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COLOMBIA
Columna
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La mezcla de la política y la religión en Colombia

Los partidos cristianos plantean unirse en una lista única, lo cual podría llevarlos a tener entre 9 y 12 senadores, una bancada histórica para estos sectores radicales de ultraderecha

Un hombre reza durante un servicio evangélico en la Iglesia Manantial en Bogotá, Colombia, en 2017.
Un hombre reza durante un servicio evangélico en la Iglesia Manantial en Bogotá, Colombia, en 2017.Fernando Vergara (AP)

Las iglesias evangélicas, de todo tipo de tamaño y matices, han tendido, casi siempre, a participar en política y a mezclar la religión y la política. Generalmente, era un comportamiento de algún pastor cristiano que tenía ambiciones políticas personales y se metía en algún partido tradicional para lograr su objetivo. Hasta este punto, el discurso cristiano era utilizado para lograr el voto de los feligreses, pero no era una agenda legislativa.

Las cosas comenzaron a cambiar hace poco más de una década, pues, estas iglesias cristianas comenzaron a crecer con dos estrategias. Por un lado, una crítica a la iglesia católica y, por otro, agitar discursos radiales en un momento donde los derechos de las mujeres, población LGBTI y donde los jóvenes se convertían en motores de cambio cultural. La estrategia del pánico y la crítica a lo diferente servían para atraer población que veía en esos cambios una amenaza a su statu quo. Además, todas estas sectas se aprovechaban, bastante bien, de las situaciones de crisis social que ha tenido el país.

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Entonces, si bien, en el pulpito de las iglesias estos pastores decían que combatirían la corrupción o la política tradicional, en la realidad hacían exactamente lo mismo. Además, utilizaban la plata constante del diezmo para hacer política y sus campañas eran financiadas sin muchas dificultades. Por ejemplo, la mayoría de esos partidos como el MIRA o Justas Libres, son parte activa del Gobierno nacional y a pesar de los tremendos casos de corrupción no han dicho nada y viven del clientelismo que entrega el uribismo.

Pero ante la crisis de la derecha uribista y la mala imagen de la coalición de gobierno, los partidos cristianos, con sus respectivas iglesias, han tomado la decisión de hacer tres movidas políticas. Por un lado, una lista única al congreso de la república, lo cual podría llevarlos a tener entre 9 y 12 senadores, sería una bancada histórica para estos sectores radicales de ultraderecha. De hecho, serían la única fuerza de derecha que crecería en el congreso, todos los demás descenderían. La segunda estrategia es tener un candidato presidencial y hacer, en marzo del 2022, una consulta entre cuatro candidatos cristianos, quienes representan las iglesias más grandes y dos de ellas son de las más radicales que tiene el país. Por último, para evitar que los liguen al desastroso gobierno del presidente Iván Duque, saldrán a la ofensiva contra derechos que se han ganado las mujeres y diferentes poblaciones. Nuevamente, intentarán poner la agenda de los Provida como principal bandera, pues, obviamente hablar de lucha contra la corrupción no tendría sentido para ellos.

Además de todo lo anterior, harán lo de siempre, ampliar su influencia a partir de dolor y las necesidades de los más pobres. Le echarán la culpa de la actual crisis económica a un castigo divino por un mundo lleno de libertinaje, y no a la mala gestión del gobierno y sus múltiples escándalos de corrupción, gobierno del cual estas sectas iniciaron parte.

El resultado será bastante positivo para estos movimientos, podrían tener hasta 12 senadores y una consulta presidencial que podría llegar a 1.5 millones de votos. Así las cosas, ya sea que gane la derecha o la izquierda para las reformas que requieran tres cuartas partes serán decisivos y jugarán a chantajear al gobierno de turno. Todo parece indicar que Colombia entrará a la época de las vetocracias: un escenario político donde avanzar en reformas políticas profundas será casi imposible y donde el retroceso en derechos esta a la vista.

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