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El racismo aflora en Finlandia de la mano de la extrema derecha en el Gobierno

El Ejecutivo del país nórdico trata de superar la crisis provocada por los múltiples comentarios xenófobos vertidos en el pasado por varios de sus ministros

Carlos Torralba
Finlandia
La vice primera ministra finlandesa y líder del Partido de los Finladeses, Riikka Purra, el 13 de julio en Bruselas.Thierry Monasse (Getty Images)

Ni la guerra en Ucrania, ni el cambio climático, ni la inflación; el racismo ha sido el asunto central del debate político y mediático durante este verano en Finlandia. El Gobierno del país nórdico, el más derechista de su historia, ha estado sumido en una profunda crisis desde su formación a finales de junio. La catarata de antiguos comentarios racistas vertidos por varios ministros de ultraderecha, que han salido a la luz pública por distintas vías en las últimas semanas, y los vínculos con grupos neonazis de uno de ellos, han llevado al límite la coalición de gobierno del primer ministro Petteri Orpo. Y han deteriorado la imagen internacional de un país considerado un referente en igualdad, educación o transparencia.

“Si hubiésemos tenido constancia de que en el pasado habían empleado ese lenguaje tan claramente racista, no habríamos entrado en el Gobierno”, declaró hace unas semanas Anna-Maja Henriksson, ministra de Educación y líder del Partido Popular Sueco de Finlandia (RKP), formación que representa a la minoría de habla sueca. Ante la crisis desatada, los líderes de los cuatro partidos gobernantes anunciaron el pasado jueves, con la mediación del conservador Orpo, que habían alcanzado un acuerdo con 23 propuestas que se debatirán la próxima semana en el Parlamento.

El paquete incluye, por ejemplo, castigar la discriminación de grupos étnicos o religiosos en el ámbito laboral, un programa para “luchar contra el discurso de odio”, criminalizar la negación del Holocausto y “estudiar la posibilidad” de prohibir el uso de símbolos nazis o comunistas, como la esvástica y la hoz y el martillo. “Para el RKP, seguir o no en la coalición dependía de este pacto. Con este comunicado queda claro que no vamos a tolerar actitudes racistas de ningún tipo”, sostuvo Henriksson, que por primera vez desde el inicio de la crisis alejó la opción de una ruptura inminente del Gobierno.

El primer miembro del Ejecutivo que se vio en el ojo del huracán fue Vilhelm Junnila, quien ostentó 10 días la cartera de Economía. Junnila nunca escondió su simpatía hacia grupos xenófobos y neonazis. Siendo diputado en la anterior legislatura, fue el principal orador en varios actos del Movimiento de Resistencia Nórdico, un grupo ilegalizado en 2020, además de invitar a varios de sus miembros a una sesión en el hemiciclo. En la campaña electoral para las parlamentarias de abril, el político ultraderechista bromeó con referencias al número 88, cifra que significa Heil Hitler en la simbología neonazi.

Junnila se resistió a dimitir tras la primera oleada de críticas de la oposición en bloque. Sobrevivió a una moción de censura, pero cayó menos de 48 horas después, tras afirmar en Facebook que aún estaba a favor de que Helsinki fomentara los “abortos climáticos” en África para reducir las emisiones mundiales de dióxido de carbono. Es decir, promover las interrupciones del embarazo para que, al haber menos personas, se reduzca la contaminación. Esa era su propuesta, y no era la primera vez que la formulaba: ya la había esgrimido cuatro años antes en el Parlamento. Los cristianodemócratas, socios minoritarios del Gobierno de coalición, toleraron los lazos neonazis de Junnila, pero no sus ideas para reducir la natalidad en países africanos. Ante la presión de los cinco diputados democristianos, Junnila fue forzado a dimitir; y se convirtió en el segundo ministro que menos tiempo ha permanecido en el cargo en la historia de Finlandia, además del único que publicó en las redes sociales fotos de esvásticas o una de un muñeco de nieve, hecho por él, con una evidente semejanza a un miembro del Ku Klux Klan. Tras ser expulsado del Gobierno, el Partido de los Finlandeses le recompensó con el puesto de vicepresidente del grupo parlamentario.

“Escupir a mendigos y pegar a niños negratas”

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La relativa calma duró unos días. La señalada esta vez fue Riikka Purra, vice primera ministra, titular de Finanzas y la primera mujer al frente de Los Finlandeses, segunda fuerza parlamentaria. Primero, emergieron varios posts que Purra realizó en un blog en 2008; uno de ellos destacó sobre el resto: “¿Alguien se anima a salir hoy por Helsinki a escupir a mendigos y pegar a niños negratas?”. La líder ultra se disculpó en las redes sociales por sus “comentarios estúpidos de hace 15 años” y por “el daño que comprensiblemente hayan podido causar”, pero insistió en que los medios de comunicación los habían “sacado de contexto, sin tener en cuenta su sarcasmo”, y acusó a estos de “emprender una caza de brujas” y tratar a los miembros de su partido “como criminales”.

