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Ucrania presiona a sus aliados occidentales al abrir el debate sobre recuperar la bomba atómica

Kiev niega que quiera desarrollar armamento nuclear, pero Zelenski ha planteado la cuestión en público y su Ministerio de Defensa tiene un informe sobre cómo producirlo

Soldados de la Brigada 57 durante un entrenamiento militar en la región de Járkov (Ucrania), este jueves. Foto: SERGEY KOZLOV (EFE) | Vídeo: EPV
Cristian Segura

En Estados Unidos hay una expresión procedente del fútbol americano que define la estrategia que ha llevado a Volodímir Zelenski a reabrir un debate tabú: la opción de Ucrania de desarrollar su propio armamento nuclear. Esta expresión es Hail Mary (traducido, “Ave María”) y significa un último movimiento desesperado para conseguir una victoria. Situar en el escenario internacional el trampantojo de la bomba atómica, según coinciden expertos consultados por EL PAÍS, sería un Hail Mary del presidente ucranio para convencer a sus aliados de que acepten en la OTAN al país invadido y de que le permitan usar misiles de largo alcance en suelo ruso.

La primera vez que Zelenski habló de ese asunto fue el pasado septiembre, durante una reunión en Nueva York con el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. El líder ucranio le presentó su llamado plan para la victoria, un documento de cinco puntos a partir de los cuales su país tendría suficiente fuerza militar para forzar a Rusia a sentarse a negociar. El punto más importante es que Ucrania sea invitada de inmediato a formar parte de la OTAN, algo a lo que Estados Unidos y Alemania —principalmente— se han negado hasta hoy. “O Ucrania tiene armas nucleares que le sirvan de protección, o debe formar parte de alguna alianza. Y aparte de la OTAN, no sé de ninguna alianza que sea efectiva. Creo que Trump me escuchó y que le pareció un argumento sólido”, explicó Zelenski de la conversación.

Antigua potencia nuclear

El líder ucranio insistió en ello el pasado octubre en Bruselas, en otro encuentro con dirigentes occidentales para presentar su plan para la victoria. Zelenski recordó que Ucrania era la tercera potencia nuclear del mundo tras conseguir su independencia en 1991, pero que renunció a sus armas atómicas en 1996 a cambio del memorando de Budapest, un acuerdo de seguridad firmado en 1994 con Washington, Rusia y el Reino Unido. “¿Cuál de estas potencias nucleares sufrió? ¿Todas? No, Ucrania. ¿Quién renunció a las armas nucleares? ¿Todos ellos? No, Ucrania. ¿Y quién está luchando hoy? Ucrania”. Zelenski repitió también las palabras que le dijo a Trump.

“Los países de la OTAN no están en guerra. La gente está viva en los países de la OTAN. Por eso nosotros elegimos la OTAN, no armas nucleares”, añadió Zelenski en Bruselas. Un día más tarde, tras el revuelo causado, el presidente matizó sus palabras durante un encuentro con el secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rutte: “No estamos fabricando armas nucleares. Lo que quería decir es que no hay otra opción más potente de seguridad, al margen de estar en la OTAN”.

La cuestión ha vuelto a primera línea de la atención mediática cuando el diario The Times publicó el 13 de noviembre un informe del Instituto Nacional de Estudios Estratégico (NISS) que detalla cómo Ucrania puede desarrollar en cuestión de meses una bomba atómica rudimentaria que tendría una décima parte de la potencia de la que lanzó Estados Unidos contra Nagasaki en 1945. Ucrania cuenta con suficiente plutonio en sus centrales nucleares como para fabricar un centenar de estas bombas nucleares tácticas, según el informe. El NISS es un centro de análisis de defensa dependiente de la oficina del presidente. El documento fue presentado al Ministerio de Defensa.

El portavoz del Ministerio de Exteriores ucranio reaccionó al instante negando en un comunicado que su país quiera tener armas nucleares: “Ucrania da apoyo al Tratado de No Proliferación Nuclear, no tenemos, no desarrollamos y no tenemos intención de adquirir armas atómicas. Ucrania coopera estrechamente con el Organismo Internacional de la Energía Atómica y es totalmente transparente en su monitorización, que excluye el uso de material nuclear para fines militares”.

