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Arturo Medina, el joven con discapacidad encarcelado sin pruebas: “Los policías me dijeron que me iba a morir en prisión”

Después de 10 años, el Estado mexicano ofreció disculpas al chico y a su familia por violar sus derechos humanos

Almudena Barragán
Arturo Medina Vela, el joven con discapacidad psicosocial e intelectual México pide perdón
Arturo Medina Vela, el joven con discapacidad psicosocial e intelectual que pasó cuatro años privado de libertad sin pruebas sólidas en su contra.Documenta A.C.

Arturo Medina Vela tiene 31 años y el futuro por delante aunque los últimos 10 años hayan sido una pesadilla para él y su familia. El pasado 4 de octubre el Gobierno mexicano le ofreció una disculpa pública por haber violado sus derechos humanos después de pasar cuatro años en prisión sin pruebas, acusado de robar un vehículo. El chico nacido en el barrio de Tepito cuenta que para la ocasión se compró un traje, una corbata y una camisa nuevas. Orgulloso y feliz, explica que para él fue muy importante estrechar la mano del comisionado de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, quien habló en representación del Estado durante la ceremonia. “Siento felicidad y siento paz después de tantos años esperando”, dice Medina Vela al otro lado del teléfono, sobre aquel momento.

“A nombre del gobierno de México, te ofrezco una disculpa sin condición alguna por los hechos que te afectaron a ti, a tu mamá, a tu familia. Una disculpa pública por el trato degradante que significó la forma en que la autoridad de procuración e impartición de justicia de la Ciudad de México incurrió en tu agravio hace una década”, expresó Encinas en la petición de perdón.

A través del cubrebocas podía intuirse la emoción en los ojos del chico. Su caso marca un precedente en la historia del país y abre la puerta a la transformación de las instituciones de Justicia de México que se han comprometido a cambiar las leyes que discriminan a las personas con diversidad funcional. Nunca antes el Gobierno había pedido una disculpa pública a una persona con discapacidad y había reconocido sus derechos de manera implícita.

Arturo y su madre, Judith Medina, hablan con este diario sobre la pesadilla que han vivido los últimos 10 años. Una década en la que gracias a la asesoría legal de la organización Documenta han conseguido limpiar el nombre del joven. “Quiero seguir adelante”, dice el muchacho detenido a los 21 años. Arturo ahora espera que alguien pueda ofrecerle un empleo. “No tengo estudios pero he hecho algunos trabajos en la calle, en puestos, de limpieza, sé algunas cosas de herrería y me gustaría ser aprendiz”, agrega. En sus ratos libres, le gusta escuchar música en inglés y jugar videojuegos. Madonna es su cantante favorita. Se sabe muchas de sus canciones.

Desde que era niño, su madre y su abuela siempre estuvieron junto a él, incluso cuando estaba encerrado. Judith Medina, bióloga por la Universidad Nacional Autónoma de México, al principio no tenía ni idea de lenguaje jurídico, plazos y procesos. El proceso de Arturo la obligó a dejar el trabajo de lado y a dedicar la mayor parte de su tiempo en sacarle de la cárcel. A base de esfuerzos, como tantas madres en México, aprendió a interponer amparos y a llevar el caso de su hijo ante magistrados y ministerios públicos. “Una madre está dispuesta a hacer todo lo que sea necesario y más por un hijo”, responde. “Cuando detuvieron a Arturo hice saber al policía que mi hijo tenía un cierto grado de discapacidad y que no sabía manejar porque nunca hemos tenido auto en casa”, relata. “Fue horrible verlo tras las rejas, bien asustado y desesperado”.

