Arriba y abajo: quiénes cuentan y quiénes desaparecen en la ‘era Truss’ del Reino Unido
Muchos de los políticos que han protagonizado los años de Johnson pasan ahora a un segundo plano
En los breves días durante los que surgieron las campañas de los distintos candidatos a suceder a Boris Johnson, muchas carreras políticas continuaron o frenaron en seco. Fue ese momento delicado y trascendental en el que se elige bando, con todas sus consecuencias. Los que apostaron por la líder de los conservadores británicos y nueva primera ministra, Liz Truss, cuando todos los medios llenaban portadas y minutos con Rishi Sunak y Penny Mordaunt, los dos favoritos iniciales, se han asegurado un puesto bajo el sol para los próximos meses.
Los vencedores
Kwasi Kwarteng. El secretario de Estado para las Empresas ―un buen amigo de España, que no ha faltado a las cenas convocadas en Londres por la Cámara de Comercio― será, con total seguridad, el nuevo ministro de Economía. Hijo de dos inmigrantes de Ghana, Kwarteng, de 47 años, comparte con su amiga Truss una profunda visión neoliberal de la economía, y ya ha comenzado a preparar la bajada de impuestos prometida. Admite que, junto a las ayudas directas a los hogares para hacer frente a la crisis energética, la rebaja fiscal alterará a corto plazo la ortodoxia presupuestaria que ha formado siempre parte de la Biblia conservadora, pero promete mantener la solvencia del Reino Unido y comportarse de un “modo fiscalmente responsable” en cuanto las circunstancias mejoren.
James Cleverly. Se da por descontado que será el nuevo ministo de Exteriores. De padre inglés y madre de Sierra Leona, Cleverly (Londres, 53 años), combinó su trabajo en distintas empresas editoriales y sus años de servicio militar con su afiliación al Partido Conservador. Diputado desde 2015 y participante activo de la campaña a favor del Brexit en 2016, ha ocupado diversos puestos de nivel medio (solo llegó a ser ministro de Educación durante los tres días en los que Boris Johnson luchaba desesperadamente por reemplazar la cascada de ministros que dimitieron por culpa de sus escándalos). Fue su posición como número dos de Truss durante el tiempo en que ella fue ministra de Exteriores la que consolidó la estrecha relación entre ambos.
Suella Braverman. La que hasta ahora ha sido abogada general del Estado (que en el Reino Unido es el asesor jurídico de mayor rango del Gobierno) se perfila como la nueva ministra del Interior. Suyos son los dictámenes con los que intentó dar autoridad legal a algunas de las decisiones más controvertidas de Johnson, como la ley que tumbaba el compromiso internacional adquirido con la UE a través del Protocolo de Irlanda del Norte, o la política de inmigración que derivaba a Ruanda a las personas que atravesaban las aguas del canal de la Mancha para llegar a territorio británico. Hija de dos inmigrantes indios procedentes de Kenia e Isla Mauricio, respectivamente, Braverman (Londres, 42 años) intentó competir en las primarias conservadoras, y fue durante unas horas la candidata favorita de los euroescépticos, hasta que acabó siendo eliminada y derivó sus esfuerzos a impulsar la campaña de Truss.
Jacob Rees-Mogg. El euroescéptico más excéntrico y altanero del Partido Conservador, que alcanzó la fama desde su puesto de presidente del European Research Group (Grupo de Estudios Europeos), la corriente interna que aglutinaba a los más firmes defensores del Brexit, ha permanecido fiel a Johnson hasta el final, y ha ido tan lejos como a definir de golpe antidemocrático las maniobras para forzar la dimisión del anterior primer ministro, en cuyo Gobierno estuvo en calidad de ministro de Relaciones con la Cámara de los Comunes. Más tarde ocupó el Ministerio de Oportunidades del Brexit, con un valor más propagandístico que efectivo. Rees-Mogg (Londres, 53 años), ferviente católico que nunca se despoja del traje cruzado de raya diplomática, apostó desde el primer minuto por la candidatura de Truss, y la vencedora de las primarias cuenta con él para su nuevo Gobierno.
Ben Wallace. El ministro de Defensa era uno de los favoritos con más apoyos cuando comenzó la carrera por la sustitución de Johnson. Sorprendentemente, anunció enseguida su decisión de no competir por el puesto, con lo que quitó al resto de rivales una importante preocupación y se aseguró de que, ganara quien ganara, contara con él para el futuro. Wallace (Orpington, Reino Unido, 52 años) ha tenido una actuación firme e impecable durante la respuesta a la agresión rusa en Ucrania, con un impulso de la ayuda militar británica al Gobierno de Kiev y constantes visitas a la zona. Se da por descartado que seguirá al frente del ministerio.