Unos días después, se sometieron al escrutinio público otros comentarios de Purra, realizados en 2019 en su web personal, justo antes de ser elegida diputada por primera vez. Entre los mensajes difundidos por distintos medios, el que más eco tuvo fue uno en el que la ultraderechista ridiculizaba a las mujeres con burka: “Por el área metropolitana de Helsinki caminan sacos negros no identificados que solo pueden reconocerse como personas porque suelen arrastrar a niños”. Casi una treintena de organizaciones musulmanas finlandesas emitieron un comunicado conjunto en el que exigían su dimisión.

Por su parte, la ministra de Exteriores finlandesa, la conservadora Elina Valtonen, pidió perdón a su homólogo turco durante una reciente reunión en Bruselas por las numerosas veces en las que Purra se refirió a los turcos como “monos” en antiguas publicaciones de internet. “Transmití a Hakan Fidan mis disculpas por los comentarios inapropiados que hizo hace años una miembro del nuevo Gobierno”. La líder de Los Finlandeses se ha limitado en las últimas semanas a reiterar que no piensa dimitir y que “ni el partido, ni sus propuestas sobre inmigración, son racistas”.

Al escoger al sucesor de Junnila como titular de Economía, Orpo trató de asegurarse de que no hubiera nada en internet ni en las hemerotecas con lo que se pudiera calificar al nuevo ministro como racista. Aun así, poco después del nombramiento de Wille Rydman, el diario Helsingin Sanomat publicó unos mensajes que este envió hace siete años a quien entonces era su novia. En uno de ellos, se refería a los inmigrantes de Oriente Próximo como “monos del desierto”; en otro, descartó la opción de comprar lirios para adornar la vivienda que compartían porque “se multiplican y se propagan como los somalíes”. Rydman se negó a disculparse y únicamente criticó con vehemencia la publicación sin su consentimiento de esos mensajes privados.

La próxima semana, en la que se reanuda la actividad parlamentaria tras el receso estival, además de comenzar a debatirse el plan contra el racismo y la discriminación, varias formaciones de la oposición presentarán mociones de censura contra Purra y Rydman. A pesar del acuerdo alcanzado el pasado jueves, la crisis en el Gobierno —y la interna del RKP— están lejos de zanjarse. “Las luchas en el seno de la coalición entre el RKP y el Partido de los Finlandeses son tan feroces como las que hay entre el Gobierno y la oposición”, sostiene en un correo electrónico Henrik Jaakkola, coordinador político de Alianza de la Izquierda, una de las cinco formaciones que componían el anterior Gobierno de coalición liderado por la socialdemócrata Sanna Marin y que incluía al RKP.

Marin, que durante su mandato proyectó una imagen de Finlandia radicalmente distinta a la del actual Gobierno, insistió en la campaña electoral en que Los Finlandeses era un “partido racista”. La ex primera ministra —que este viernes dejó de ser presidenta del Partido Socialdemócrata, tal y como había anunciado tras la derrota en abril— declaró hace unas semanas que las revelaciones sobre los ministros ultras no habían sido “ninguna sorpresa”, aunque “reflejaban el lado más oscuro y deshumanizador de la política finlandesa”.

Tuija Parvikko, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Jyväskylä, considera que era “bastante previsible” que una crisis de esta índole afectaría al Gobierno desde sus inicios. “A lo largo de los últimos 20 años, bastantes miembros del Partido de los Finlandeses han sido cazados haciendo comentarios racistas, a través de sus canales, en las redes sociales o incluso en declaraciones a la prensa”, sostiene por teléfono Parvikko, que agrega que “el racismo es la base ideológica del partido”.

Además de antiguos comentarios de ministros ultras, los medios de comunicación han rescatado varios informes publicados en los últimos años que subrayan la gravedad del racismo en la sociedad finlandesa. Entre ellos, uno de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales que concluye que Finlandia es el país de la UE —de entre los 12 analizados— en el que es más frecuente la discriminación hacia los negros; o uno del Consejo de Europa que alertaba de que el “lenguaje racista y agresivo” era cada vez más común entre los jóvenes. Amnistía Internacional instó la pasada primavera a “tomar medidas para acabar con el racismo estructural en Finlandia”.

Manifestación contra los ministros racistas en el Gobierno finlandés, el 19 de julio en Helsinki.
Manifestación contra los ministros racistas en el Gobierno finlandés, el 19 de julio en Helsinki. NurPhoto (NurPhoto via Getty Images)

Jaakkola, de Alianza de la Izquierda, cree que el racismo “es un problema muy grave”, y que el “Gobierno y sus políticas discriminatorias son una amenaza para las personas de color en Finlandia”. Por su parte, la profesora Parvikko opina que “parte de la sociedad finlandesa es incapaz de identificar o admitir sus propios comportamientos racistas, o de reconocer la existencia de un racismo estructural”.

Desde la investidura de Orpo, se han celebrado varias manifestaciones en Helsinki y otras ciudades en contra de la presencia extremista en el Gobierno. Este domingo tendrá lugar en la capital la que, previsiblemente, será con mucha diferencia la más numerosa de todas. Los convocantes confían en que la marcha, a la que se han sumado centenares de organizaciones, será “la mayor protesta en Finlandia en más de un decenio”.

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Sobre la firma

Carlos Torralba
Es redactor de la sección de Internacional desde 2016. Se ocupa de la cobertura de los países nórdicos y bálticos y también escribe sobre asuntos de defensa. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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