Siete consejos para sobrevivir a un carnaval infantil
El nivel de perfección en los disfraces ha subido tanto que parece una competición encubierta para ver quién es la madre o el padre más artesano o qué adulto tiene más dinero para comprar el traje más completo y novedoso
Cuando yo era pequeño, para Carnaval nos disfrazábamos con cualquier tontería y nos quedábamos más que felices. Nadie competía con nadie y un simple sombrero de plástico y un revolver ya te convertían en vaquero y una falda y una corona en princesa, sin que varias madres te miraran con sonrisa sarcástica. Pero desde hace un tiempo, todos los padres Instagram parece que quieran recrear el Carnaval de Río en las fiestas del colegio, quizá para que sus hijos sean más felices esos días o quizá para fardar en redes, que vete tú a saber.
El nivel de perfección en los disfraces ha subido tanto que parece una competición encubierta para ver quién es la madre o el padre más artesano y dedicado que fabrica a mano el más original o qué adulto tiene más dinero para comprar el traje más completo de la marca más cara en la boutique más exclusiva. ¿Problemas del primer mundo? Por supuesto. Pero no por eso dejan de acongojar a muchas familias.
Durante carnaval, muchas madres se esclavizan a ellas mismas durante días, cosiendo y construyendo el disfraz ideal, con mucho amor y mucho sueño. Y lo triste es que, quizá, sus hijos no valorarán ese esfuerzo y al final se quejarán porque querían ir de Batman o de Elsa de Frozen o de BatElsa, que siempre hay amantes de los crossovers.
No sé si este año la mayoría serán de Barbie y de Oppenheimer, o todo será una franquicia Disney con sus tres marcas estrella (Disney, Marvel y Star Wars). Pero, en cualquier caso, aquí te dejo varios consejos para pasar los carnavales sin (muchos) nervios.
- No te agobies. El carnaval tiene que ser divertido, así que rebaja tu estrés. Piensa que hay alumnos que han estado llegando tarde a clase de manera continuada durante años y nadie los ha expulsado. También hay familias que ignoran siempre el día de la fruta y tampoco les han quitado la custodia de los críos. Así que llega a lo que puedas. Y, si un día no puedes cumplir con las indicaciones del disfraz que toca (calcetines de distinto color, delantal para cocinar, peinado alocado), no vendrán servicios sociales a llevarse a tu niño ni lo comentarán por los altavoces del patio para humillarte.
- Recuerda que el disfraz no es obligatorio, según el Ministerio de Educación. A tus hijos no les ponen nota según la calidad del disfraz, ni constará en su expediente académico que el día que tocaba ir en pijama llevaron un vestido normal o que no mezclaron los colores de los calcetines. Es más, si me apuras, seguro que ni tus propios hijos se acordarán de qué iban disfrazados si les preguntas dentro de dos meses. Así que relativízalo todo y procura que tus hijos se diviertan. Porque si los riñes para que se disfracen bien, pierde todo el sentido.
- Implica a tus hijos en la gestión carnavalesca. No les resuelvas el marrón como un genio de la lámpara. Tú no eres una modista ni un sastre que cobre de su cliente, sino un adulto que dedica parte de su tiempo a preparar un disfraz lúdico. Si tus hijos quieren un disfraz, que apechuguen y colaboren. Ya sea paseando por tiendas para ver cuál es el más indicado o fabricándolo a mano en plan M.A. de El equipo A. Bueno, esa es la idea, hasta que estropeen, rompan o manchen algo, te pongan de los nervios y los mandes a ver la tele.
- Recuerda que existe el comodín de la solución rápida. Es precioso aspirar a la excelencia, pero en caso de crisis nerviosa recuerda que en cualquier bazar tendrán complementos para montar un disfraz marca blanca por menos de 10 euros. Quizá te sale algo como el Increíble Vaquero Ninja Payaso Atrigrado, pero seguro que en Netflix hay alguna serie de algo parecido.
- Pide ayuda a la tribu y fomenta el reciclaje. A los niños no les gusta repetir disfraz, así que pregunta en su clase actual o a adultos del curso superior, para ver quién te puede dejar o vender barato un disfraz del año pasado.
- Potencia tu creatividad de manera práctica. Para conseguir un disfraz que no lleve ningún otro niño no hace falta pasarse dos semanas viviendo con angustia. Porque la creatividad práctica nos sacará del apuro. Piensa en profesiones minimalistas y actúa en consecuencia. Te regalo tres ejemplos: con una simple caja de cartón rellena de papeles o un sobre con un libro dentro, tu crío ya va disfrazado de repartidor (y si se presenta dos horas tarde en clase ya lo contratan fijo en algunas empresas). O si lo vistes con el pijama cada día de clase irá disfrazado de despistado. Y si ya no tienes tiempo ni de eso, pues que vaya vestido como en cualquier día normal y que diga que lleva el uniforme de autónomo.
- Si todo falla, te queda un último recurso. Pese al cambio climático, recuerda que aún estamos en invierno y hay muchos virus en el ambiente. Tu hijo podría encontrarse mal casualmente la tarde del festival de disfraces y te ahorrarías un montón de nervios y gestiones. Eso sí, no lo avises en clase el miércoles, que se te verá el plumero.
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