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Rusia envía tropas a Kazajistán tras la muerte de decenas de manifestantes por la represión de las protestas

Moscú encabeza una “misión de paz” para poner fin a los disturbios por el aumento del precio del combustible en la exrepública soviética

Soldados kazajos, este jueves, detrás de un automóvil calcinado durante las protestas por el alza del precio de los combustibles, en Almaty (Kazajistán).Foto: REUTERS | Vídeo: REUTERS
Javier G. Cuesta

Mientras los muertos se apilan en las morgues de Kazajistán, el presidente Kasim-Yomart Tokáyev ha decidido este jueves poner en marcha una “operación antiterrorista” contra los manifestantes. Las protestas, que arrancaron el domingo pasado debido al aumento del precio del gas para los automóviles, se han convertido, a medida que han ido creciendo, en un grito opositor contra Tokáyev y su predecesor, el autoproclamado “padre de la patria”, Nursultán Nazarbáyev. Los choques se han cobrado “decenas de vidas” y han dejado unos 2.000 detenidos en Almaty (sur del país y epicentro de los disturbios), según las autoridades. Los servicios médicos cifran en más de 1.000 los heridos, de los que unos 400 se encuentran hospitalizados. Ante tal situación, Rusia y otros aliados han anunciado el envío de tropas para apoyar al Gobierno. Los primeros soldados rusos ya han aterrizado en Kazajistán.

Varios aviones de tropas rusas despegaron este jueves rumbo a Kazajistán. Y entrada la noche en el país eslavo, el Ministerio de Defensa informó de que la 45ª brigada de las Fuerzas Especiales Aerotransportadas iba a ser desplegada de inmediato con equipamiento estándar para lo que Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (CSTO) ha calificado como “una misión de paz”. Se trata de la primera vez que la alianza, liderada por Rusia y que incluye a Bielorrusia, Armenia, Kazajistán y otros dos países de Asia central, Kirguistán y Tayikistán, adopta una medida como esta desde su fundación en 1992. Según el Comité de Seguridad de la Duma (Cámara baja del Parlamento ruso), la acción durará un mes.

El Ministerio de Exteriores ruso aseguró este jueves que los choques “han sido inspirados desde el exterior a través de formaciones armadas que han sido entrenadas”, y subrayó que la prioridad ahora son “los pasos que faciliten la operación antiterrorista” lanzada por el Gobierno kazajo. Fuentes del Ministerio de Defensa señalaron a la agencia Interfax que se desplegarán como máximo 5.000 militares. Según el vicepresidente del Consejo de la Federación (la Cámara alta), Konstantín Kosachev, las primeras informaciones que baraja Moscú mencionan “bandas de Oriente Próximo y Oriente Medio, especialmente de Afganistán”.

Las protestas se iniciaron el domingo tras una reforma que había puesto fin a los subsidios que abarataban el gas licuado del petróleo para automóviles. Este tipo de vehículos es frecuente en algunas regiones del país, donde tres de cada cuatro emplean este tipo de combustible. Por lo que las manifestaciones se extendieron por todo el país y comenzaron los choques con las fuerzas de seguridad. Ante una policía y un Ejército desbordados por los altercados, el Gobierno en funciones, que ha culpado a seis empresas privadas de inflar el coste, ha dado marcha atrás y ha pospuesto un año la transición al nuevo sistema de precios, al mismo tiempo que ha fijado un costo máximo en las ventas minoristas durante 180 días. Según sus cálculos, el litro de gas valdrá 15 céntimos de euro, una solución intermedia entre los 10 que costaba antes y los 20 a los que se disparó tras Año Nuevo.

La crisis provocó que este miércoles Tokáyev aceptara la renuncia en bloque del Gabinete del primer ministro y asumiese el control del Consejo de Seguridad, que había encabezado Nazarbáyev desde 2019 al dejar la presidencia después de tres décadas al frente del país. Aquel año le sucedió Tokáyev, al proclamarse vencedor de unas elecciones que la Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa (OSCE) consideró fraudulentas por el veto a candidatos independientes.

Las autoridades impusieron el miércoles un toque de queda y el estado de emergencia en todo el país, de donde llegan imágenes a cuentagotas debido al corte de Internet y de las conexiones telefónicas. “No logro hablar con mis familiares, no les llegan ni los mensajes ni las llamadas”, cuenta una joven kazaja, que prefiere no dar su nombre y apellidos, residente en España y cuyos padres viven en Aktobé, al oeste de Kazajistán. “Creo que al final va a pasar como en Bielorrusia”, lamenta al recordar que las protestas pacíficas de aquel país por las elecciones presidenciales de 2020 fueron sofocadas violentamente por el régimen de Aleksandr Lukashenko.

Algunos edificios públicos han sido tomados por los manifestantes, como el Ayuntamiento de Almaty, y en otros se han provocado incendios. Además, las imágenes muestran el caos que vive el país: desde agentes de seguridad arrodillados que piden perdón a los manifestantes, a enfrentamientos directos entre ellos y columnas de militares disparando contra la población.

