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Brasil presume de un recuento veloz y ejemplar pese a los ataques de Bolsonaro

El país sudamericano declara un ganador en apenas tres horas gracias al buen funcionamiento de las urnas electrónicas, muy criticadas por el actual presidente

Jon Martín Cullell
Alexandre de Moraes presidente corte superior electoral Brasil
El presidente del TSE, Alexandre de Moraes, el domingo.ADRIANO MACHADO (REUTERS)

Brasil, un país con 156 millones de electores, contó los votos y declaró un vencedor en menos de tres horas. El sistema de urnas electrónicas, tan criticado por el presidente Jair Bolsonaro pese a estar en pie desde hace 26 años, funcionó a la perfección sin casi incidentes. Solo el 0,72% de las urnas instaladas tuvieron que ser reemplazadas, y se votó manualmente en apenas uno de los más de 472.000 colegios electorales. La limpieza del proceso en la cuarta mayor democracia del mundo dificulta un rechazo de los resultados por parte del bolsonarismo.

Los colegios electorales cerraron a las 17.00 horas. A los pocos minutos, la página web del Tribunal Superior Electoral (TSE) empezó a mostrar los primeros resultados. A las 19.08, la empresa encuestadora Datafolha proyectaba la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva. Tres minutos antes de las 20.00, este era proclamado vencedor oficialmente con 50,9% de los votos, frente al 49,1% de Bolsonaro. Fueron menos de tres horas de incertidumbre en un país de tamaño continental, que incluye megalópolis como São Paulo pero también poblaciones en medio de la Amazonia a donde solo se llega en lancha.

La clave de esta rapidez la tienen las urnas electrónicas, estrenadas en Brasil en 1996. En la actualidad 46 naciones las utilizan, entre ellas Estados Unidos y Corea del Sur. En el país sudamericano su implantación fue clave para luchar contra los fraudes electorales –llevaba apenas una década en democracia– y facilitar la participación en regiones apartadas. El sistema electoral brasileño ha recibido premios internacionales y hoy es un ejemplo para otros países. “Hay que analizar cómo lo hacen”, ha afirmado este lunes el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, que gobierna el otro gigante latinoamericano.

Pese a lo engrasado del modelo, Bolsonaro lleva años criticando las urnas, incluso antes de convertirse en presidente. En 2014, cuando Dilma Rousseff ganó por poco la elección, él aseguró que había habido fraude y que su rival Aécio Neves había sido el verdadero ganador, una teoría sin fundamento que fue desmentida por el TSE. En julio pasado, durante una reunión con embajadores extranjeros, el ultraderechista señaló que “ningún sistema informatizado puede garantizar al 100% la seguridad” y pidió una mayor participación de las Fuerzas Armadas en la vigilancia de la elección. Finalmente, el TSE creó una comisión de transparencia con miembros del Ejército.

Las Fuerzas Armadas no han publicado todavía un informe sobre esas labores durante la primera vuelta, el pasado 2 de octubre. Según varios medios, el reporte fue entregado a Bolsonaro, pero este no quiso difundirlo al no haber encontrado fraudes. Más tarde, el Ministerio de la Defensa negó que el informe estuviese terminado. En medio de este embrollo, el presidente volvió a cuestionar la semana pasada durante una entrevista la seguridad de las urnas: “[Las Fuerzas Armadas] me dicen que es imposible dar un sello de credibilidad, teniendo en cuenta las muchas vulnerabilidades del sistema”.

El titular del TSE, Alexandre de Moraes, rechazó el domingo cualquier duda sobre los resultados, que él mismo comunicó a los candidatos. Según De Moraes, Bolsonaro, que se encerró en el Palacio da Alvorada y no hizo pronunciamiento público alguno esa noche, lo atendió “con extrema educación” y le agradeció la llamada. El magistrado minimizó las posibilidades de una disputa postelectoral. “El resultado fue proclamado, aceptado y aquellos que fueron elegidos tomarán posesión el 1 de enero”, zanjó. Aun si hubiese denuncias, estas serán “analizadas normalmente”. “Forma parte del Estado de Derecho”, dijo. El TSE y Alexandre de Moraes se han convertido en extraños protagonistas de esta elección, enfrentando frecuentes ataques del presidente.

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El único incidente destacado de la jornada electoral nada tuvo que ver con las urnas electrónicas. La policía federal de carreteras, liderada por un seguidor declarado de Bolsonaro, levantó retenes que vigilaban con especial intensidad los autobuses, muchos de ellos con personas a bordo que se dirigían a los colegios electorales. El PT denunció que se buscaba deprimir el voto a Lula y observadores internacionales citados por el diario Folha de São Paulo se dijeron “muy preocupados”. Al final, De Moraes aseguró que, pese a los retrasos, ningún autobús fue impedido de seguir su camino.

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Sobre la firma

Jon Martín Cullell
Es redactor de la delegación de EL PAÍS en México desde 2018. Escribe principalmente sobre economía, energía y medio ambiente. Es licenciado en Ciencias Políticas por Sciences-Po París y máster de Periodismo en la Escuela UAM- El PAÍS.

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