La juez Ginsburg rompe su última barrera
Ruth Bader Ginsburg se convierte en la primera mujer despedida con honores de Estado en el Congreso de EE UU
La legendaria juez del Tribunal Supremo Ruth Bader Ginsburg se convirtió este viernes en la primera mujer y la primera persona judía velada con honores de Estado en el Congreso. Ginsburg, fallecida hace justo una semana a los 87 años, hizo historia en la lucha por la igualdad de género a lo largo de toda su carrera, como abogada y como magistrada. En un Washington que amaneció nublado, con el país sumido en una conmoción profunda por la pandemia y la fractura política, la jurista adorada como una estrella de rock por las nuevas generaciones rompió su última barrera.
El féretro llegó a las puertas del Capitolio sobre las 10 de la mañana, cubierto por la bandera estadounidense, tras dos días de capilla ardiente en el Tribunal Supremo, durante los que miles de personas han acudido a presentar sus respetos. Representantes de los distintos cuerpos de las Fuerzas Armadas vestidos de gala lo cargaron por la escalinata y lo posaron sobre el mismo sepulcro construido para acoger los restos de Abraham Lincoln en el Statuary Hall, la sala circular con estatuas de las figuras más prominentes de la historia americana.
La presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, dio la bienvenida a los familiares y resto de asistentes, un número reducido debido a las restricciones impuestas por el coronavirus, entre los que figuraban el candidato presidencial Joe Biden con su esposa, Jill; la candidata a la vicepresidencia, Kamala Harris, con su marido, Douglas, y el líder de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer. Llamaba la atención, sin embargo, la ausencia de algunos pesos pesados del Partido Republicano en el Congreso, como el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell. Fue una muestra del clima de confrontación que vive la capital estadounidense, una más después de los abucheos que el presidente, Donald Trump, recibió el día anterior cuando acudió a la capilla ardiente del Supremo.
El republicano tiene previsto anunciar este sábado quién es su candidata conservadora para relevar a la progresista Ginsburg en el alto tribunal, lo que inclinará aún más hacia a la derecha a la máxima autoridad judicial del país, que ya tiene mayoría conservadora. Ginsburg fue la segunda mujer de la historia en incorporarse a ese todopoderoso órgano judicial estadounidense en 1993, a propuesta del entonces presidente Bill Clinton, y confirmada por una amplia mayoría del Senado.
La rabina Lauren Holtzblatt, de la Congregación Adas Israel en Washington, repasó durante la ceremonia el ascenso de Ginsburg hasta el cargo más alto al que puede aspirar un juez en Estados Unidos. “La justicia no llegó como un rayo, sino más bien a través de una tenaz persistencia, todos los días de su vida”, sostuvo Holtzblatt. “El cambio real, el cambio duradero, sucede paso a paso”, dijo parafraseando a la juez. Invitó al pueblo a continuar el legado de la magistrada, a levantarse a pesar del dolor. “Ella fue nuestra profeta, nuestra estrella en el norte, nuestra fuerza durante tanto tiempo. Ahora se le debe permitir descansar después de haber trabajado tanto por cada uno de nosotros”, agregó.
Ginsburg fue una de las escasas mujeres que estudió en la Escuela de Derecho de Harvard en los años cincuenta; se graduó en Columbia, en Nueva York, con un expediente brillante pero ninguna firma de abogados daba trabajo de abogada a una mujer por aquel entonces. Impartió clases en la Universidad y luego fichó por la gran asociación de derechos civiles americana (la ACLU, en sus siglas en inglés). El presidente Jimmy Carter la nombró años después, en 1980, juez federal en Washington DC. Sus argumentarios y sus pleitos ganados han escrito parte del cuerpo legal de la causa feminista en Estados Unidos.
Era una leyenda en la justicia estadounidense y una amante de la ópera. La soprano Denyce Graves interpretó durante la ceremonia el himno estadounidense y Deep River. “Quiso ser una cantante de ópera, pero se convirtió en una estrella de rock”, había dicho el primer día de homenajes el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts.
La activista por los derechos de los afroamericanos Rosa Parks, fallecida en 2005, también fue velada en el amplio espacio circular que se encuentra bajo la bóveda del Congreso. Sin embargo, el de Ginsburg ha sido un homenaje de Estado. Desde que comenzó a realizarse este tipo de actos en 1852, solo una treintena de personas ha recibido este reconocimiento, considerado uno de los más altos honores del protocolo estadounidense, entre ellos, expresidentes y héroes de guerra.
La próxima semana la magistrada será enterrada junto a su esposo, Martin Ginsburg, en una ceremonia privada en el Cementerio Nacional de Arlington. Su gran compañero de vida, desde que se conocieron en la universidad a los 18 años, murió en 2010.
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