Oleksandra Matviichuk, premio Nobel de la Paz: “Me da miedo que el mundo se acostumbre a la guerra en Ucrania como se acostumbró a la siria”
La abogada ucraniana habla en entrevista con EL PAÍS de los crímenes de guerra cometidos por Rusia, la importancia de la ayuda internacional y la debilidad de la justicia, el peaje personal de documentar un conflicto o la acusación de genocidio a Israel en Gaza
Oleksandra Matviichuk tiene un vestido especial guardado en el fondo del armario, uno muy bonito, reservado para algún día de un hipotético futuro en que por fin pueda ver sentado frente a un tribunal internacional al hombre al que lleva una década intentando llevar ante la justicia, el presidente de Rusia, Vladímir Putin. Suele contar que se pintará los labios de rojo, como los lleva este sábado de septiembre. La ucraniana de 40 años comenzó su batalla contra uno de los hombres más poderosos del mundo en 2014, tras la anexión rusa de Crimea, pero todo se intensificó en 2022, cuando Moscú se lanzó a la invasión de Ucrania. En 2022, su esfuerzo fue recompensando con el Premio Nobel de la Paz, junto al activista bielorruso encarcelado Ales Bialiatski y la organización rusa de derechos humanos Memorial.
Matviichuk dirige el Centro para las Libertades Civiles, que ha documentado ya más de 78.000 crímenes de guerra en un intento por dejar constancia para la posteridad, una memoria histórica que en el improbable caso de que Putin sea juzgado ayude a construir un caso rotundo en su contra. “Es una cantidad enorme, pero es solo la punta del iceberg. Rusia usa el terror para producir deliberadamente dolor contra los civiles y minar la resistencia de la gente”, dice en entrevista con EL PAÍS. Desde que recibió el Nobel, otro de sus cometidos ha sido recorrer eventos como este, el Hay Festival de Querétaro, como una suerte de embajadora de su país que difunda la palabra y evite que el mundo olvide su guerra.
Pregunta. ¿Cómo se siente estando aquí mientras en su casa hay una guerra?
Respuesta. Cuando aterricé en México lo primero que hice fue mirar qué había pasado en Ucrania durante el vuelo. Vi que Rusia había bombardeado mi pueblo natal, así que me puse a mandar mensajes para saber si todavía tenía un hogar al que volver, si mi familia estaba viva [lo está]. La guerra es una lotería y nunca sabes qué edificio residencial o qué familia va a ser el blanco de los misiles rusos. Cuando los ucranianos estamos en el extranjero nos sentimos culpables porque no podemos compartir el riesgo que pasa la gente que queremos.
P. Reside en Kiev. ¿Cómo es la vida diaria en la ciudad?
R. Es difícil de expresar. Todavía no encuentro las palabras adecuadas para describir lo que significa vivir en guerra. Si vas a Kiev, verás los restaurantes y los teatros abiertos, a la gente sonriendo. La vida normal, solo que no es normal, es un acto de resistencia de la gente en una situación anormal, intentando adaptarse, disfrutar, ser felices. Pero no hay un lugar totalmente seguro para esconderse de las bombas rusas. Una familia de Kiev dejó la ciudad cuando la invasión a gran escala comenzó, en 2022. Tenían una hija de un año, Lisa, y temían que le pudiera pasar algo. Pero Rusia bombardeó la ciudad donde huyeron, Vinnytsia, y Lisa murió.
P. Su organización ha documentado más de 78.000 crímenes de guerra. ¿Cómo se procesa toda esa información?
R. Esta guerra puede hacer que las víctimas sean solo números porque la escala de los crímenes es tan grande que es imposible prestar atención a todo. Nosotros documentamos cada historia individual para poder ponerle nombre, porque la gente no es un número, y para que, más tarde o más temprano, llegue a la justicia.
P. ¿Hay alguna historia que le haya tocado más personalmente?
R. He registrado crímenes de guerra durante 10 años, pero no documento historias sobre niños, ahí pongo mi límite. Un compañero documentó esta historia y me la contó. Cuando las tropas rusas trataban de tomar Mariúpol, no permitieron que la Cruz Roja evacuara a los civiles, así que mucha gente tuvo que esconderse en los sótanos. Acumulaban nieve para tener agua, encendían fuegos para cocinar. Cuando se quedaron sin suministros, se vieron obligados a dejar los refugios. Una madre y su hijo de 10 años salieron y se vieron en medio de un bombardeo ruso. Se cobijaron en el departamento de un amigo. No podían pedir asistencia médica porque Rusia deliberadamente había destruido toda la infraestructura. Se tumbaron juntos en el sofá abrazándose el uno al otro. Estuvieron así varias horas. El niño de 10 años le contó a mi compañero que vio a su madre morir congelada ante sus ojos.
