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Un nuevo partido populista de derechas promete agitar la política canadiense

El surgimiento de una formación libertaria, liderada por el carismático diputado 'Mad Max' Bernier y que defiende la imposición de límites sobre la inmigración, podría acabar beneficiando indirectamente a Trudeau al arañar votos a los conservadores

Maxime Bernier durante la convención de líderes del Partido Conservador de Canadá en Toronto.
Maxime Bernier durante la convención de líderes del Partido Conservador de Canadá en Toronto.REUTERS

En octubre de 2016, el diputado canadiense Maxime Bernier difundió en redes sociales un fotomontaje con su rostro insertado en el cuerpo de Mad Max, el héroe distópico interpretado por Mel Gibson que causó furor en los cines ochenteros. El mensaje, en el que afirmaba estar enojado (mad, en inglés) por la gestión económica del Gobierno de Justin Trudeau, formaba parte de su campaña para dirigir el Partido Conservador de Canadá. Se presentaba como el valiente guía que la agrupación necesitaba para vencer a los liberales (progresistas en clave anglosajona). Bernier (Saint-Georges, Quebec, 1963) es diputado federal desde 2006 y ocupó las carteras de Exteriores y de Industria en el Gobierno de Stephen Harper. El mote cinematográfico se le quedó y Maxime Mad Max Bernier vuelve a aspirar —ahora, eso sí, con otros colores— a sacudir las estructuras políticas del modelo canadiense.

En mayo de 2017 Bernier estuvo a un puñado de votos de convertirse en líder conservador, pero fue derrotado por Andrew Scheer. Abandonó la militancia del partido en agosto del año pasado, se convirtió en diputado independiente y, pocas semanas, después fundó el Partido Popular de Canadá. El día del anuncio dijo que era tiempo de devolver el poder a los ciudadanos de a pie y de llevar a cabo reformas profundas que ignoren la corrección política: dos clásicos del populismo de derechas. "No tengo problema en portar la etiqueta de populista inteligente", agrega. A mediados de enero, la formación, que ya cuenta con unos 35.000 afiliados y que ha recaudado cerca de un millón de dólares (unos 665.000 euros) —una cifra nada despreciable dadas las estrictas reglas de financiación de partidos—, fue reconocida por la autoridad electoral.

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El sistema de protección social y los mecanismos de regulación de Canadá son vistos por no pocas figuras de la derecha estadounidense como socialismo puro. Pero esta opinión también cuenta con algunos seguidores en la vertiente norte de la frontera. Alex tiene 42 años, trabaja en una firma de comunicación en Montreal y asegura que, sin lugar a dudas, votará por el nuevo partido. "Estoy harto de la intervención estatal, de tantos impuestos y barreras. Me gusta el planteamiento libertario de Bernier", dice a EL PAÍS.

La figura emergente de la nueva derecha canadiense promete, entre otras medidas, eliminar los subsidios a los granjeros, reducir los impuestos a las empresas, recortar buena parte de la ayuda internacional, reformar el sistema que obliga a las provincias petroleras a aportar más dinero a la caja común y abolir el plan de gravámenes al carbono. Cree en el cambio climático, a diferencia de buena parte del conservadurismo radical estadounidense, aunque no está seguro de que tenga que ver con la actividad humana.

Frédéric Boily, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Alberta (oeste de Canadá), subraya que desde hace décadas, "se han dado tensiones entre ciertas provincias y el Gobierno federal: consideran que Ottawa impone la ruta a seguir y que no escucha con seriedad sus demandas". Varias de las propuestas de Bernier, profundiza Boily, no son nuevas: "Quiere canalizar este enojo para ganar apoyos, especialmente en el oeste del país", sentencia.

Las convicciones libertarias de Bernier —ha expresado, como sus pares ultraconservadores en EE UU, su admiración por la escritora Ayn Rand— provocan que mire la intervención estatal como una grave amenaza para la libertad económica. Pero, a diferencia de sus correligionarios en el vecino del sur, aplica la doctrina libertaria a campos como la defensa del aborto o a la legalización de la marihuana. En migración, sin embargo, retorna el discurso más puramente conservador: propone reducir la cifra de nuevos llegados (250.000 en 2020, en vez de los 330.000 contemplados por Trudeau) y fija la prioridad en la llegada de migrantes económicos en detrimento de refugiados y reunificaciones familiares.

En sus críticas a las políticas de inmigración, Maxime Bernier se ha referido a uno de los pilares de Canadá: el multiculturalismo, al que considera un "culto a la diversidad" en su forma actual. En agosto, Bernier utilizó su cuenta de Twitter para pronunciarse a ese respecto. "Acoger a las personas que rechazan los valores fundamentales de Occidente, como son la libertad, la igualdad, la tolerancia y la apertura, no nos fortalecerá", dijo en uno de varios mensajes, provocando reacciones que comparaban sus palabras con las de movimientos de corte xenófobo en otras latitudes. El programa del nuevo partido incluye el siguiente punto: "Nuestra política de inmigración no debería servir para cambiar por la fuerza la cultura y el tejido social de Canadá".

En los últimos meses, Bernier se ha concentrado en explicar sus razones para priorizar la inmigración económica. Asimismo, ha precisado que los dichos xenófobos no tienen cabida en su agrupación. No obstante, una investigación publicada hace unos días en el diario The Toronto Star mostró que algunas figuras del partido de Bernier se han servido de las redes sociales para propagar mensajes de este tipo.

Las encuestas dan al Partido Popular de Canadá entre el 1,5% y el 4% de las preferencias electorales a siete meses vista de la cita con las urnas. Sin embargo, Bernier cree que tiene tiempo suficiente para cambiar el panorama: hasta octubre, piensa, queda mucho. "Solo hace falta el 40% de los votos para formar un Gobierno mayoritario", ha subrayado a Radio-Canada. No se equivoca en las cuentas: en 2015, los liberales de Trudeau lo lograron con menos del 40% de los votos, dadas las peculiares características del sistema electoral.

"Por el momento, Bernier se está enfocando más en su agenda económica. La duda es si seguirá con esta estrategia", precisa Boily, de la Universidad de Alberta. "Presentarse como el líder de la derecha libertaria difícilmente le acarreará muchos votos. Ya ha hecho referencia a posiciones asociadas a un populismo identitario, pero aún no a niveles vistos en Europa, como Marine Le Pen en Francia. Es posible, por lo tanto, que intensifique este discurso para sumar apoyos".

Los principales columnistas políticos del país coinciden: por raro que parezca a primera vista, el Partido Popular de Canadá es una buena noticia para Trudeau. El Nuevo Partido Democrático (socialdemócrata, a la izquierda del primer ministro) no vive sus mejores años, por lo que se vaticina una lucha entre el Partido Liberal y el Partido Conservador. Sobre todo, porque el caso SNC-Lavalin —en el que el mandatario y varios de sus colaboradores más cercanos han sido acusados de ejercer presión política en un asunto judicializado— ha igualado mucho la contienda entre ambas formaciones. En este escenario, la agrupación de Andrew Scheer puede perder votos valiosos a manos de la formación populista, situada a su derecha. A menos que Mad Max Bernier, contra todo pronóstico, consiga un triunfo de película.

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