antes, las moscas han permanecido en cuartos de enfriamiento a temperaturas de entre 0 y 3 grados centígrados, que las mantiene dormidas o aletargadas hasta que son cargadas en las aeronaves.

Dos veces por semana estas avionetas hacen la liberación de moscas estériles, en vuelos que suelen durar en promedo cuatro horas —3,6 millones de moscas por cada vuelo— en los llamados polígonos de liberación, es decir, las zonas del país en donde está presente la plaga: Chiapas, Oaxaca, Veracruz, parte de Guerrero y, más recientemente, en Querétaro. José Luis Quintero Fong, coordinador del programa operativo Moscamed, recuerda que la primera erradicación de la plaga del GBG en el país tardó casi dos décadas, y señala: “Esperamos que la plaga del GBG sea erradicada de México en menos de 19 años, estamos trabajando para ello y esperamos que lo podamos hacer en un término mucho menor. [...] Eso será posible si hacemos la divulgación, entre más conocemos de la plaga, entre más nos informamos, será más sencillo evitar la propagación”.

Para el momento de la liberación, las moscas del tipo del mediterráneo —cuyos huevos son proporcionados por otra planta del programa, El Pino, desde Guatemala— ya son estériles y han pasado por complejos procesos que suceden en Metapa. Desde la incubación, alimentación, crecimiento, colecta de larvas, alimentación, teñido —para diferenciarlas de las moscas silvestres— e irradiación con Cobalto 60, la técnica que anula su capacidad reproductiva.

El proceso de creación del insecto estéril, que dura unos 21 días, tiene lugar en ese complejo gigantesco donde decenas de edificios interconectados alojan las largas y altas habitaciones aclimatadas con distintas temperaturas para alojar cada etapa de vida del insecto. El genetista, Salvor Meza, explica: “Nuestra producción está enfocada en poner una barrera biológica para que los insectos no puedan entrar al país. La técnica del insecto estéril es un control natal de la población, tratan de que no nazcan más insectos, es amigable con el ambiente, totalmente ecológica y evita el uso de miles y miles de litros de insecticida, esta es la función de esta planta”. Todos los procesos que suceden en Moscamed, aunque por ahora son acaparados para las moscas estériles del mediterráneo, serán ejecutados de formas muy similares para la fabricación, en unos meses, de las moscas del GBG.

El proyecto de reconversión de este nuevo espacio exclusivo para el GBG tiene una inversión conjunta entre México y Estados Unidos de 51 millones de dólares, de los que el Gobierno mexicano aporta 30 millones y el estadounidense 21. La razón para llevar a cabo este trabajo es fortalecer la estrategia de control y erradicación, que inició a mediados de 2024. De acuerdo con Quintero Fong, se prevé que la nueva planta en Metapa arranque con una producción de entre 30 y 60 millones de moscas estériles a la semana, una cifra que irá en aumento hasta llegar a los 100 millones de insectos adicionales a los que fabrique Copeg.

Con el otro proyecto de la construcción de una planta de fabricación de estas moscas, en Texas, los esfuerzos internacionales proyectan una producción de hasta 500 millones de moscas semanales que serán arrojadas en toda la región. Si la cooperación internacional se mantiene, la miasis podría ser erradicada en menos tiempo que la primera vez. Algunos de los representantes de Senasica han hablado, incluso, de lograrlo en cinco años.

La crisis en números

Información de Senasica apunta a que los casos por miasis causadas por el GBG en el país han disminuido en un 28%, respecto al 11 de septiembre pasado, cuando se tuvo un registro máximo de incidencia. Los datos más recientes de la dependencia apuntan a que en total han registrado en México 7.943 casos positivos, que representan 0,02% del hato [una porción de ganado mayor y las fincas destinadas a su crianza] ganadero nacional.

De noviembre de 2024 al 31 de agosto de 2025, el costo del despliegue sanitario por GBG asciende a 1,128 millones de pesos, más de 60,34 millones de dólares. Además, Senasica estima que se han dejado de exportar 700.880 cabezas de ganado bovino en pie a Estados Unidos. Las exportaciones no realizadas —por el cierre de la frontera norte— representan 642 millones de dólares. La afectación de los ganaderos por vender en mercado mexicano se calcula en 103.44 millones de dólares (aproximadamente 2,022.50 millones de pesos) por la no exportación.

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Sobre la firma

Erika Rosete
Es periodista de la edición mexicana de EL PAÍS.
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