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Canada presiona a México en las negociaciones del TMEC acusándole de ser la “puerta trasera” de las exportaciones chinas

El primer ministro Justin Trudeau y otros mandatarios regionales, enfrascados en la precampaña electoral, elevan la tensión. Sheinbaum rechaza los señalamientos y defiende el tratado entre los tres socios

Justin Trudeau y Claudia Sheinbaum durante la cumbre del G20 en Río de Janeiro, Brasil, el 18 de noviembre de 2024.
Justin Trudeau y Claudia Sheinbaum durante la cumbre del G20 en Río de Janeiro, Brasil, el 18 de noviembre de 2024.Ricardo Moraes (REUTERS)

“Es posible que tengamos que considerar otras opciones”. Las inesperadas palabras del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, cayeron como un baldazo de agua fría en México y sembraron nuevas dudas en el camino a la revisión del TMEC, un tratado comercial crucial para el futuro económico de Norteamérica, prevista para 2026. La victoria de Donald Trump ya había encendido las alarmas ante los amagos de una embestida proteccionista y las amenazas de una guerra comercial, pero el Gobierno de Claudia Sheinbaum no contaba con que fuera Trudeau quien pusiera en duda la permanencia del país latinoamericano en el acuerdo.

A últimas fechas, sin embargo, ha sido México y no el próximo presidente de Estados Unidos quien ha acaparado el debate político en Canadá, entre voces que ven al país latinoamericano como la “puerta trasera” para la llegada de productos de China, supuestamente reetiquetados como mexicanos, y que insisten en que Ottawa debe buscar un pacto por separado. En plena efervescencia por las elecciones previstas para el próximo año, el planteamiento ha ganado fuerza en distintos frentes y ha aumentado la presión sobre el Gobierno de Trudeau, que reconoció esta semana por primera vez que estaba abierto a considerar la posibilidad de dejar fuera a sus socios mexicanos.

Trudeau, que tradicionalmente ha sido un impulsor de la integración comercial en América del Norte, dijo en una conferencia de prensa el jueves que el escenario ideal era dar continuidad al TMEC como un acuerdo trilateral, pero insinuó que si México no endurecía su política frente a China, habría que buscar otras alternativas. Aseguró también que la decisión de dar certidumbre a sus socios norteamericanos dependía del Gobierno mexicano. “Estamos dejando la puerta abierta porque mi trabajo es y siempre será defender los intereses canadienses”, afirmó.

“Nuestra decisión se conoce”, respondió Sheinbaum el viernes. “Hay que ver a qué se refería con la decisión de México, pero él sabe que nuestra intención es que siga el tratado”, añadió. Ambos mandatarios sostuvieron una reunión bilateral en la cumbre del G-20 en Brasil, apenas el pasado lunes. La presidenta mexicana se mostró sorprendida porque, según declaró, Trudeau había sido muy claro en que no estaba de acuerdo con que México saliera del tratado. El primer ministro canadiense dio cuenta de una versión diferente de lo que discutieron. “Hay preocupaciones reales y genuinas sobre las inversiones chinas en México, que planteé de forma directa con la presidenta mexicana”, señaló. Su contraparte mexicana reconoció que Canadá estaba inquieta por la supuesta instalación de una planta de autos eléctricos de una marca china, pero dijo que la única fábrica que tenía esa empresa estaba en California y dejó a entrever que el malentendido se había aclarado.

Los cuestionamientos desde Canadá no son nuevos. Doug Ford, el primer ministro de Ontario, la provincia más poblada y de mayor empuje económico, declaró el pasado 12 de noviembre que si México no hace algo respecto a China, Ottawa debería iniciar negociaciones con Washington para firmar un acuerdo bilateral. Danielle Smith, primera ministra de Alberta, el epicentro de la producción de hidrocarburos del país, expresó una opinión similar cinco días después, señalando que “México ha tomado una dirección distinta” y que estadounidenses y canadienses desean tener “una relación comercial justa”.