P. ¿Alguna vez le da miedo insensibilizarse, no sentir nada después de ver tanto horror?
R. Todavía siento dolor. Me gustaría tomar más distancia, pero es imposible porque antes que abogados somos seres humanos y no puedes ser indiferente ante el dolor de otro ser humano. Lo que me da miedo es que el mundo se acostumbre a la guerra en Ucrania como se acostumbró a la de Siria. El presidente sirio, Bachar el Asad, y el presidente ruso, Vladímir Putin, han bombardeado ciudades civiles sin ningún castigo. Los ucranianos no luchamos solo por nosotros mismos. Rusia es un imperio, y un imperio tiene un centro, pero no tiene límites. Si no somos capaces de parar a Putin, atacará al siguiente país.
P. ¿Cree que Ucrania puede perder apoyos porque el mundo se ha acostumbrado a la guerra, se ha cansado de verla en las noticias?
R. En estos dos años he entendido que muchísimos países, aunque estén lejos geográficamente, tienen unos valores muy cercanos a los nuestros. Sé por experiencia propia que cuando no puedes confiar en la ley como instrumento legal, todavía puedes confiar en la gente. Por eso sé que mucha gente en otros países no es indiferente a lo que nos está pasando.
P. Cubre la guerra desde 2014, más intensamente desde 2022. ¿No está cansada? ¿Alguna vez piensa en dejar su trabajo?
R. He documentado cientos de historias de gente que ha sobrevivido a los rusos. Hombres y mujeres de diferente profesión, edad, religión, posición social. Me han contado cómo han sido golpeados, violadas, cómo han cortado sus dedos, taladrado y arrancado sus uñas, cómo han sido torturados con descargas eléctricas. Algunas de estas personas nunca han pedido ayuda a los cuerpos del Estado o a las organizaciones internacionales porque no creen que los perpetradores vayan a ser castigados, pero cuando les preguntaba porque venían a mí, entendí que todavía tienen la esperanza de que la justicia sea posible, aunque llegue tarde. Por eso no puedo permitirme dejarlo, porque cuando tienes esta cantidad enorme de historias sientes una gran responsabilidad.
P. Pero, no como profesional, como ser humano obligada a ver cosas horribles a diario, ¿nunca piensa ‘no puedo hacer esto más’?
R. Somos personas, no robots, y sobre todo desde la invasión a gran escala nuestro ánimo sube y baja constantemente. Tengo una amiga escritora que dice que, cuando estamos abajo, no estamos vencidos, estamos en una trinchera emocional. Solo necesitamos recuperar nuestra energía.
P. Como abogada experta en crímenes de guerra, ha dicho repetidamente que Rusia está cometiendo un genocidio en Ucrania. ¿Cree que hay bases para decir que Israel está cometiendo un genocidio en Palestina?
R. Creo que es un problema enorme. Podemos mencionar la situación en Gaza, en Irán, en Nicaragua y en otros países que sufren una guerra o regímenes totalitarios. Es una prueba de que nuestro sistema internacional de justicia y seguridad está roto, no puede proteger a la gente. Para nosotros es clave unir esfuerzos y reformar las leyes internacionales porque, según la historia, cuando los sistemas internacionales colapsaron, me refiero a la Liga de Naciones, comenzó la Guerra Mundial.
P. Como experta en derechos humanos y Nobel de la Paz, ¿cree que hay bases para respaldar la acusación de Sudáfrica, que ha señalado a Israel por genocidio ante el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU?
R. Veremos la calificación de la Corte de Justicia Internacional. Abrieron dos casos, uno contra las autoridades israelíes y otro contra las de Hamás, que yo sepa, por crímenes de guerra. Veremos los cargos que el fiscal les imputa.
P. ¿Y en su opinión personal?
R. Como abogada, sé que tienes que estar sobre el terreno y trabajar con los testimonios, con los casos, con el material. Es una gran tragedia desde que empezó, y nosotros como pueblo ucraniano que sufre un ataque de Rusia para destruir nuestra nación, nuestro lenguaje, nuestra cultura, entendemos muy bien el sufrimiento de otros pueblos en el resto del mundo.
P. De vuelta a Ucrania. ¿Cuál es el mejor escenario posible para concluir la guerra en estos momentos? Desde un punto de vista pragmático, no idealista.