Theresa Coffey. La actual secretaria de Estado de Trabajo y Pensiones es amiga y ha sido durante años fiel compañera de escaño de Truss. Formó parte de su campaña desde el primer minuto, y sobre ella va a recaer la responsabilidad envenenada, como nueva ministra de Sanidad, de intentar recomponer el Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés). Durante años fue la joya del Estado del bienestar británico, y una de las instituciones de la que los británicos se sentían más orgullosos ―un grupo de enfermeras con sus camillas llegó a homenajerlo en una coreografía, durante la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres de 2012―, pero su situación actual es desastrosa, con largas listas de espera, servicios que nunca se prestan y ambulancias que llegan a la urgencia con horas de retraso. Truss también ha prometido resolver este problema.
Los perdedores
Rishi Sunak. El ex ministro de Economía luchó hasta el final contra Truss en la batalla de las primarias conservadoras, y los más de 60.000 votos recibidos (más de un 42% de los apoyos totales) han dejado claro que se trata de una fuerza política a tener en cuenta. Hijo de un matrimonio de inmigrantes indios, Sunak (Southampton, 42 años), con un exitoso pasado académico y en la empresa privada, ya ha dejado claro que no entraría en un Gobierno de Truss aunque se lo ofreciera, aunque prestará toda la ayuda que se requiera de él para preservar la unidad del Partido Conservador y contribuir a una posible nueva victoria electoral. Enganchado a la política, conservará su escaño en la Cámara de los Comunes, y esperará a comprobar si el tiempo y las circunstancias le brindan una nueva oportunidad.
Michael Gove. Michael Gove es un personaje de la política británica tan fascinante como complejo. Colaboró con Johnson en la campaña del Brexit de 2016, y se comprometió a dirigir su campaña para sustituir a David Cameron como primer ministro. La noche antes del lanzamiento de la candidatura, lo apuñaló por la espalda. No solo renunció a respaldar a su amigo y aliado político, sino que puso en duda su talla para dirigir el destino del país. A pesar de todo, Johnson lo recuperó como ministro en 2019. Gove (Aberdeen, Escocia, 55 años) es brillante en su oratoria, taimado en su estrategia política y listo como un zorro. Lo de menos es el ministerio que ocupe. Conviene tenerlo cerca para solucionar entuertos. Sin embargo, Gove decidió apostar hasta el final por Rishi Sunak, y llegó a descalificar a Truss como primera ministra, porque “no tiene la respuesta correcta para el mundo al que nos enfrentamos”, escribió en una tribuna para el diario The Times.
Fue Gove quien dijo a Johnson, en un encuentro privado cuando su caída era una crónica anunciada, que lo más digno que podía hacer era dimitir. El primer ministro se vengó en diferido de su aliado y lo expulsó del Gobierno con cajas destempladas, antes de renunciar él mismo como primer ministro. Gove ya ha asumido que “no espera volver a formar parte de otro Gobierno”. En política, sin embargo, está claro que “nunca” quiere decir “por ahora”.
Priti Patel. Fue una de las figuras más controvertidas, pero también más relevantes, del Gobierno Johnson. A última hora del lunes, Patel se adelantó a cualquier posible decisión y anunció que abandona el Ejecutivo. Patel (Londres, 50 años), hija de padres indios establecidos en Uganda antes de emigrar al Reino Unido, fue la ministra del Interior responsable del endurecimiento drástico de la política británica de inmigración, consecuencia del triunfo del Brexit. Defensora a ultranza de la salida de la UE, no mostró señal de debilidad alguna a pesar de los contratiempos judiciales a los que tuvo que hacer frente su departamento, especialmente cuando quiso poner en marcha la estrategia de deportar a Ruanda a los inmigrantes que llegaran de modo irregular a suelo británico. Su decisión, primero, de no competir en las primarias, y posteriormente de mantener la neutralidad y no respaldar a ningún candidato, ha jugado en su contra. Truss ha aprovechado este distanciamiento para sacarla del Gobierno, quitarse de en medio una figura polémica y evitar en el nuevo Ejecutivo una imagen de continuidad.
Dominic Raab. De carácter acomodaticio y poco dado a quejarse, Raab (Buckinghamshire, Reino Unido, 48 años), ha ocupado todos los puestos de Gobierno más relevantes sin dejar una huella relevante. Fue ministro para el Brexit con Theresa May, y ministro de Exteriores con Johnson, antes de que el fiasco de la retirada precipitada de las tropas británicas de Afganistán ―Raab ni siquiera quiso interrumpir sus vacaciones― forzara su destitución. Pasó a ocupar la cartera de Justicia, e incluso adquirió el título ―más honorífico que práctico, en el sistema constitucional británico― de vice primer ministro. Llegó a ser por unos días primer ministro en funciones, cuando la covid-19 envió a la UCI a Johnson y los británicos temieron por su vida.
Raab ha respaldado a Sunak durante la campaña, y da por descartado que Truss le ofrezca un puesto en el nuevo Gobierno. De hacerlo, sin embargo, ya ha dejado claro que aceptaría, porque él se adapta a todo.
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