Aunado a la polémica alrededor de China, también se ha cuestionado la utilidad de tener una alianza con México. La relación comercial de Alberta con Estados Unidos representó el año pasado unos 135.000 millones de dólares estadounidenses, mientras que con México apenas superó los 2.000 millones. Aunque México es el tercer socio comercial de Canadá en términos de comercio de mercancías, hay otro dato nacional que no es menor: el 75% de las exportaciones canadienses son enviadas a suelo estadounidense. Antes del último cruce de declaraciones con Trudeau, Sheinbaum recordó a Ford que fue México quien abogó por que Canadá siguiera en el pacto comercial, cuando Trump empujó por firmar acuerdos bilaterales por separado.

Ford y Smith son dos políticos conservadores que frecuentemente mantienen tensiones con Trudeau. Pero lo que parecía ser un encontronazo entre el Gobierno federal y dos provincias, un hecho habitual de la política canadiense, se convirtió en una bola de nieve. Ford, que preside la conferencia de primeros ministros provinciales y territoriales de Canadá, aseguró el miércoles que otros líderes regionales estuvieron de acuerdo en que Ottawa negociara directamente con Washington. El primer ministro de Ontario indicó que los líderes de las provincias y territorios sostendrán una reunión presencial en diciembre que estará enfocada en el comercio. También dijo que han solicitado una reunión con el equipo de Trudeau para tratar este tema. Pierre Poilievre, líder conservador, ha acusado al actual Gobierno en distintos momentos de no defender con vigor los intereses comerciales de los canadienses, aunque no se ha pronunciado explícitamente sobre México.

Aunque la firma de acuerdos comerciales es competencia del Gobierno federal, el desafío de los líderes provinciales es la hipótesis más sólida respecto al cambio en el discurso de Trudeau. Además, los canadienses han tenido que hacer frente en años recientes a una elevada inflación, problemas de acceso a la vivienda y aumento del desempleo. Lo cierto es que el primer ministro ya había tenido una posición ambivalente en los últimos días. El pasado sábado, en el marco de la cumbre de APEC en Lima, el mandatario catalogó a México como “un socio comercial sólido”, aunque reconoció inquietudes respecto a los productos chinos.

Previo a las últimas declaraciones de Trudeau, Sheinbaum había achacado los cuestionamientos a cuestiones políticas. Las votaciones están previstas hasta octubre del próximo año, pero como el actual Gobierno es minoritario, existe la posibilidad de que se celebren antes. “Ellos tienen también sus propias elecciones pronto, entonces también usan estos temas como parte de la campaña”, dijo. Aunque ambos países formaron un frente común durante el primer mandato de Trump para la renegociación del anterior acuerdo ―el TLCAN―, las señales indican que la estrategia de Ottawa está cambiando a pocas semanas de la vuelta de Trump a la Casa Blanca.

Todo esto en momentos en que Trudeau mira sin parpadear las encuestas electorales. El Partido Conservador de Canadá tiene una ventaja de entre 17 y 20 puntos en las encuestas sobre los liberales de Trudeau, de acuerdo con varias encuestas recientes. El primer ministro, en el cargo desde 2015, se enfrenta al desgaste y a una caída de su popularidad, y ha perdido a un aliado clave, el Nuevo Partido Democrático, la tercera fuerza política del país.

“La idea de que a través de México están entrando productos chinos para llevarlos a Estados Unidos no es correcta”, insistió Sheinbaum, en un doble intento para que no se abra un nuevo frente con Canadá y para disuadir de Trump de medidas proteccionistas. También ha enviado señales de que tiene intenciones de disminuir su dependencia de productos de Asia y aseguró que el acercamiento con China fue un proyecto de sus propios vecinos, en el que México no tuvo nada que ver.

Dijo, por ejemplo, que la participación china en la industria automotriz de Estados Unidos (un 9%) es mayor que en la de México (7%). Es parte de los datos duros en los que trabajan las autoridades mexicanas para derribar el mito de la “puerta trasera” y para demostrar los beneficios del tratado para los países involucrados, que está alineado a los intereses de Norteamérica y que es un aliado confiable. Para México, la prioridad sigue siendo que el proceso de 2026 sea una revisión y no una renegociación que comprometa el futuro del TMEC. A falta de un largo camino para la anticipada evaluación del tratado, los three amigos ya han comenzado a mover sus piezas.


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