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Hallado con vida el niño Dylan Pérez, secuestrado hace un mes y medio en Chiapas

Las autoridades encuentran al menor en "buen estado de salud" y detienen a una mujer de 23 años como autora del delito

Juana Pérez sostiene a su hijo Dylan Esaú, mientras la familia lo recibe de regreso a casa un mes y medio después de que fue secuestrado. En el video, la conferencia de prensa para presentar al menor.Vídeo: ISABEL MATEOS (AP) | VIDEO: EPV

Un mes y medio después de su secuestro, y tras ilustrar con su desaparición un laberinto de negligencias de las autoridades locales, el niño Dylan Pérez Gómez ha aparecido en buen estado de salud en el municipio de Cintalapa, en Chiapas, a unos 135 kilómetros de donde fue visto por última vez. El menor ya se encuentra de vuelta con su madre y ambos han estado presentes este viernes durante la comparecencia del Fiscal General de Chiapas, Jorge Luis Llaven Abarca. Este ha confirmado la detención de una mujer de 23 años, Margarita N., como la autora material del secuestro. “La Fiscalía va a pedir la pena máxima para la imputada, por lo que podría alcanzar hasta 75 años de cárcel”, ha señalado.

El 30 de junio, Dylan, de dos años y nueve meses, fue raptado en el mercado donde trabajaba su madre, en San Cristóbal de las Casas. Según el relato del fiscal, Margarita N. llevaba dos días en el mercado y las calles colindantes buscando a un menor en situación de vulnerabilidad para poder sustraerlo. “La hoy imputada refiere que el móvil es que ella no puede concebir, no puede tener hijos y por esa razón ha tenido muchas dificultades con su pareja”, ha dicho el fiscal general, que asegura que la detenida actuó sola.

La mujer pagó 200 pesos (unos nueve dólares) a dos niños para que sacaran al pequeño del mercado. Les engañó haciéndoles creer que ella era la madre de Dylan, según señala la fiscalía, que ha localizado y se ha entrevistado con ambos menores en el municipio de Zinacantán.

A diferencia de la primera versión —que apuntaba a que Margarita N. tomó un taxi hasta la terminal de autobuses nada más raptar a Dylan—, el fiscal ha explicado que la mujer y el niño pernoctaron una noche en San Cristóbal de las Casas en un cuarto que ella tenía rentado. Fue a la mañana siguiente cuando se trasladaron a la comunidad de Las Palmas, en Cintalapa.

Las autoridades localizaron este jueves a la secuestradora y a Dylan en el interior de la vivienda de la mujer en esta comunidad. “Lo tuvieron en condiciones humanas: la imputada se encariñó con el niño, según dice ella misma, y lo cuidaba y alimentaba”, ha señalado Llaven Abarca.

La madre de Dylan, Juana Pérez, ha intervenido brevemente en la comparencia para apuntar que ambos están bien, que el pequeño ya la reconoció y pudo ver también a su familia. “Gracias a Dios ya tengo aquí a mi gordito, a Dylan, gracias por todo el apoyo”, ha dicho para poner fin a estos 44 días de pesadilla.

La mamá del niño Dylan muestra un cartel durante una protesta el pasado martes. En vídeo, al menos 50 personas, entre familiares y activistas, marchan este martes para exigir a las autoridades la búsqueda efectiva de Dylan.Vídeo: Carlos López (EFE) | EPV

La búsqueda del niño Dylan Gómez en el sureño Estado mexicano ha ilustrado las limitaciones de las autoridades locales, quienes habían sido criticadas por el manejo del caso desde el principio. Juana Pérez había cargado en contra de los fiscales por la lentitud y desgana hasta que el caso alcanzó una relevancia nacional. La Comisión Nacional de Búsqueda de personas se había sumado a estas críticas ante la cerrazón de los investigadores y después de haber enviado equipos a Chiapas para coordinar la búsqueda del menor.

A mediados de julio, las pesquisas de la fiscalía parecían apuntar en otra dirección diferente al desenlace que la historia ha tomado hoy. Las autoridades informaron entonces que habían desarticulado una red de trata de menores en la ciudad de San Cristóbal. La dependencia explicó que la policía había liberado a 23 menores y había detenido a cinco adultos por obligarlos a vender artesanías en la calle. Dylan no figuraba entre los 23, pero la fiscalía hizo ver el operativo como un éxito.

Los familiares de los detenidos denunciaron que aquello era un montaje. Los niños y los cinco adultos eran todos de la misma familia. Originarios de un pueblo tsotsil de la región, vivían humildemente en San Cristóbal y vendían artesanías. A veces iban con los adultos a trabajar, pero no eran víctimas de trata. La comisionada nacional de búsqueda, Karla Quintana, consideró que “los señalamientos públicos de red de trata en esta familia, sin que existan todavía los elementos para llegar a esa conclusión, son reprobables”. “Por el contrario, parecería una discriminación multidimensional”, argumenta. “Estamos hablando de personas indígenas, pobres, la mayoría mujeres. Claramente es un señalamiento reprobable y discriminatorio”.

Organizaciones sociales del Estado señalaron que el caso alrededor de la búsqueda de Dylan criminalizó la pobreza. “La fiscalía denunció que los niños estaban en condiciones deplorables pero... parece que no se entera de en qué Estado viven: ocho de cada 10 niños viven en la pobreza en Chiapas”, considera Jennifer Haza, de la organización Melel, que defiende los derechos de los niños desde hace 23 años. “Nos preocupa que esto pueda ser un precedente para criminalizar a otras familias. Ha sido una violación de derechos tras otra”, dice.

El caso de la supuesta red de trata se complicó aún más. Uno de los detenidos, Adolfo Gómez, abuelo de varios de los niños, murió en circunstancias extrañas en la cárcel de San Cristóbal. La fiscalía dice que se suicidó, pero su familia denuncia que fue asesinado. Nada más llegar al penal, otros internos trataron de extorsionarlo. Luego, en la morgue, familiares detectaron magulladuras en el cadáver.

La muerte de Gómez resulta tan extraña como las circunstancias de su detención. La fiscalía lo detuvo en julio porque policías lo vieron subirse a un autobús con un niño parecido a Dylan. Con el señor Gómez en custodia, otros policías descubrieron la casa donde estaban los 23 menores. Tres mujeres estaban con ellos. Los menores y las mujeres vivían allí con el señor Gómez y su esposa.

Tras la detención del señor Gómez, la esposa fue a preguntar a la fiscalía y la policía la detuvo a ella también. Con el paso de las semanas, tres de los niños, lactantes, fueron trasladados con sus madres, señaladas como parte de la red de trata. Las mujeres y los bebés viven ahora en la cárcel. Mientras tanto, el resto de los niños sigue en custodia del Estado pese a los reclamos de la familia. La esposa de Gómez seguía en prisión este jueves.

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