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Johnson encarrila el Brexit, pero afronta graves retos territoriales

La ministra principal de Escocia anuncia su intención de presentar la próxima semana los planes para celebrar un nuevo referéndum de independencia

Boris Johnson, durante su declaración, este viernes en Downing Street.Vídeo: HENRY NICHOLLS (reuters) / epv
Rafa de Miguel

Boris Johnson dio este viernes la vuelta al mapa político del Reino Unido y forjó una amplia mayoría conservadora con los votos de feudos tradicionalmente laboristas. Por eso su primer cometido fue lanzar un mensaje de unidad y la promesa de dejar atrás el “árido” debate del Brexit. A los ciudadanos partidarios de permanecer en la UE les prometió que tendría en cuenta su “buena voluntad” a la hora de negociar una nueva relación con Bruselas. Aniquilada la oposición, el primer ministro se enfrenta sin embargo a un gran reto territorial por la victoria arrolladora de los nacionalistas del SNP en Escocia.

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Una vez recibido el encargo de la reina Isabel II de formar Gobierno, Johnson cumplió con la tradición y compareció ante la puerta del número 10 de Downing Street. Era su tercera declaración en menos de 24 horas, y reiteró el mensaje con el que pretende comenzar su mandato. El Parlamento, anunció, volverá a constituirse el próximo lunes para cumplir cuanto antes con la promesa de culminar el Brexit, y poder salir de la Unión Europea el 31 de enero. Y a partir de ese momento, “permitir que todos los sentimientos de buena voluntad de aquellos ciudadanos que deseaban permanecer en la UE encuentren su expresión en la gran tarea del año que viene: forjar una nueva relación con Bruselas como amigos y socios soberanos en pie de igualdad”.

Johnson abandonó en las últimas horas el eslogan de campaña de Get Brexit Done (Cumplamos ya con el Brexit) por el de The People’s Government (el Gobierno del pueblo). “A todos aquellos que votaron por primera vez al Partido Conservador, a los que les tembló la mano al depositar esa papeleta y sintieron en su oído las advertencias de padres y abuelos, les doy las gracias humildemente y les prometo que trabajaremos sin descanso para pagarles esa confianza”, dijo Johnson.

El Partido Conservador apenas arañó un par de puntos en áreas de tradición histórica de voto de izquierdas, sobre todo en el norte de Gales y en el centro y norte de Inglaterra, pero se benefició del estrepitoso hundimiento en esas regiones del Partido Laborista. Cuando en la madrugada del viernes se supo que Blyth Valley, una localidad minera en la costa nororiental inglesa que nunca  había dejado de votar al laborismo, pero que respaldó mayoritariamente el Brexit en 2016, iba a enviar a Westminster un diputado conservador, quedó claro que las reglas del juego habían cambiado. Johnson tiene ahora entre sus manos la delicada tarea de preservar y no defraudar a una ingente cantidad de votantes que, como aquellos “conservadores de Blair” de los años noventa, han decidido cambiar de bando. “Ha logrado descubrir y seducir a una nueva identidad cultural inglesa, y si sabe gestionarlo bien puede lograr forjar una nueva mayoría conservadora para toda una generación”, reconocía en la BBC Nicholas Soames, el nieto de Winston Churchill y uno de los conservadores moderados más críticos con Johnson, que se ha rendido también a sus encantos.

A medio plazo, los problemas no le vendrán a Johnson de la oposición laborista, que con 203 diputados se ha hundido a su peor nivel desde 1935. Jeremy Corbyn, quien logró entusiasmar a multitud de jóvenes en 2015 con la propuesta de un giro a la izquierda, ha espantado a muchos votantes laboristas con un programa apabullante —“el más radical de las últimas décadas”, lo definió— y decepcionado a otros tantos con su deliberada ambigüedad sobre el Brexit, el asunto que ha definido hasta el final estos comicios.

En la madrugada del viernes Corbyn anticipó su voluntad de abandonar el liderazgo del partido, pero no sin antes abrir un proceso de deliberación y toma de decisiones a principios de 2020. Si esto significa un intento de pilotar la transición y preservar el núcleo del corbynismo en la formación, todo anticipa una larga lucha de poder en el seno del laborismo.

Más preocupante será para Johnson el desafío que le llegará desde Escocia. El Partido Nacional Escocés (SNP, en sus siglas en inglés) ha arrollado en su territorio natural de combate al resto de formaciones. Ya era la tercera fuerza en la Cámara de los Comunes, con 35 diputados. Ha logrado sumar 13 más, y ha interpretado este incremento como una inyección de legitimidad a sus pretensiones independentistas.

La ministra principal de Escocia y líder del SNP, Nicole Sturgeon, anunció este viernes su intención de presentar la semana que viene los planes para la celebración de un nuevo referéndum de independencia. El anterior, celebrado en 2014, supuso la victoria de los partidarios de permanecer en el Reino Unido. El Brexit, mayoritariamente rechazado por los escoceses, y la animadversión generalizada que provoca la figura de Johnson, han dado un nuevo impulso a los ánimos secesionistas.

Debacle liberaldemócrata

“No se trata de pedir permiso a Boris Johnson o a cualquier otro político de Westminster. Este resultado es la afirmación del derecho democrático del pueblo de Escocia a determinar su propio futuro”, proclamó Sturgeon en Edimburgo. El primer ministro ya advirtió durante la campaña, y antes de que comenzara, de que no caería en la trampa de David Cameron y no accedería a la celebración de un nuevo referéndum.

Este enfrentamiento poselectoral anticipa un incremento de la tensión territorial en el Reino Unido durante los próximos meses. Tensión a la que se sumará el resultado cosechado en Irlanda del Norte por los partidos republicanos, como el Sinn Féin, partidarios de la unificación de la isla de Irlanda. Por primera vez han cosechado en unas elecciones generales más votos que sus rivales, las formaciones unionistas.

Junto al laborismo, el gran derrotado de estos comicios ha sido el Partido Liberal Demócrata. A pesar de sus infladas expectativas, ha perdido un diputado y se queda con 11. Su líder, Jo Swinson, incapaz de revalidar su propio escaño, anunció ayer que abandonaba el puesto.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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