La DEA reconoce que colaboró en la captura de Caro Quintero en México
A pesar de los roces con el Gobierno de López Obrador, que considera las operaciones de la Agencia Antidrogas como una afrenta a la soberanía, el arresto confirma la colaboración bilateral. El embajador Ken Salazar aclara que los agentes estadounidenses no estuvieron en el terreno
La DEA formó parte del operativo que precipitó la caída de Rafael Caro Quintero. Así lo ha reconocido la Agencia Antidrogas de Estados Unidos en un mensaje publicado en su página web. “Nuestro increíble equipo en México trabajó en conjunto con las autoridades mexicanas para capturar y arrestar a Caro Quintero, acusado en EE UU de torturar y asesinar al agente especial Kiki Camarena”, ha celebrado Anne Milgram, al frente de la institución desde mediados del año pasado. La detención cierra un pleito prácticamente personal entre la fuerza antidrogas y el llamado Capo de Capos, señalado de orquestar el homicidio de Camarena en 1985, un episodio que marcó una de las crisis más profundas que se recuerden en la relación entre ambos países. La colaboración entre la DEA y la Marina mexicana supone también un giro radical tras los conflictos con la Administración de Andrés Manuel López Obrador, que ha considerado las operaciones de la agencia como una amenaza a la soberanía del país y ha buscado acotar el margen de maniobra de los elementos estadounidenses en territorio mexicano.
El Narco de Narcos era el hombre más buscado por la DEA, una obsesión que se extendió durante décadas que se saldó con “sangre, sudor y lágrimas”, en palabras de Milgram. “Por más de 30 años, hombres y mujeres de la DEA han trabajado sin descanso para llevar a Caro Quintero ante la justicia”, ha señalado la titular de la Agencia. El comunicado retrata la captura como una victoria sin precedentes, solo superada por el recuerdo de Kiki, encumbrado como uno de los grandes mártires en la lucha de Washington contra el narcotráfico. “El legado del agente Camarena perdura en todos ustedes y en la rectitud del trabajo que desempeñan todos los días al servicio de Estados Unidos”, se lee en el mensaje de Milgram y remata: “Jamás olvidaremos”.
“El arresto es la culminación del trabajo incansable de la DEA y sus socios mexicanos”, ha ratificado el fiscal general de EE UU, Merrick B. Garland, en otro boletín publicado a última hora del viernes. Garland ha anunciado que solicitará su extradición inmediata. En México, en cambio, la detención de Caro Quintero ha sido reseñada ampliamente como un éxito de la Secretaría de Marina. La captura, sin embargo, da crédito a López Obrador ante las exigencias de la Casa Blanca y las críticas en Washington a su estrategia de seguridad, que ha dejado la persecución de las cabezas de los grupos criminales en segundo término, a diferencia de sus predecesores en la guerra contra el narco.
Los comunicados de las autoridades estadounidenses del día del arresto no detallaban en qué consistió la colaboración de la DEA. El embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, ha aclarado este sábado que no hubo participación directa de la agencia en el terreno, por lo que una posibilidad factible es que la agencia apoyara en labores de inteligencia. “La aprehensión del narcotraficante Rafael Caro Quintero fue realizada exclusivamente por el Gobierno mexicano”, ha dicho Salazar.
La captura de Caro Quintero rompe una inercia de desencuentros entre la DEA y las fuerzas de seguridad mexicanas. El fracaso del operativo para capturar a Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo, en octubre de 2019 en Culiacán alimentó la desconfianza de las instituciones estadounidenses hacia el Ejército mexicano, que fue señalado del otro lado de la frontera por alertar al capo de que iban tras él. La crisis se hizo más profunda después de la detención del secretario de Defensa durante el Gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018), Salvador Cienfuegos, a finales de 2020 en Los Ángeles. La Administración de López Obrador convirtió el caso Cienfuegos en un asunto de Estado y repatrió al general bajo la promesa de juzgarlo bajo las leyes del país, pero la investigación del Departamento de Justicia de EE UU fue desacreditada y archivada en México. Por esas fechas, el bloque gobernante impulsó una nueva ley que estrechó el control sobre los agentes antidroga extranjeros.
En octubre de 2021, funcionarios de seguridad de Estados Unidos se quejaron de que el Gobierno de López Obrador había frenado la emisión de visas para 24 agentes de la DEA en México, de acuerdo con el diario Reforma. El bloqueo colmó la paciencia de los diplomáticos estadounidenses, sobre todo a la luz de revelaciones hechas este año por el jefe del Comando Norte sobre la presencia de espías rusos que actuaban a sus anchas en el país latinoamericano. En abril de 2022, López Obrador defendió el cierre de una unidad de la DEA que recibía información confidencial de sus contrapartes mexicanas, un grupo que colaboró, entre otros casos, en la captura de El Chapo Guzmán. El mandatario mexicano no ha ocultado su desconfianza por la DEA: la ha acusado públicamente de “fabricar delitos” y ha expresado su “decepción” por el trabajo de la Agencia Antidrogas.
Más allá del cruce de acusaciones y del deterioro de la relación en el discurso, el Gobierno de López Obrador ha logrado imponer un nuevo tono y una nueva dinámica en la cooperación bilateral en materia de seguridad. Pero la cooperación específica de la DEA en la captura de Caro Quintero se da a conocer un par de días después de la visita de López Obrador a la Casa Blanca y de la emisión de un comunicado conjunto en el que se asegura que la colaboración para frenar el crimen organizado será una prioridad. “Nos comprometimos a profundizar nuestra cooperación para combatir las organizaciones criminales transnacionales que fomentan la violencia en ambos países”, se lee en el documento firmado por ambos Gobiernos. “Reafirmamos los sólidos esfuerzos operativos entre las agencias de aplicación de la ley para abordar estos esfuerzos de seguridad primordiales”, se agrega. Para esto, la DEA recurre a la corporación mexicana en la que más ha confiado en la historia reciente: la Marina.
Caro Quintero no es el primer gran golpe que se da después de una visita de trabajo. Para muestra está el anuncio de la detención de César Duarte en Florida en julio de 2020. El exgobernador priista de Chihuahua cayó justo durante una visita de López Obrador a Donald Trump. El momento político de la captura del capo y los operativos recientes contra el cartel de Sinaloa han dado lugar también a todo tipo de lecturas políticas sobre el mensaje entrelíneas de lo que se habló en la Casa Blanca el pasado 12 de julio y apuntan a que en la política no hay casualidades.
Está por verse si la larga cadena de desencuentros entre la DEA y México, cuyo primer eslabón fue el asesinato de Camarena, se rompe con la detención de Caro Quintero o, al menos, marca una especie de tregua en torno a los reclamos mutuos que se ventilan en público. También está en vilo la extradición del capo a Estados Unidos, cómo jugará esa carta el Gobierno mexicano y si el súbito impulso a la cooperación en seguridad se traducirá en otros golpes contra el crimen organizado.
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