La dimisión de la ministra de Defensa agrava la crisis en Países Bajos por las evacuaciones de Afganistán
Ank Bijleveld es la segunda ministra holandesa que renuncia a su cargo tras la marcha de la titular de Exteriores, Sigrid Kaag
La dimisión de la ministra de Defensa holandesa, Ank Bijleveld, tras ser reprobada este jueves en el Congreso por su mala gestión de las evacuaciones desde Kabul del personal afgano que trabajó para Países Bajos, ha agravado la crisis política nacional. Se trata de la segunda ministra, después de la titular de Exteriores, Sigrid Kaag, que se ha visto obligada a dejar su cargo por este motivo, y ambas renuncias ponen de manifiesto la urgencia de formar Gobierno. El Ejecutivo holandés se encuentra en funciones desde la dimisión en bloque el pasado enero por el escándalo de las ayudas familiares y las negociaciones para pactar una nueva coalición suman seis meses de desencuentros entre la derecha y la izquierda. De momento, Kaag, que lidera a los liberales de izquierda (la segunda fuerza nacional), asegura que lo ocurrido no entorpecerá el pacto. Bijleveld, cristianodemócrata, ha decidido irse solo cuando ha visto que su partido podía caer en una crisis interna de consecuencias imprevisibles.
“No puedo ocultar mi sorpresa ante el resultado del debate parlamentario de este jueves. Yo quería seguir adelante para traer a los hombres y mujeres que siguen en Afganistán, pero se discute mi permanencia. De modo que no puedo hacer mi trabajo de manera apropiada”, ha dicho Bijleveld, que poco antes descartó dimitir con un argumento singular. Dijo que la ya exministra Kaag había tomado la decisión personal de irse ante la reprobación de la Cámara, “y yo otra, y ambas son respetables”. Sin embargo, el malestar y el desconcierto eran evidentes entre sus colegas cristianodemócratas. Este viernes, cuando Bijleveld ya se había despedido, el jefe de su partido, Wopke Hoekstra, aseguró que ella había actuado “por su cuenta y sin presiones, y yo lo acepto así”. Mark Rutte, primer ministro en funciones, ha saludado “el compromiso” de Kaag, así como “la experiencia de Bijleveld en la función pública”, ante su marcha.
Durante el debate del jueves, que terminó con la reprobación de ambas, la Cámara les reprochó su lentitud, el silencio administrativo dispensado durante meses a las peticiones de que elaborasen un plan de evacuación -llegadas tanto de los propios diputados como de la Embajada holandesa en Kabul- y la fijación con esperar a ver qué hacían otros países antes de actuar.
Los medios holandeses insisten en que la insólita situación actual no entorpecerá la búsqueda de una coalición. Es cierto que el ambiente se ha enrarecido entre unos partidos acostumbrados a entenderse y que han gobernado juntos en el pasado en diversas combinaciones. La pregunta es si lo ocurrido puede analizarse como un acto responsable por parte de Bijleveld y Kaag, que, en todo caso, podría acelerar el futuro pacto de Gobierno. Para Kaag, que era la estrella ascendente de los liberales de izquierda, su marcha puede tener dos resultados: puede debilitarla o bien contribuir a que negocie con una voz propia más sonora que antes. La próxima semana, el informador (la figura que investiga las posibilidades de pactar la coalición) la ha convocado junto con los democristianos y los liberales de derecha de Mark Rutte. Podrían formar un Gobierno en minoría, o al menos intentarlo.
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