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Tres exministros de Exteriores alertan de que el potencial desestabilizador del conflicto en Gaza es mayor que el de Ucrania

Margallo, Moratinos y González Laya, jefes de la diplomacia con el PP y el PSOE, coinciden en reclamar una solución para el pueblo palestino

Miguel González
Miguel Ángel Moratinos, entonces enviado de la UE, con el líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasir Arafat, durante una reunión en Ramala el 3 de diciembre de 2001.
Miguel Ángel Moratinos, entonces enviado de la UE, con el líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasir Arafat, durante una reunión en Ramala el 3 de diciembre de 2001.EFE

La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, ha acusado a Pedro Sánchez de “equidistancia entre terroristas y víctimas”, mezclando en la misma frase al jefe del Gobierno en funciones con la noticia de la decapitación, nunca confirmada, de 40 bebés en un kibutz (cooperativa agrícola) israelí. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha reprochado a los socios de gobierno del PSOE que sean “comprensivos” con los ataques terroristas de Hamás. El portavoz socialista en el Congreso, Patxi López, ha calificado estas críticas de “indecencia política” y a sus autores de “carroñeros”. Madrid ha sido escenario esta semana de dos manifestaciones contrapuestas: una de solidaridad con Israel, ante su Embajada, con el PP y Vox; y otra de solidaridad con el pueblo palestino, en la Puerta del Sol, con Podemos e Izquierda Unida.

“Hay que evitar que [este conflicto] se use como arma arrojadiza y acabe generando un problema interno”, advierte Arancha González Laya, ministra de Exteriores de Pedro Sánchez entre 2020 y 2021. “Haríamos muy bien en sacar este tema de la pequeña disputa doméstica y de la lucha cainita en que se ha convertido la política partidista. En el pasado reciente hemos sufrido el yihadismo”, advierte, en alusión al 11-M.

González Laya es ahora decana de la Escuela de Asuntos Internacionales (PSIA) de París y vive en Francia, donde se han prohibido las manifestaciones propalestinas y el presidente, Emmanuel Macron, ha tenido que hacer llamamiento a la unidad del país, mientras un profesor era apuñalado por un yihadista y se multiplicaban los ataques antisemitas.

Arancha Gonzalez Laya durante una rueda de prensa en Ramala, Cisjordania, en diciembre de 2020.
Arancha Gonzalez Laya durante una rueda de prensa en Ramala, Cisjordania, en diciembre de 2020. ALAA BADARNEH (EFE)

José Manuel García-Margallo, titular de Asuntos Exteriores de 2011 a 2016, del PP, afirma: “Lo primero que tenemos que hacer es decirle a Israel que estamos con ellos y reconocemos su derecho a defenderse”. “Pero añadiendo a continuación que el derecho a defenderse tiene un límite: la legalidad internacional y el derecho humanitario. Cortar el agua y la electricidad a dos millones de personas es una forma medieval de hacer la guerra”, subraya, en alusión al bloqueo israelí de Gaza.

Margallo advierte de que “esto no ha hecho más que empezar” y no oculta su preocupación. “Israel dice que este es su 11-S y no debemos olvidar que aquello provocó la invasión de Afganistán e Irak”, subraya. El exministro de Mariano Rajoy y actual eurodiputado del PP cree que “el potencial desestabilizador [de este conflicto] es mayor que la de la guerra de Ucrania, que ha quedado encapsulada”. Y alerta del riesgo de desestabilización de todo el mundo árabe, especialmente de los países que se acercaron a Israel con los acuerdos de Abraham, incluido Marruecos, vecino de España.

Ninguna sorpresa

Miguel Ángel Moratinos, ministro de Exteriores de 2004 a 2010, con el presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, admite: “La calle árabe está con la causa palestina y los dirigentes de esos países son los primeros que deben tomar nota de los sentimientos y actitud de sus ciudadanos”. Para este diplomático, que fue enviado especial de la UE para Oriente Próximo y ha dedicado tres décadas de su vida a este conflicto, lo sucedido no es “ninguna sorpresa”. “Todos sabíamos que, si no se impulsaba una solución, antes o después se produciría un estallido”, explica. “Se vivía en una especie de burbuja, se quería pasar página sin resolver el problema. Ya no se hablaba ni siquiera de darle un horizonte político”, reflexiona.

