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El Parlamento de Israel aprueba su disolución y convoca elecciones para el 1 de noviembre

Bennett anuncia que se retira de la política tras el fracaso de la coalición de amplio espectro contra Netanyahu. El centrista Lapid le releva como primer ministro en funciones

El ministro de Asuntos Exteriores israelí, Yair Lapid (segundo por la derecha) y el primer ministro saliente, Naftali Bennett, se estrechan la mano, este jueves en el Parlamento de Israel, en Jerusalén.
El ministro de Asuntos Exteriores israelí, Yair Lapid (segundo por la derecha) y el primer ministro saliente, Naftali Bennett, se estrechan la mano, este jueves en el Parlamento de Israel, en Jerusalén.MENAHEM KAHANA (AFP)
Juan Carlos Sanz

Israel se precipita en una nueva etapa de incertidumbre y bloqueo político tras la disolución de la Kneset (Parlamento). Los diputados han votado este jueves poner fin anticipadamente a la legislatura y convocar elecciones para el 1 de noviembre, las quintas desde abril de 2019. El primer ministro saliente, el nacionalista Naftali Bennett, anunció el miércoles su retirada de la política a la vista del fracaso del llamado “Gobierno del cambio” de amplia coalición, que apeó del poder hace un año a Benjamín Netanyahu. Para el ex primer ministro conservador, los comicios representan una de las últimas oportunidades para recuperar el cargo que ejerció durante 15 años.

Tras la disolución de la Kneset, Bennett cederá el timón del Ejecutivo, con efectos desde el viernes, al ministro de Asuntos Exteriores, el centrista Yair Lapid, líder del partido con más escaños en la coalición. De acuerdo con los pactos de rotación en el poder que ambos suscribieron el año pasado, ocupará el cargo de primer ministro en funciones durante al menos seis meses, hasta la constitución del nuevo Legislativo surgido de las urnas. En un primer hito de su mandato provisional, a medidos de julio tiene previsto recibir en Jerusalén al presidente de EE UU, Joe Biden, en su gira por Oriente Próximo.

Los parlamentarios de la coalición gubernamental han tratado hasta el final de aprobar las últimas leyes de la legislatura, y los de la oposición han recurrido a maniobras dilatorias para torpedearlo. Ambos bandos han pugnado a brazo partido durante una semana hasta hacerse el harakiri político por unanimidad, con el voto de los 92 diputados presentes en una Cámara de 120 escaños. La votación de la ley de autodisolución se ha producido antes de que expirase la vigencia, en la medianoche del jueves, de una norma clave para los asentamientos en los que viven cerca de medio millón de judíos en el territorio ocupado palestino de Cisjordania.

A los 12 meses de su formación, el Gobierno sostenido por la coalición más diversa en la historia de Israel se dispone a ejercer el poder solo en funciones, a la espera de las legislativas de otoño. Sus ocho partidos, que van desde la derecha nacionalista hasta la izquierda pacifista, pasando por el centro, el laborismo y, como gran novedad, una fuerza política de la minoría árabe, ya habían perdido la mayoría en la Cámara hace más de dos meses.

Tras renunciar a seguir en la carrera política, Bennett, que ha perdido a casi la mitad de los diputados de su partido ultraconservador y religioso, fugados a las filas de la oposición, cederá el liderazgo de la formación a su número dos, la ministra de Interior, Ayelet Shaked. En una intervención en sede parlamentaria, el jefe de Gobierno saliente aseguró que seguirá “sirviendo al país como soldado raso” y se jactó de que la coalición de amplio espectro había sacado más proyectos legales adelante en un año que otros Gabinetes en mucho más tiempo. “Hemos demostrado que personas con distintas opiniones pueden trabajar juntos”, concluyó.

Bennett no se presentará a las legislativas de noviembre. Permanecerá en funciones en calidad de “primer ministro alternativo”, dedicado casi en exclusiva a supervisar la marcha de la nueva negociación entre Irán y las grandes potencias para la reactivación del acuerdo nuclear de 2015, que fue suspendido tres años después por el entonces presidente de EE UU, Donald Trump. “Este es un puesto muy especial”, advirtió a Lapid en un simbólico traspaso de carteras en la oficina del primer ministro en Jerusalén, “pero no pertenece a una sola persona, sino a todo el pueblo de Israel”.

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Netanyahu, el dirigente que durante más tiempo ha gobernado en Israel, trata ahora de resurgir en las urnas de las cenizas de la oposición y de su juicio por corrupción. “Prometieron un cambio mediante un experimento que ha fracasado”, acusó el líder conservador a sus rivales en el Parlamento. “Eso es lo que pasa cuando una falsa derecha (en alusión a Bennett) se alía con la izquierda radical y la Hermandad Musulmana (por la presencia del partido islamista Raam en la coalición)”. Ahora deberá retar en calidad de aspirante a un reforzado Lapid, quien le disputará los comicios por primera vez desde el poder, si bien sometido a las limitaciones de un Gobierno en funciones.

Los sondeos de intención de voto predicen que su partido, el Likud, será el más votado, pero también constatan un empate entre bloques. La incertidumbre sobre la gobernabilidad va a planear sobre Israel al menos durante lo que queda de 2022. Las opciones pasan por la entrada en el Ejecutivo de la extrema derecha radical, en el caso de Netanyahu, y en el de Lapid por la inclusión en la coalición gubernamental de partidos de la minoría árabe, que agrupa a un 20% de la población del país. Hay analistas que no descartan que, si persiste el bloqueo entre ambos bandos, los ciudadanos pueden tener que enfrentarse a una nueva convocatoria a las urnas en 2023, la sexta en cuatro años.

Derrota de la ley sobre los asentamientos

Cuando iba a cumplir un año de su formación, el Gobierno de amplia coalición perdió a comienzos de este mes la votación parlamentaria clave sobre los asentamientos judíos en Cisjordania. Su intento de prorrogar la vigencia de la legislación “provisional” que extiende desde 1967 los derechos civiles israelíes a los colonos de Cisjordania fracasó en el Parlamento. Dos diputados de la mayoría se opusieron y otros cuatro se ausentaron de la Cámara.

Después de un inicio de mandato marcado por éxitos como el control de la pandemia, el auge de la economía y el deshielo diplomático con países islámicos, la fragilidad de la coalición quedó en evidencia esta primavera durante los enfrentamientos entre manifestantes palestinos y policías en Jerusalén en el mes de Ramadán. Pocas semanas antes, el Gobierno había tenido que enfrentarse a una de las peores olas de atentados palestinos en ciudades israelíes desde la Segunda Intifada (2000-2005).

La descomposición de la alianza obligó a Bennett a tirar la toalla la semana pasada al comprobar que no iba a poder ratificar la legislación antes de este viernes, cuando expira su vigencia. De no haberse disuelto la Kneset, decisión que conlleva la prórroga automática por seis meses de todas las normas hasta la formación de un nuevo Gabinete, los israelíes de los asentamientos corrían el riesgo de perder casi todos sus derechos.

A pesar de las maniobras de última hora de Netanyahu y sus aliados para conformar una mayoría alternativa con tránsfugas de la coalición, mediante una moción de censura que les permitiera asumir el control del Gobierno, la convocatoria de las quintas elecciones en poco más de tres años se ha consumado tras la inevitable disolución de la Kneset.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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