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Xi Jinping tiende una mano diplomática a Bachar el Asad con la firma en China de una “asociación estratégica”

El líder sirio, aislado por Occidente, acude al gigante asiático en busca de ayuda para reflotar una economía en caída libre

Xi Jinping
El presidente sirio, Bachar el Asad, junto a su esposa, Asma, es recibido en el aeropuerto de Hangzhou, en China, el jueves 21 de septiembre.SANA (via REUTERS)

El presidente de China, Xi Jinping, y su homólogo sirio, Bachar el Asad, han anunciado durante un encuentro este viernes el establecimiento de una “asociación estratégica”. El gesto de Pekín supone un valioso aliento diplomático hacia un líder aislado por Occidente y en busca de reconocimiento internacional. Desde que arrancó la guerra en Siria en 2011, el mandatario apenas ha pisado Rusia e Irán ―sus principales aliados― y, más recientemente, los países árabes que le han vuelto a tender la mano. El Asad ha acudido a China después de haber sido rehabilitado como socio de la Liga Árabe en mayo de este año y con la esperanza de que el gigante asiático le ayude a reflotar una economía en caída libre, en la que se superpone la catástrofe humana del terremoto a la espiral de miseria acumulada por un conflicto interno cronificado.

“Las relaciones entre China y Siria han resistido la prueba de las cambiantes situaciones internacionales, y la amistad entre ambos países se ha fortalecido con el tiempo”, ha asegurado Xi durante el encuentro, según la lectura de la agencia oficial Xinhua. La entrevista ha tenido lugar en la ciudad china de Hangzhou —engalanada para la apertura de los Juegos Asiáticos—, donde aterrizó el jueves Al Asad.

El mandatario chino ha ofrecido el apoyo a Siria frente “a la injerencia extranjera” y la salvaguarda de su “soberanía e integridad territorial”, además de ayuda a la “reconstrucción” y el fortalecimiento de su capacidad “antiterrorista”. Xi ha defendido que Damasco encuentre una “solución política” propia a la guerra civil y la mejora de sus relaciones con otros países árabes.

El encuentro subraya el creciente interés de la República Popular en Oriente Próximo. Y su proyección hacia los llamados países del sur global, a los que China se acerca cada vez más: Xi ha enfatizado su disposición a trabajar con Siria para “salvaguardar los intereses comunes de los dos países y del gran número de países en desarrollo”.

Mientras, El Asad ha loado el “éxito” del socialismo “con características chinas” y ha defendido que Pekín siempre ha estado del lado “del derecho internacional” desempeñando un papel “constructivo”, según Xinhua. También ha valorado las numerosas iniciativas de ambiciones mundiales lanzadas por Pekín en los últimos años —de la Nueva Ruta de la Seda a la Iniciativa de Desarrollo Global— y ha asegurado que su país “participará activamente” en ellas. “Esta visita es extremadamente importante por su momento y sus circunstancias, porque se está constituyendo un mundo multipolar que va a restaurar el equilibrio y la estabilidad en el mundo”, ha indicado, según la agencia oficial siria, Sana. Al Asad ha mostrado su oposición a cualquier “injerencia en los asuntos internos de China” ofreciendo su amistad “incondicional y a largo plazo”.

El comunicado recuerda en varios pasajes al lanzado por China junto con Venezuela la semana pasada tras el encuentro de Xi con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, otro líder con poco margen diplomático entre las potencias occidentales, pero recibido por todo lo alto en Pekín. En ambos casos, los encuentros han concluido con la firma de varios acuerdos de cooperación económica y tecnológica.

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China, a lo largo de la guerra siria, se ha alineado con los intereses de Damasco, aunque sin tomar parte activa en el conflicto, como sí ha hecho Rusia. Pero Pekín ha vetado, junto con Moscú, resoluciones clave de la ONU sobre Siria y ha mostrado de forma reiterada su rechazo a “cualquier intento de cambio de régimen” y a la imposición de “sanciones unilaterales” contra este país.