Según la televisión estatal kazaja, solo en Almaty han fallecido 12 agentes. El Ministerio del Interior cifró este jueves en 18 las muertes de miembros de las fuerzas de seguridad. Además, informó de que 748 han resultado heridos. La noche del miércoles Tokáyev dijo que había enfrentamientos a tiros en el aeropuerto de esta ciudad, el centro económico del país, entre unidades de paracaidistas y manifestantes. Además, los aeropuertos de Aktau (oeste) y Aktobé (norte) han sido cerrados, mientras que aerolíneas como la estatal Air Astana han informado de la suspensión de sus vuelos temporalmente “por la ausencia de conexión a Internet”.

El primer ministro armenio, Nikol Pashinián, publicó el miércoles por la noche en un comunicado en Facebook: “Ante la petición del presidente de la República de Kazajistán, y en vista de la amenaza a su seguridad nacional y su soberanía, causada entre otras cosas por injerencias externas, el colectivo CSTO, en conformidad con el artículo 4, decidió enviar fuerzas de mantenimiento de la paz”. Este artículo contempla la intervención del resto de aliados “en caso de una agresión” que “amenace la integridad territorial y la soberanía del país miembro”. El escrito de Pashinián recibió numerosas críticas, porque, precisamente, su país fue derrotado por Azerbaiyán en la guerra de Nagorno Karabaj de 2020, donde perdió parte de ese territorio y no recibió el apoyo de la CSTO.

“Los líderes de Kazajistán han trabajado duro hasta ahora para mantener su independencia mientras mantenían una buena relación con sus vecinos. Pedir el apoyo de la CSTO liderada por Rusia hará que Tokáyev mucho más dependiente de Moscú si sigue en el poder”, explica a EL PAÍS agrega David Trilling, editor del medio Eurasianet. Este portal es una de las pocas fuentes de información accesibles en una región donde existen grandes barreras a la libertad de prensa. El medio, fundado por varios periodistas veteranos, cuenta con colaboradores de confianza que están cubriendo las protestas desde el terreno. “La situación es demasiado volátil ahora para especular sobre el futuro, pero lo cierto es que esto es un punto de inflexión para el país”, señala su editor.

Las embajadas recomiendan encerrarse con comida y agua

Las embajadas de diversos países han recomendado a sus ciudadanos permanecer en casa. La Embajada rusa en Nur-Sultán, la capital del país, compartió en las redes sociales un comunicado del Ministerio de Defensa ruso en el que se recomienda “encarecidamente” a la población de este país residente en Kazajistán que “guarde las medidas de seguridad al máximo y se refugie en hoteles o casas con alimentos y agua”.

Un comunicado similar difundió la Embajada estadounidense. En él, instaba a sus ciudadanos a “refugiarse en casa y evitar las manifestaciones”. Además, advirtió de que la policía y el Ejército kazajo podían desplegar puntos de control en distintas vías de transporte.

El Ministerio de Exteriores de España explicó a EL PAÍS que la Embajada en Nur-Sultán permanece en contacto con los españoles residentes en aquel país “en la medida en que los problemas en las comunicaciones lo hacen posible”. No obstante, no ha habido ningún afectado por los disturbios.

La ministra de Exteriores británica, Liz Truss, condenó públicamente “los actos de violencia y destrucción de propiedades en Almaty”, y agregó que Londres ha contactado con sus aliados para coordinar sus próximos pasos. Un día antes, la delegación de la Unión Europea en la república centroasiática publicó un comunicado en el que recordaba que Kazajistán es “un socio comercial importante” y decía que “al mismo tiempo que se reconoce el derecho a la manifestación pacífica, se espera que [los ciudadanos] eviten cualquier incitación a la violencia”. Además, Bruselas pidió a las autoridades “un uso proporcional de la fuerza solo proteger los intereses legítimos del país”.

Por su parte, Lukashenko dijo que “Kazajistán no se puede regalar porque sería un obsequio a Occidente similar al de Ucrania”. Precisamente, la renuncia de la OTAN a estar presente en Asia central es una de las exigencias de Vladímir Putin en sus futuras negociaciones con Estados Unidos. El jefe de la diplomacia rusa, Sergei Lavrov, y su homólogo turco, Mevlüt Cavusoglu, “mostraron su apoyo a los esfuerzos del Gobierno del país para restablecer el orden constitucional”. El propio Erdogan telefoneó a Tokáyev para desearle “una pronta formación del nuevo gabinete de ministros” y “la desescalada de la situación en el país”. Lavrov habló con Cavusoglu y le informó de las medidas adoptadas por la CSTO, según ha detallado su ministerio. De hecho, el Kremlin ha reforzado la seguridad en su cosmódromo ruso de Baikonur, en Kazajistán, la base espacial más antigua del mundo y desde donde, en 1957, se lanzó el satélite Sputnik.

Además, el Parlamento de Kirguistán ha pospuesto al viernes la votación sobre el envío de tropas a Kazajistán debido a la falta de quórum, según Interfax. El Gobierno kirguís pidió “comprensión” a sus ciudadanos ante la perspectiva de tener que cumplir con las obligaciones contraídas con la CSTO. Un par de años atrás la nación acogió a miles de personas de la minoría china de los dungan, que huían de los choques interétnicos con la población kazaja.

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