La policía argumentó que existían pruebas contra el chico, recogidas por cámaras de seguridad de la zona. Las grabaciones nunca aparecieron, pero sirvieron para meterlo en prisión preventiva. En lugar de ser puesto en libertad, a los pocos días de ser apresado se le realizó un análisis en el Hospital Psiquiátrico Fray Bartolomé de las Casas que estableció que el detenido padecía “un trastorno social de la personalidad y posible retraso mental superficial”. El joven fue declarado inimputable por el juez y trasladado al Centro Varonil de Rehabilitación Psicosocial, al sur de la ciudad. “Inimputable significa que al momento del hecho -el supuesto robo- Arturo no comprendía la naturaleza ilícita de su conducta. Aun así, y esto es una contradicción, las personas declaradas inimputables pasan por el mismo proceso penal que todas las personas y son sancionadas con una medida de seguridad o tratamiento que implica generalmente pasar tiempo en prisión”, explica Diana Sheinbaum, coordinadora del programa de Discapacidad y Justicia de Documenta. Arturo estuvo en prisión entre 2011 y 2015.

Alejandro Encinas Rodríguez, durante el perdón público a Arturo Medina Vela
Evento en el que el Gobierno de México pidió perdón a Arturo Medina Vela.RRSS

Medina Vela cuenta que desde su detención la policía se mofó de su condición. “Se portaron muy mal. Nunca me dejaron llamar a mi mamá. Me negaron mis derechos de humano. Se burlaban de mí, de cómo hablaba... Me decían que me iba a estar en la cárcel 20 años por robar, me dieron zapes, me zarandearon... Me dijeron que me iba a morir en prisión”, relata el joven. La organización que ha realizado el acompañamiento de la familia señala que es urgente capacitar a policías, jueces, ministerios públicos y otros funcionarios que forman parte de la cadena de justicia para evitar que se repita este tipo de abuso por parte del Estado.

En 2019 el Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hizo una recomendación a México para que iniciara una serie de transformaciones con el objetivo de evitar casos como el de Medina Vela. Dos años después llegó la petición de perdón. “Seguiremos trabajando incansablemente para que la justicia en México sea una realidad para todas las personas con discapacidad. Esperamos que este acto marque el inicio de un proceso de transformación profunda en las instituciones de justicia en nuestro país”, señala María Sirvent, directora de Documenta A.C.

“En prisión me enfermé por falta de higiene”, dice Medina Vela. “Salir adelante fue muy feo. Cómo te tratan los custodios, los enfermeros, los doctores psiquiatras te recetan muy feo los medicamentos. Ves a tus compañeros tirados y nadie hace nada”, denuncia el joven. “Muchos compañeros, amigos, hermanos se quedan muchos años. Yo salí, gracias a Dios”. Medina recuerda que su abuela falleció mientras estaba encerrado. Sara Vela, refugiada de la Guerra Civil española, fue quien más cuidó al pequeño cuando su madre se iba a trabajar. “Me llegó muy feo la muerte de mi abuela, nunca volví a verla desde que me detuvieron. Me hubiera gustado cuidarla, pero nunca pude”, dice con pesar.

Durante la ceremonia, Judith Medina aceptó las disculpas del Estado en nombre de su hijo. Arturo prefirió no hablar. La mujer expuso ante las autoridades que es necesario recordar que todavía existen muchos casos como el de su hijo en las cárceles mexicanas. De acuerdo a cifras oficiales, hay 4.476 personas con padecimientos mentales en prisión, de los que 1.054 han sido declarados inimputables, como Medina Vela. “Me sentí a gusto, satisfecha porque al menos han dicho que van a cambiar las leyes”, dice la señora Judith.

¿Considera que la disculpa es suficiente después de todo lo que pasó su hijo? “Nunca será suficiente. Más allá de lo económico, vivimos un fuerte costo emocional, espiritual y moral, pero por el momento está bien”, responde la señora Medina. Lo que más deseaba se ha cumplido. Su hijo está sentado a su lado. Por fin Arturo duerme otra vez en casa.

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Sobre la firma

Almudena Barragán
Periodista de EL PAÍS en México. Escribe sobre temas sociales con perspectiva de género: desigualdad, violencia y feminismo. Ha trabajado en la sección Verne México y en diversos medios españoles y mexicanos, entre los que destacan El Economista.es y El Financiero Bloomberg. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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