Los musulmanes en la India, chivo expiatorio de la pandemia
Rumores y teorías conspirativas sobre la expansión del virus fomentados por el nacionalismo hindú aumentan la brecha religiosa en el país
Así como avanza el coronavirus en la India, se ahonda la brecha religiosa y el señalamiento a la minoría musulmana. Una reciente reunión de fieles musulmanes en Nueva Delhi, que atrajo a devotos de otros países, fue caldo de cultivo para la propaganda sectaria hindú, que divulgó el rumor de una “coronayihad” en administraciones y servicios de salud.
“Normalmente, hay pabellones diferentes para hombres y mujeres. Pero hemos separado a los pacientes hindúes de los musulmanes”, explicaba hace una semana al diario local The Indian Express Gunvant H. Rathod, superintendente médico del Hospital de Ahmedabad, capital del Estado de Gujarat. “Es una decisión del Gobierno”, se justificaba. Responsables del Ejecutivo regional, liderado por el partido nacionalista hindú Bharatiya Janata Party (BJP) del primer ministro Narendra Modi, negaron las alegaciones.
El Ministerio de Exteriores pidió entonces “no mezclar la religión en la lucha de la India contra la covid-19” y tachó de “infundado” el informe de la Comisión de Estados Unidos para las Libertades Religiosas en el que se critican esas prácticas administrativas que "aumentan el persistente estigma de los musulmanes en la India y los rumores falsos de que ellos propagasen la covid-19”.
El viernes pasado, sin embargo, otro centro de salud fue denunciado por discriminación religiosa. El Valentis Cancer Hospital de Meerut, ciudad del Estado de Uttar Pradesh, publicó un anuncio en el que pedía que “los pacientes musulmanes y sus cuidadores sean testados de la covid-19 y visiten el hospital solo si los resultados son negativos”. Según el doctor Jain, del equipo de gestión, el aviso se debió a que “todos sus casos, menos dos” tenían conexión con la citada reunión de musulmanes de Nueva Delhi, situada a 80 kilómetros. Pero las cifras oficiales mostraban que solo 46 de los 70 pacientes tenían relación con la controvertida congregación de mitad de marzo que catalizó la propaganda antimusulmana.
Hace un mes, las autoridades cerraron la sede del grupo Tablighi Jamaat, en el barrio de Nizamuddin de la capital, tras conocer que esta organización musulmana había reunido a unos 8.000 feligreses, cientos de ellos llegados de países vecinos, entre el 13 y el 15 de marzo. Aunque el evento tenía el visto bueno del Gobierno de Delhi y ocurrió diez días antes del confinamiento, sus asistentes se convirtieron en chivos expiatorios de la pandemia como principal foco de contagio.
Las autoridades dieron la orden de localizar a cualquiera que estuviese asociado con el grupo. Hasta la semana pasada, más de 27.000 personas, entre miembros de la organización y sus contactos, habían sido puestos en cuarentena en 15 Estados del país. En Uttar Pradesh (200 millones de habitantes), el Gobierno liderado por un monje hindú radical incluso ofreció una recompensa de 10.000 rupias (unos 120€) a quien facilitase información sobre el paradero de asistentes. Desde entonces, el Ministerio de Salud dedica un desglose especial para los casos de coronavirus relacionados con el grupo musulmán en sus ruedas de prensa diarias. “La tasa de duplicación [de contagios] se da cada 4,1 días. Pero si los casos adicionales de Tablighi Jamaat no hubiesen ocurrido, la tasa se doblaría cada 7,4 días”, explicaba el secretario ministerial, Lav Agarwal, a principios de abril.
La acusación no solo obvia las multitudinarias bodas y reuniones hindúes de este a oeste del país en las que se ha violado el confinamiento, sino que además sobredimensiona la relevancia estadística de la reunión del grupo, según el informe de La respuesta a la covid-19 de científicos indios, en el que un grupo de 400 expertos desmiente bulos sobre la pandemia. “Los datos disponibles no apoyan las especulaciones” hechas por “prominentes personalidades mediáticas y políticos”, señalan los científicos, que indican que la cantidad desproporcionadamente alta de tests hecha a miembros de Tablighi Jamaat, junto con el hecho de que el número de pruebas a nivel nacional sea extremado bajo, hace que los resultados estén sesgados.
También han alimentado este clima una serie de vídeos falsos que se han convertido en virales y cuya autoría se desconoce. Muestran a musulmanes tratando de expandir el coronavirus escupiendo o sonándose la nariz con billetes.
No hay una división oficial por religión de los casos de la covid-19, que los cálculos más conservadores sitúan en 15.500 y 650 muertos después de cuatro semanas de encierro. A la espera de dar uso al medio millón de nuevos equipos de China, la escasez de tests disponibles en el segundo país más poblado del mundo ha hecho que las pruebas se concentren en los que han estado recientemente en el extranjero.
Este ambiente, y la desconfianza de la minoría musulmana hacia Modi, llega tras meses de protestas contra la nueva ley de ciudadanía, que discrimina a los musulmanes a la hora de pedir asilo en la India, y tras la retirada del estatus de autonomía a Cachemira, disputada región del norte del país, fronteriza con Pakistán y la única de mayoría musulmana.
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