Mijaílo Podoliak, asesor de Zelenski, aportó el jueves a la agencia RBC otra perspectiva en el debate: si Ucrania viera que la bomba atómica es útil, la desarrollaría, pero considera que no lo es. “Si fuera una decisión que pudiera de forma definitiva cambiar la situación en el frente, entonces sería posible hacerlo, pese a todas las dificultades legales y de reputación, pero no es una medida que nos aporte un cambio significativo en el frente”, dijo Podoliak.

El asesor de la oficina del presidente especificó que el armamento que sí puede suponer un salto adelante es la aportación de más misiles de largo alcance y la autorización para ser utilizados en suelo ruso, algo que por el momento socios clave como Estados Unidos o Alemania no permiten. El informe del NISS indica que la bomba atómica que podría desarrollar Ucrania tendría “suficiente potencia para destruir una base aérea rusa por completo o una concentración de instalaciones militares, logísticas o industriales”.

Causó un enorme revuelo mediático en Ucrania una entrevista del pasado septiembre en Espreso con el ex viceprimer ministro Oleg Ribachuk en la que este advertía que si Estados Unidos no apoyaba lo suficiente a Ucrania, el país debía utilizar su capacidad para fabricar bombas nucleares: “Es realista decir que podemos empezar a desarrollar nuestras armas nucleares, siguiendo el ejemplo de Israel, que dicen que no las tienen”.

“Una provocación”

“El Ministerio de Exteriores ya ha dejado claro que no hay programa nuclear alguno, fin del tema”, dice Oleksii Melnik, codirector del Centro Razumkov de estudios de defensa y geopolíticos. “Las declaraciones de Zelenski deben entenderse como una provocación hacia los aliados, no como una declaración de intenciones: si no nos dais garantías de seguridad, ¿qué debemos hacer? ¿Tener la bomba atómica?”, ilustra Melnik.

Tadeusz Iwanski, investigador del Centro para Estudios del Este, en Varsovia, cree que la provocación de Zelenski o las palabras de Podoliak “son un mensaje ‘sutil’ para que Occidente, y en concreto Estados Unidos, entreguen armas de largo alcance y levanten sus restricciones. Es muy arriesgado porque dispara las alarmas en Occidente y alimenta la propaganda rusa de que Ucrania está fabricando una bomba sucia”.

Mikola Bielieskov, experto del NISS, no quiere entrar a evaluar las “especulaciones” sobre una bomba nuclear ucrania, pero sí destaca que lo que está en juego es la no proliferación nuclear cuando la OTAN no da la ayuda suficiente a Ucrania frente a una potencia nuclear como Rusia. Bielieskov cita además un artículo publicado este noviembre en el Bulletin of the Atomic Scientists escrito por Mariana Budjerin, investigadora del Centro Belfer de la Harvard Kennedy School de Estados Unidos. Son tres las posibles explicaciones de “la resurrección por parte de Zelenski de la propuesta de: u OTAN, o bombas nucleares”, según Budjerin: “O es una amenaza nuclear real”; “un farol desesperado para convencer a Occidente para que inviten a Ucrania a la OTAN”; o “un recuerdo de la contribución ucrania, de buena fe, a la no proliferación nuclear en los noventa”.

Budjerin se decanta por la idea de que Zelenski “pueda estar desempeñando un viejo papel utilizado en el pasado por los aliados de Estados Unidos de poner en la balanza la proliferación nuclear para conseguir a cambio mejores garantías de seguridad”. Esta experta indica que esta estrategia tiene números de fracasar porque alejaría a Ucrania de sus socios occidentales y de formar parte de la UE. Melnik esgrime precisamente al rechazo que provocaría en Occidente que Ucrania tenga un programa militar nuclear como prueba de que es imposible que sea una realidad.

Budjerin concluye el artículo advirtiendo de que una Ucrania armada nuclearmente no puede descartarse: “Solo una solución sólida en el largo plazo, como la membresía en la OTAN, enterrará al fantasma de una Ucrania armada nuclearmente”. El codirector del Centro Razumkov añade que el debate generado también tiene como objetivo alertar a Estados Unidos y a las potencias europeas de que fallaron a Ucrania cuando en 1994 se comprometieron a defenderla a cambio de renunciar a la bomba atómica: “Es una oportunidad para que Occidente deje claro a Rusia que su nueva normalidad, legitimar a nuevos países nuclearizados como Corea del Norte o Irán, no funcionará”.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.
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