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Las calles de Argelia echan su tercer gran pulso a Buteflika en tres semanas

Mientras el presidente octogenario continúa hospitalizado en Ginebra cientos de miles de manifestantes piden su retirada

Francisco Peregil
Cientos de argelinos, en los balcones de un edificio.
Cientos de argelinos, en los balcones de un edificio.RYAD KRAMDI (AFP)
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Cientos de miles de hombres y mujeres han vuelto a salir a las calles de Argelia por tercer viernes consecutivo. El objetivo de las marchas es conseguir la retirada del presidente Abdelaziz Buteflika, de 82 años, que se encuentra hospitalizado en Ginebra y aspira a ganar las presidenciales del 18 de abril. El régimen sigue sin dar marcha atrás y evita conceder visados a la prensa extranjera, como si con eso pudiera ocultar lo que todo el mundo está viendo: la pérdida del miedo de una gran parte de la población.

Los mensajes emitidos por el régimen -“nosotros o el caos”, “Buteflika o los islamistas retrógrados”, “nuestra estabilidad o la violencia de Siria”- solo han servido para provocar más indignación entre los manifestantes. La cólera de quienes protestan llega hasta el punto de que echaron de la marcha en Argel al único opositor de peso que se ha prestado a concurrir a las presidenciales. Ese ha sido el caso de Alí Ghediri, un general en la reserva de 65 años, quien declaró que mantenía su candidatura para las elecciones del 18 de abril, a pesar de que buena parte de los manifestantes creen que eso solo sirve para hacerle el juego a Buteflika. El general Ghediri tuvo que abandonar la marcha en Argel ante los abucheos con que fue recibido.

La argelina Taghzout Ghezail contaba por teléfono desde el centro de Argel: “El ambiente es precioso. Butef [por Buteflika] había prohibido las manifestaciones en el centro de la capital en 2001. Solo llevaba dos años en el poder y ya prohibió manifestarse en Argel. Convirtió la república en una especie de monarquía donde los asuntos de Estado parecen asuntos de familia. Ahora, muchos jóvenes han comprado sus banderas de Argelia y están orgullosos de llevarlas".

Durante las primeras horas de la tarde, las manifestaciones discurrían de forma pacífica en las principales ciudades del país. No obstante, como sucedió en los otros dos viernes en Argel, cuando una parte de la multitud intentó aproximarse a la sede oficial de la Presidencial, fuertemente protegida, se registraron enfrentamientos con la policía.

"Esto parece el día de la independencia", tuiteó un usuario. El periodista Khaled Drareni escribió también: "Hay tanta gente en Argel que hasta las pequeñas calles y las escaleras están inundadas, la movilización es impresionante, todo el mundo piensa que hay más de un millón de personas en Argel".

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Se dieron cita gentes de todas las edades, géneros y clases sociales. Entre los cánticos más repetidos volvieron a oírse: “Poder asesino”, “Argelia no es una monarquía”, “Buteflika vete” “Régimen vete”. Entre las pintadas que se difundieron en Internet destacaba una que hacía referencia a quienes arriesgan su vida para emigrar en pateras hacia España: “Por primera vez no tengo deseos de dejarte, mi Argelia”.

Al coincidir este tercer viernes con el Día Internacional de la Mujer varias feministas reclamaron también la igualdad de derechos entre hombres. En Argel pudieron verse imágenes como la de una joven con faldas que llevaba escrito en un cartel: “La misoginia no tiene ideología”. Detrás de ella iba una mujer con un letrero que decía “La belleza de la calle” y al lado de esta última, una mujer con burka.

En las redes sociales, que es donde se han gestado las tres grandes manifestaciones, se da casi por sentado que Buteflika caerá. En cuestión de días o semanas. Mientras tanto, el régimen ha presentado sus primeras fisuras. Este martes, la Organización Nacional de Mujaidines (ONM), antiguos combatientes de la guerra de la independencia, alabó el comportamiento civilizado de los manifestantes. Al mismo tiempo, los veteranos combatientes criticaban la alianza “contra natura” entre “partes influyentes del poder y un grupo que se ha autoproclamado como una fuerza inversora”, en referencia a la poderosa patronal, Foro de Jefes de Empresas (FCE, por sus siglas en francés), gran aliada de Buteflika.

Esa relación incestuosa entre política y negocios es la misma que vienen denunciando desde hace años diferentes organizaciones en Argelia. Lo insólito es que sean los viejos mujaidines quienes la denuncien ahora. Incluso dentro de la patronal FCE también se han registrado deserciones por parte de nueve miembros, entre los cuales se encuentran dos antiguos expresidentes, que han declarado que no “pueden permanecer sordos ante la expresión popular".

La siguiente desafección llegó este jueves por parte de una asociación de veteranos miembros de los antiguos servicios de inteligencia argelino llamada MALG (Ministère de l’Armement et des Liaisons Générales). El poder real de este organismo no es grande, pero su carga simbólica es muy potente. La organización publicó un comunicado en el que decía: “El pueblo ya ha votado el rechazo puro y simple al quinto mandato [de Buteflika] y todo lo que eso lleva consigo. (…) Ya no hay lugar para las maniobras dilatorias que perpetúan un sistema que ha alcanzado sus límites (…)”. Publicar ese escrito hace solo una semana habría sido un sacrilegio para el régimen. Ya no.

Este viernes, además, siete cargos del Frente de Liberación Nacional (FLN), el partido que ha gobernado Argelia desde su independencia en 1962, han dimitido para sumarse a las protestas.

Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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