Trump no es un accidente
Sea cual sea el resultado, el candidato republicano representa profundos cambios en la política norteamericana y también global
El escrutinio no ha acabado, y probablemente acabe en los tribunales, pero ya sabemos algunas cosas con certeza. Donald Trump no ha perdido y Joe Biden aún no ha ganado. Estas pueden ser las claves para explicar por qué Trump no es un accidente electoral del 2016 que el 2020 iba a corregir. Al contrario. Trump representa -y mucho- profundos cambios en la política norteamericana y, también, global.
1. Voto latino. “Los latinos son republicanos, pero todavía no lo saben”, dijo alguna vez Ronald Reagan. Conservadores, con la familia en el centro y con hijos e hijas que ya no son inmigrantes, sino estadounidenses nativos, parecen haberle dado la espalda a los demócratas. Trump ha aumentado su cuota respecto a 2016.
2. Voto oculto (mucha menos distancia, según encuestas). La mayoría silenciosa, de la que ya hablaba Trump y sus seguidores en 2016, ha vuelto a votar. No lo perciben las encuestas, tampoco las métricas y herramientas demoscópicas tradicionales. Las encuestas pueden favorecer los sesgos, pero pueden no detectar los cambios ni la determinación del votante que usa a Trump para votar contra muchas cosas, personas e ideas. Trump es útil para el voto emocional.
3. Voto industrial. El famoso Rust Belt (Cinturón del Óxido, en español, denominado así por su declive económico) lo ha vuelto a hacer. Ni las promesas incumplidas, ni las nuevas preocupaciones de las soccer mum, han podido con este cinturón castigado por los efectos negativos de la globalización y al que Trump les habla directamente. La calculada estrategia contra China tiene en este ecosistema en crisis una fuerte acogida.
4. Los cinturones de Trump. El Rust Belt, como en 2016, le da buena parte de la victoria a Trump. Pero el cinturón bíblico (Georgia) y la mitad del cinturón del sol (Texas y Florida), mantienen a Trump. Utah (cinturón mormón) será republicano.
5. La ciencia y la política no son lo mismo. Del anti-élite Washington (2016), al anti-élite científica (2020). Trump construyó un puente narrativo entre el 2016 y el 2020. Le sirvió para contrarrestar las más de 230.000 muertes y los casi nueve millones y medio de contagios por la covid-19. Así, con mítines multitudinarios y confrontando directamente contra los argumentos científicos, logró aglutinar a su base anticonfinamiento y antivacunas y, también, ensancharla. Salvar la economía fue, para ellos, salvar el país.
6. Voto económico. Trump ha hecho bandera de la economía durante toda su campaña. Y parece haberle dado resultado. Ante una situación de crisis, parece haber superado la adversidad de que la ciudadanía estadounidense piense quién ha gestionado mejor la crisis sanitaria, para pensar en quién gestionará mejor la crisis económica que puede venir.
7. Votamos personalidad y carácter. ¿Qué tiene Trump que agrada también a muchos sectores que no se sienten representados ni identificados con la oferta electoral y política tradicional?
Trump encarna la audacia del canalla al que todos dan por perdedor y consigue, finalmente, con todo tipo de argucias, vencer al destino predeterminado. Es el tipo listo que engaña y miente al inteligente para vencer, y que es capaz de cualquier cosa por la victoria. Su modelo no es el mérito, sino la audacia desafiante.
8. El fallo -de nuevo- de las encuestas. Pese a los avisos, pese a que las encuestadoras indicaban que estaba todo previsto, el ajustadísimo resultado muestra que las encuestas han vuelto a fallar de forma estrepitosa. No se puede gobernar a una sociedad que no se entiende, y las encuestadoras preguntan por sus opiniones estadounidenses en lugar de observar y analizar sus comportamientos, emociones y sesgos ocultos. De nuevo, Trump tenía razón: “No hagáis caso de las encuestas, nos va a ir bien, y son mentira”.
9. El estilo Clinton y el carisma Obama cuestionados (aunque gane, finalmente Biden). El estilo Clinton, una marca exitosa durante los años noventa, queda lesionado, y de forma consecutiva. El carisma de Obama, por su parte, podría por segunda vez no alcanzar. Así, el legado y el mito Obama, se desdibujan y, por ahora, no logran trascender. Despreciar a tu rival te impide entender sus razones, sus motivaciones y sus conexiones con el alma de los electores.
10. La estética sobre la ética. La gorra de Donald Trump, conocida como MAGA por su eslogan “Make America great again” ha sido un icono de la campaña electoral por medio de la cual Trump lograba conectar con sus seguidores lanzándola al escenario o bien derribando -virtualmente- a demócratas a su paso como mostraba en uno de sus últimos y juguetones vídeos.
Su último video bailando YMCA llamando al voto visibiliza un presidente divertido y con gracia, motivado y hasta despreocupado, sintonizando con un ambiente más festivo que de seriedad y preocupación. El último baile puede ser el primero de su segundo mandato.
Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación. @antonigr
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