A la vez, ha tratado de incrementar la cooperación económica y se ha colocado en la casilla de salida para la reconstrucción de una nación devastada. En enero de 2022, Siria firmó un memorando de entendimiento para integrarse en la Nueva Ruta de la Seda china, el ambicioso plan de infraestructuras con el que Pekín busca conectarse al mundo. China es en estos momentos el segundo país del que más productos importa Siria, después de Turquía, según el Banco Mundial.

Hay, sin embargo, un importante obstáculo entre las palabras y los hechos. En 2020, Estados Unidos aprobó la llamada ley César, que extiende las sanciones a las personas y compañías extranjeras que comercien con Damasco. “Cualquiera que haga negocios con el régimen de El Asad, esté en el lugar del mundo que esté, se halla potencialmente expuesto a restricciones de viajes y sanciones financieras”, señaló el entonces secretario de Estado, Mike Pompeo. La medida reducirá previsiblemente el apetito de los inversores chinos por apostar por Siria en la actualidad.

El primer viaje desde 2004

Este es el primer viaje de El Asad a China desde 2004 y el segundo de un jefe de Estado sirio desde que ambos países establecieron relaciones diplomáticas, en 1956. Y supone un paso más en el fin de su aislamiento, plasmado el pasado mayo en la aceptación de nuevo de Damasco en la Liga Árabe, entre abrazos de los representantes de aquellos países que lo habían expulsado y apoyaban a los rebeldes al principio de la guerra.

Esta vez, el elemento económico parece imperar sobre el simbólico. El Asad controla dos tercios del territorio (y las principales ciudades) de Siria, pero su punto débil es la desastrosa situación económica, que el terremoto con epicentro de Turquía ha empeorado y motivó el mes pasado el inicio de unas protestas en la ciudad de Suweida —inéditas desde el levantamiento de 2011— en las que se acabó pidiendo su caída. Más de un 90% de población está bajo la línea de la pobreza y un 70% depende de la ayuda humanitaria, con la inflación disparada y la moneda en mínimos históricos. El cambio con el dólar ha pasado de 47 libras antes de la guerra a 13.000 este jueves.

El dirigente sirio ya piensa además en el día después, por lo que mira a Pekín para la ingente financiación de la reconstrucción del país cuando acabe la guerra, que ha causado unos 500.000 muertos y 13 millones de desplazados y refugiados.

China lleva tiempo expandiendo su área de influencia en Oriente Próximo, donde domina la sensación de que Estados Unidos está de retirada, como en Afganistán (2021) y, parcialmente dos años antes, del propio norte de Siria. El mayor éxito de Pekín ha sido facilitar el restablecimiento de relaciones diplomáticas a principios de año entre Irán y Arabia Saudí, que acaban de restituir sus embajadores. Ambos países se han sumado, con el apoyo de China, a una reciente ampliación del club de los BRICS, el foro de los países emergentes: otra pieza en movimiento del complejo puzle de la geopolítica mundial.

Además, Pekín ha vuelto a ofrecerse para ayudar a resolver el conflicto entre israelíes y palestinos, tradicional territorio de Washington. El pasado junio, durante una visita del presidente palestino, Mahmud Abbas, Xi Jinping propuso un plan de paz en tres partes similar al que presentó en 2013. Pekín también ofreció mediar en 2017 y 2021. El pasado junio, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, desveló una invitación a Pekín —sin especificar la fecha— de la que había dado cuenta a sus aliados estadounidenses. El viaje aún no ha tenido lugar.

El mes pasado, en un encuentro con los corresponsales extranjeros en la ciudad cisjordana de Ramala, el ministro palestino de Exteriores, Riad Al Maliki, se mostró abierto a que Pekín se involucrase en un eventual diálogo: “Si realmente hay proceso de paz en el futuro [está paralizado desde 2014], ¿por qué no?”, dijo. “Obviamente, China quiere incrementar su presencia en Oriente Próximo. No solo económica, sino también política, para reflejar su propio peso político como potencia mundial”.

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