‘El último viaje’ de Federico Rebolledo, el médico que defendía la muerte como un acto de vida
El documental de Rodolfo Santa María repasa el trabajo y filosofía del reconocido tanatólogo mexicano que, ante un cáncer terminal, se aplicó a sí mismo la fórmula por la que abogaba


El doctor y tanatólogo Federico Rebolledo siempre fue un apasionado provocador sobre el tema de la muerte. Lo tenía muy claro: cuando llegue el momento hay que “hacer los perdones, preparar la maleta” y estar preparados para partir rumbo a esa última ruta. De lo que se trata, según el reconocido especialista mexicano, “es de empoderarse de nuestra propia muerte”. El documental El último viaje, del cineasta Rodolfo Santa María, hace un recorrido al trabajo y filosofía de este personaje, quien tuvo que aplicarla a sí mismo ante un diagnóstico de cáncer terminal. La película, ya disponible en la cartelera nacional, pone el debate sobre la mesa acerca de las contradicciones éticas y personales ante la complejidad de la legislación y la práctica de la eutanasia en México.
El último viaje inicia con el registro puntual de estas ideas de Rebolledo sobre el final de la vida. Pero en un giro decisivo, la enfermedad del doctor lo lleva a experimentar en sí mismo su ideario. Su muerte próxima permea a su familia y sus amigos. Y lanza preguntas a los espectadores: ¿cómo asumir la muerte propia, o la de la gente que queremos? ¿Cómo renovamos nuestro vínculo con esta vida que de pronto se va?, según cuenta la sinopsis.
La tanatología es una disciplina que estudia el fenómeno de la muerte, el proceso de morir y el duelo, integrando conocimientos de la medicina, psicología, antropología, filosofía y espiritualidad para ofrecer un acompañamiento ético y profesional.
Santa María da a conocer que este proyecto sobre Rebolledo —quien era un familiar cercano suyo— le tomó aproximadamente tres años. Comenzó en 2019 con la filmación en distintos momentos hasta 2021, cuando falleció a causa del cáncer. Sin embargo, por su cercanía entre ambos, el documental ya lo venían pensando desde hace 15 años.

El cineasta no quería que se convirtiera en un documental que intentara convencer a la gente de optar por la eutanasia o por la muerte digna. Sí, quería abordar eso y sí, le interesa. Afirma que, ideológicamente, está a favor, pero quería ver las contradicciones alrededor de su personaje. “Especialmente cómo su racionalidad se ponía a prueba ante la enfermedad y procesos de muerte de sus conocidos, de seres queridos y frente a su propio proceso. Ese juego entre la ética y la necesidad artística narrativa, son las que mayor conflicto tenía. Lo que hice fue intentar hacer una producción atractiva, pero que también la película transmitiera humanidad, amor, y esperanza”, cuenta Santa María a través de una videollamada.
El haber acompañado a Rebolledo los últimos años ayudó a Santa María a dimensionar lo complejo de la eutanasia, un proceso médico que es ilegal en México. Menciona que cada día hay personas que, a pesar de los riesgos judiciales y penales que puede acarrear llevar a cabo este procedimiento, lo realizan con miedo y culpa porque necesitan parar algún tipo de dolor o sufrimiento médico permanente.
“Creo que es un proceso que tendría que legislarse, ya que al ser ilegal se vuelve doblemente complicado lidiar con la muerte. El doctor repetía mucho una frase: ‘Nadie se quiere morir hasta que se está muriendo’. Nadie quiere ver morir a un ser querido, pero cuando no hay posibilidades de mejorar la calidad de vida de esa persona, es cuando la gente se plantea estos escenarios que nos deja una reflexión compleja del tema”, agrega.
Rebolledo trataba a sus pacientes con la sedación paliativa, un procedimiento médico para aliviar el sufrimiento intratable de pacientes terminales, utilizando medicamentos para inducir un estado de inconsciencia o somnolencia profunda.
El director cuenta que Rebolledo fue un “cómplice total” de la película, porque creía en el proyecto y tenía una necesidad de que su pensamiento, “que le generó tanto sufrimiento y tanto amor”, se siguiera divulgando. Inspirado por el cinéma vérité (un género europeo de los sesenta a medias entre el documental y la ficción), buscó aproximarse a cada caso que el doctor trató y que este vivió con su enfermedad por cuenta propia, en confianza para poder mostrar estos procesos de forma íntima y natural.
“No es sencillo, pero es una tarea que generalmente se logra por la convivencia, por la confianza. Esta naturalidad que se consigue en las interacciones, en los diálogos, en las visitas y sobre todo hablando de se facilita cuando se aborda la parte visual o cinematográfica desde una construcción humana, de confianza que se va ganando con los personajes. Es necesaria una sensibilidad tanto visual como técnica para acercarte, lograr los planos que buscas, con la luz que hay, con las condiciones que hay, a la par de mantener una sensibilidad humana de no invadir más allá de lo debido, sobre todo cuando es muy íntimo”, sentencia Santa María.
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