R. El mejor escenario posible es que Rusia detenga la guerra y se lleve a sus tropas del territorio ucraniano, pero eso no va a pasar porque el sistema internacional no funciona y Rusia intenta convencer al mundo de que es una potencia militar con armas nucleares. Puede romper leyes internacionales, dictar las suyas propias e incluso cambiar a la fuerza las fronteras internacionalmente reconocidas, y nadie le para. Puedo regresar a tu pregunta sobre genocidio porque, como abogada, sé que el genocidio es el crimen de crímenes, y es muy difícil de probar, pero los crímenes de guerra, los crímenes contra la humanidad, no son menos graves. Todos los crímenes deben ser castigados sin importar su estatus.
P. Mencionaba la debilidad del sistema de justicia internacional. Putin acaba de desafiarlo con un viaje a Mongolia, país signatario del Estatuto de Roma del Tribunal Penal Internacional, que dictó una orden de detención en su contra por crímenes de guerra en Ucrania. ¿Cuáles son las oportunidades reales de llevar a Putin ante la justicia, si ya ha habido una ocasión y no se ha aprovechado?
R. Nadie esperaba que Mongolia arrestara a Putin porque depende totalmente de la energía rusa, pero al menos Mongolia podía haber intentado evitar que Putin fuera a su país e hiciera a su presidente [Ukhnaa Khurelsukh] violar leyes internacionales. Desgraciadamente, no es la primera vez que esto pasa con un mandatario. Necesitamos implementar consecuencias negativas para los países que violen su obligación con el Estatuto de Roma y espero que pase en los próximos meses. También sé que México invitó a Putin a la investidura presidencial [de Claudia Sheinbaum] y espero que el país cumpla con su deber y, a pesar de la invitación, el fiscal arreste a Putin si viene. También sé que la presidenta de México envió la invitación a todos los líderes porque quiere una posición neutral, y respeto que cada nación defina su política exterior, pero México no puede ser neutral con el sufrimiento humano. No es neutralidad, es indiferencia.
P. Además de los crímenes de guerra rusos, ¿su organización también monitoriza a las tropas ucranianas? Por ejemplo, a las que han incursionado en el territorio ruso de Kursk.
R. Documentamos todos los crímenes porque somos abogados de derechos humanos y protegemos la dignidad humana. En nuestra base de datos tenemos también crímenes cometidos por las fuerzas ucranianas, pero habiendo registrado 78.000 violaciones puedo asegurarte que la enorme mayoría fueron cometidos por Rusia, que ya lo hizo antes en Chechenia, en Moldavia, en Georgia, en Mali, en Libia o en Siria entre otros países, y nunca ha sido penalizada.
P. ¿Qué opina sobre el presidente Volodímir Zelenski? Durante la guerra ha ilegalizado partidos, entre otras decisiones discutibles, y su liderazgo no se ha visto exento de polémica.
R. El presidente Zelenski todavía mantiene un enorme apoyo de la población, lo que es natural porque durante las guerra los países se unen. Si la guerra continúa durante años, esa unidad puede cambiar. Ucrania es una democracia, con algunos problemas, pero porque tuvimos la oportunidad de construir instituciones democráticas hace solo 10 años.
P. ¿Le preocupa una victoria en las elecciones estadounidenses de Donald Trump, que ha amenazado con cortar las ayudas a Ucrania?
R. Es el derecho del pueblo estadounidense decidir, pero lo que sé con seguridad es que tengamos o no su apoyo, seguiremos luchando. El mundo no entiende que no es una elección. Putin dice abiertamente que no hay una cultura ucraniana. Durante 10 años he comprobado como esa teoría se ha convertido en una horrible práctica. Las tropas rusas deliberadamente exterminan a población activa como abogados, periodistas, músicos, escritores, profesores. Prohíben nuestra lengua y nuestra cultura, se llevan a niños ucranianos forzosamente a Ucrania para reeducarlos. No tenemos otra opción, si no seguimos luchando, no quedará nada de nosotros, sin importar cómo lo entienda el resto del mundo.
P. Pero si EE UU deja de enviar armas y dinero hay una gran posibilidad de que no puedan resistir.
R. No es solo un problema ucraniano. Déjeme recordarle que Rusia está luchando no solo contra Ucrania, sino contra los sistemas democráticos. Los prisioneros liberados que han pasado por cárceles rusas describen que la visión de futuro de sus carceleros es primero una conquista de Ucrania y después de otros países. Y están reclutando forzosamente a ucranianos de los territorios ocupados para el Ejército ruso. Sin importar que los países europeos, especialmente de la Unión Europea, tengan el coraje de admitirlo o no, están a salvo solo porque los ucranianos seguimos luchando.
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