Von der Leyen inicia su campaña decisiva para repetir al frente de la Comisión Europea con guiños a los moderados
Sánchez y Scholz serán los negociadores de los grandes puestos por parte de los socialdemócratas, mientras que Mitsotakis y Tusk lo serán por los populares
No hay certeza para Ursula von der Leyen en su camino para repetir como presidenta de la Comisión Europea. En un Parlamento Europeo más derechizado y caleidoscópico tras los comicios de este domingo, donde la extrema derecha y las fuerzas euroescépticas han logrado importantes cuotas de poder en Francia, Alemania, Austria e Italia, la conservadora alemana empieza ahora su verdadera campaña electoral para quedarse al frente del Ejecutivo comunitario. Y lo hace en medio de una inmensa sacudida política ultra en Berlín y París, cuya onda expansiva puede alcanzar a toda la UE. En un clima de gran volatilidad global, Von der Leyen tratará de apoyarse en los europeístas y moderados. “El centro resistió, pero también es cierto que los extremos de izquierda y derecha han ganado apoyos”, ha dicho este lunes Von der Leyen en Berlín, en la sede de su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU). “Este resultado también conlleva una gran responsabilidad para los partidos de centro”, ha insistido.
El de la jefatura de la Comisión no es el único gran puesto en juego. Los jefes de Gobierno de España, Pedro Sánchez, y de Alemania, Olaf Scholz, negociarán para que los socialdemócratas logren la mejor representación posible; para la presidencia del Consejo Europeo algunas fuentes barajan al ex primer ministro portugués socialista Antonio Costa. El polaco Donald Tusk y el griego Kyriakos Mitsotakis serán los negociadores populares.
La familia política de la conservadora alemana, el Partido Popular Europeo, ha logrado un buen resultado. Y, aunque tocada, resistiría la coalición europeísta con socialdemócratas y liberales —a la que podría tratar de sumar a los verdes con los que ya ha habido contactos aunque no negociaciones formales, según la formación ambientalista— para dar estabilidad a una Eurocámara muy diversa en un momento convulso para Europa. Pero el auge de los euroescépticos (incluso eurófobos), el desembarco de nuevos partidos sin familia política y sus coqueteos con la ultraderecha, le pueden costar el puesto. Von der Leyen inicia ahora el cortejo de los líderes de los 27 Estados miembros, que tendrán que proponerla; y de cada una de las delegaciones nacionales de la Eurocámara, que debería proponerla si pasa esa primera prueba. Jugará eurodiputado a eurodiputado. Necesitará sumar 361 de los 720 escaños del hemiciclo.
En 2019, cuando emergió como candidata tapada, propuesta en la mesa de los líderes por Francia y Alemania sin estar en ninguna quiniela, Von der Leyen pasó el corte parlamentario por nueve votos, en un proceso en el que el sufragio es secreto. Populares, socialdemócratas y liberales suman en el nuevo hemiciclo 401, según los resultados provisionales difundidos por la Eurocámara; son 40 más de los que la alemana necesita. Y sin contar a los verdes (52 escaños), que se han ofrecido como fuerza “constructiva” y freno de emergencia a la ultraderecha, siempre y cuando la alemana vuelva a alzar el pacto verde como prioridad. La política democristiana se ha acercado a ellos en las últimas semanas.
Más fragmentada y menos inteligible
“Parece una mayoría cómoda, pero definitivamente no suficiente para asegurar el segundo mandato de Von der Leyen”, advierte Alberto Alemanno, profesor Jean Monnet de Derecho y Política de la Unión Europea en HEC París. “La política de la UE parece no solo más fragmentada, sino también menos inteligible que nunca”, remarca el experto.
Aunque la aritmética parlamentaria le sale sobre el papel, Von der Leyen no tiene garantizados los votos de toda su familia europea —aunque son pocos, Los Republicanos franceses, por ejemplo, aseguraron que no la apoyarían—.Y mucho menos de socialdemócratas y liberales, que han advertido de que tendrá consecuencias un acercamiento a partidos ultras, como el de Giorgia Meloni, Hermanos de Italia, una formación con raíces neofascistas que ha quedado primera, con un 28% de los sufragios italianos.
“Nosotros somos el ancla de la estabilidad y los votantes reconocieron nuestro liderazgo”, ha lanzado Von der Leyen. “En estos momentos turbulentos, necesitamos estabilidad, rendición de cuentas y continuidad”, ha remarcado, abogando por sus alianzas tradicionales. La alemana, pragmática, quiere a toda costa garantizarse la jefatura del Ejecutivo comunitario, el puesto con más poder de la UE. Se acercará primero a socialdemócratas y liberales, con los que dijo que había trabajado bien. Pero el domingo dejó claro que deja las puertas abiertas a alianzas con “proeuropeos, proucranios y favorables al Estado de derecho”. Esa premisa, que se ha convertido en su definición clásica de un nuevo cordón sanitario flexible, abarcaría a los verdes, pero también, según ha ido apuntando durante la campaña, a Meloni.
Yincana de presión política
La presidenta de la Comisión Europea empieza este lunes conversaciones informales y una nueva yincana de presión política que la llevará a Alemania, Italia —donde participará en la reunión del G-7—, Suiza —para participar el fin de semana en la conferencia sobre el plan de paz de Ucrania— y de vuelta a Bruselas, donde espera que los líderes la proclamen como su candidata en una cena el 17 de junio. Su puesto no es el único gran cargo para repartir. También está en juego quién presidirá el Consejo Europeo —el órgano que engloba a los líderes de los Veintisiete—, la Alta Representación en Política Exterior de la UE y la presidencia del Parlamento Europeo.
La cena se prevé intensa. Un abultado grupo de líderes no quieren que Von der Leyen esté presente para poder mantener una discusión franca, asegura una alta fuente comunitaria. “Quieren poder debatir libre y abiertamente”, comenta. Además, el terremoto político en Francia puede acelerar el proceso. Alemania y otros Estados miembros quieren resolver todo el reparto antes de la primera vuelta de las elecciones legislativas que convocó el domingo el presidente francés, Emmanuel Macron, tras la debacle de su partido, el liberal Renacimiento, y el enorme resultado del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen. “Soy partidario de superar todos estos retos este mes, es decir, de decidir rápida y ágilmente”, ha dicho este lunes el canciller Scholz.
Von der Leyen se presentará estos días como la garante de la estabilidad para la UE en un mundo con grandes amenazas, como la guerra de Rusia contra Ucrania, la de Israel en Gaza, una perspectiva nefasta para Europa si el republicano Donad Trump regresa a la Casa Blanca tras los comicios presidenciales en EE UU de noviembre, y el empuje de China. La alemana cree que juega en su favor la experiencia, los logros de esta legislatura —que, sin embargo, no han premiado a la gran coalición europeísta, al contrario— y que, de momento, no han aflorado otras alternativas.
Todo es enormemente volátil. Y más con el auge de la ultraderecha, los antieuropeos y los partidos populistas, que ya están normalizados en Europa, como se ha visto en las elecciones a la Eurocámara; ese bloque radical, aunque dividido y diverso, supone el 25% de los escaños y con importante peso en los grandes: Alemania, Italia, Francia. Esas formaciones presionarán para una política más dura sobre inmigración y para aligerar la agenda climática. Con un Parlamento más a la derecha, tampoco será fácil dar pasos en la estrategia de seguridad ni en la competencia industrial de Pekín y Washington.
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