González Laya subraya que, el 29 de septiembre, el consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, presumía de que Oriente Próximo estaba más tranquilo que nunca en las dos últimas décadas. Y recuerda lo que ocurrió cuando en diciembre de 2020 viajó a Israel y Palestina y planteo la posibilidad de relanzar el proceso de paz, con motivo del 30º aniversario de la conferencia de Madrid: “La respuesta de mis interlocutores, también en EE UU, fue que esa no era una prioridad”.

José Manuel García-Margallo, a la derecha, con el presidente israelí, Simon Peres, durante su visita a Jerusalén en 2013.
José Manuel García-Margallo, a la derecha, con el presidente israelí, Simon Peres, durante su visita a Jerusalén en 2013. ABIR SULTAN (EFE)

Moratinos, remiso a hacer declaraciones, mide al milímetro sus palabras: “Todos somos solidarios con el sufrimiento del pueblo israelí y comprendemos su respuesta, pero esta debe ser ponderada, si no se quiere multiplicar el apoyo a Hamás”. Tras recordar que fue él quien impulsó la inclusión de la milicia islamista en la lista de organizaciones terroristas de la UE, llama a “no caer en la trampa de identificar a Hamás con el pueblo palestino” o convertirlo en único interlocutor. Reconoce que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) está muy cuestionada, pero considera imprescindible “ayudar a reconstruir un nuevo liderazgo que recupere la unidad palestina”. González Laya apostilla: “Han sido muchos los que se han dedicado a debilitar al único con quien se podía negociar”.

Humo iraní

La implicación de Irán en el ataque de Hamás es el elefante en la habitación. Margallo cree que “el acercamiento de Arabia Saudí a Israel dejaba a Teherán fuera de juego” y que Hamás no habría podido lanzar su operación sin el visto bueno de su aliado iraní, “pero nadie quiere señalar a Irán, porque eso obligaría a tomar medidas”. González Laya añade: “No tenemos pruebas directas de su implicación, pero hay un componente iraní en la ecuación, vemos de dónde sale el humo, aunque no veamos la pistola”. Moratinos se limita a certificar que, fuera o no ese el objetivo, “el proceso de acercamiento de algunos países árabes a Israel tendrá una pausa”.

Los tres están de acuerdo en que Europa habría cometido un “error estratégico” si hubiese suspendido la cooperación con Palestina, como pretendía el comisario húngaro de Ampliación, Olivér Várhelyi, aunque, en palabras de Margallo, sí debe “extremar la vigilancia para evitar que se desvíe ni un euro”. Este considera que “la UE no tiene capacidad de mediación” y que los únicos que pueden jugar ese papel son Turquía y Qatar. De su lado, González Laya cree que “Europa puede hacer mucho más, pero para eso hace falta que tenga una sola voz. No está en posición de liderar [la búsqueda de una solución] pero sí puede contribuir”. Moratinos se lamenta: “La UE puede y debió haber hecho mucho más”. “Los europeos no podemos aceptar ser convidados de piedra. Oriente Próximo es nuestra vecindad, mientras que Estados Unidos, pese a sus fuertes vínculos, tiene el Atlántico de por medio”.

“Ahora estamos en el momento de la emoción, pero tenemos que pensar en el día después y volver a ocuparnos de la resolución del conflicto”, subraya Moratinos. Para los tres exministros no hay más salida que los dos Estados, aunque eI Gobierno israelí lleve años trabajando para hacerla inviable. “O dos Estados o un Estado binacional” que acabaría en un apartheid de los palestinos, subraya Margallo, que no es optimista sobre la posibilidad de que Israel lo acepte. “Cuando se lo dije a Netanyahu me contestó: ‘Nos retiramos de Gaza y ahora nos lanzan cohetes desde allí”.

La guerra de Oriente Próximo recuerda al exministro del PP un juego de muñecas rusas: está el conflicto palestino-israelí pero también la rivalidad entre suníes y chiíes y el supuesto choque entre Occidente y el islam. Como Alto Representante de la ONU para la Alianza de Civilizaciones, Moratinos asegura que su mayor empeño es redoblar los esfuerzos para “romper el discurso del odio” y evitar que el choque de civilizaciones acabe siendo “una profecía autocumplida”. “El único choque que existe es entre poderes, no entre religiones”, concluye.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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