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Niños con tripanofobia o miedo a las agujas: cómo ayudarles a gestionarlo

El dolor y las experiencias traumáticas con las inyecciones suelen ser los desencadenantes de la fobia a los pinchazos en los niños, que es más habitual que en los adultos

Una niña llora durante su vacunación.
Una niña llora durante su vacunación.Unsplash

El dolor asociado a las jeringuillas suele ser el detonante de la tripanofobia, que experimenta un 10% de la población, según un estudio científico al respecto. Las experiencias traumáticas de niños y adolescentes con las agujas a temprana edad determinan el posterior miedo exacerbado a pincharse. En el caso de “los niños más pequeños, no tienen una fobia real a la aguja en sí, sino al dolor que ya saben que les va a causar. A partir de los 3 años, ya asocian que si hay una inyección, esta les va a hacer daño y anticipan una situación angustiosa, intentando huir de ese estímulo”, comenta Raquel Sáenz, técnico en cuidados de enfermería de consultas de pediatría y vacunas del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.

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La escena se repite con singular frecuencia a lo largo de los meses de frío: está en el trabajo cerrando ese informe tan importante que el jefe ha pedido con urgencia; suena el teléfono móvil, mira la pantalla y aparece el nombre del colegio de su hijo. En ese momento, incluso antes de descolgar, es habitual entrar en pánico: "¿Y ahora qué voy a hacer yo con el niño malo?". No es sencillo salir del brete, a pesar de que se produzca a menudo y por diversas enfermedades. Por ejemplo, la gripe, que según un estudio de la <a href="http://www.aeped.es/" rel=”nofollow” target="_blank">Asociación Española de Pediatría</a>, durante las épocas de epidemia, <a href="http://www.aeped.es/sites/default/files/documentos/gripe.pdf" rel=”nofollow” target="_blank">entre el 10 y el 40% de los niños sanos se infectan y el 1% son hospitalizados</a>. Pero hay más: gastroenteritis por rotavirus, faringitis, otitis, laringitis, catarro común o bronquiolitis, de la que estamos ahora en plena epidemia. Como explica José Manuel Moreno Villares, coordinador del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría, "los virus viven mejor en el ambiente frío del invierno. Más aún si hay cambios de temperatura". Además de las correspondientes vacunas —si las hay— <b>existen una serie de trucos que pueden ayudar</b> a prevenir esas situaciones para madres y padres. Estos nos los han chivado algunos pediatras, pero siempre teniendo en cuenta que "el niño debe estar bajo supervisión médica", recomienda Felipe González Martínez, pediatra del <a href="http://www.madrid.org/cs/Satellite?pagename=HospitalGregorioMaranon/Page/HGMA_home" rel=”nofollow” target="_blank">Hospital General Universitario Gregorio Marañón</a>.
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La importancia de la presencia de los progenitores a la hora de pinchar a sus hijos

El acompañamiento de adultos de confianza, como los padres, es fundamental para el niño o adolescente que va a tener una experiencia médica asociada a las agujas. “Les transmite confianza, siempre y cuando, el adulto tenga la capacidad de apoyar emocionalmente al niño en ese momento. También, se procura pinchar lo más rápidamente posible, sin que el pequeño perciba ningún tipo de estrés. En el caso de niños pequeños, intentamos iniciar con ellos una conversación sobre temas, como dibujos animados o superhéroes, que les evada de la situación y evitamos que vean la aguja, a no ser que, explícitamente, soliciten mirarla. A partir de los 7 años, les explicamos en qué consiste el procedimiento de la manera más amena y divertida posible, para que el miedo se quede en un segundo plano”, explica la enfermera Raquel Sáenz.

Síntomas físicos debidos a la tripanofobia

Las pruebas médicas que conllevan pinchazos no suelen agradar a nadie y, a los niños, menos. “El ver un objeto punzante entrando en la piel, puede provoca síntomas físicos, como mareo o palpitaciones. En los adultos, existe menos fobia a las agujas, porque han tenido más experiencias en este sentido y suelen desarrollar una mayor capacidad racional para gestionar el hecho de que hay que hacerlo por la salud. Los mayores tienen más estrategias que el niño o adolescente frente a esta circunstancia, cuya respuesta, en general, será evitar la situación a toda costa”, comenta Ana Asensio, psicóloga, doctora en neurociencia y autora del libro Vidas en positivo.

La pandemia nos ha traído más contacto que nunca con las agujas: vacunas, pruebas médicas y batas blancas. Los medios de comunicación se han hecho eco de ello y la situación de niños y adolescentes con tripanofobia “no se ha agravado, pero se ha hecho más evidente, porque se les activa de forma automática el mecanismo de rechazo y miedo, ya que la imaginación tiende a volar. A la hora de que el niño tenga que pincharse, son de ayuda los recursos amables y lúdicos, como los cuentos o los juegos con maletines de médicos. También, conviene que los padres recuerden y entiendan que es normal el miedo a ir al médico y a pincharse. Es lógico que el niño llore y se resista en la consulta cuando siente temor, porque su expresión emocional es distinta a la del adulto”, añade Asensio.

Distraer la atención del miedo del niño a la aguja

A los niños con fobia a los pinchazos, les puede resultar de ayuda, “los llamados distractores, como en el caso de llevar a la consulta su juguete preferido, el dispositivo móvil con el que se entretienen mejor, cantar, o tomar algo dulce mientras se le administra la inyección. Asimismo, los anestésicos tópicos para reducir la sensación de dolor, pueden ayudar a disminuir el temor. Hay niños que prefieren que se les explique lo que se les va a hacer con la aguja; la sensación que van a tener y, otros, que optan por no mirar, ni saber nada al respecto, por lo que si se crea un vínculo de confianza con la persona que va a realizar la punción, para que el paciente pueda expresar sus miedos y cómo aliviarlos, el proceso será más sencillo. En el caso de que el niño sea pequeño, conviene que estas pruebas médicas se realicen con el pequeño sentado en el regazo de un adulto que le inspire apoyo y le haga sentir seguro”, concluye la psicóloga Ana Asensio.

Fobia a las agujas y vacunas en niños

El niño que tiene una experiencia negativa con respecto al dolor que le provoca una vacuna entra en un círculo vicioso de miedo y ansiedad, que se refuerza con imágenes, como la sala de espera o la bata blanca. Por ello, es fundamental el abordaje del dolor para evitar rechazos a la vacunación y por ello se han creado grupos de investigación para disminuir el miedo a las agujas desde que el niño es un lactante. En las consultas de atención primaria, se aborda la aplicación de vacunas de manera diferente según la edad del niño y se enfoca a la formación del personal sanitario y de los padres, para que sepan manejar la situación, de forma que se favorezca que los pequeños tengan menos miedo a vacunarse”, concluye María Garcés-Sánchez, miembro del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP), pediatra del Centro de Salud Nazaret de Valencia.

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