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Los enfrentamientos en Cachemira se recrudecen tras el atentado que mató a más de 40 militares indios

Tres presuntos terroristas paquistaníes y cuatro militares, un policía y un civil indios han muerto este lunes durante los enfrentamientos tras el mayor ataque en suelo indio desde 2016

Un grupo de manifestantes quema una fotografía del primer ministro paquistaní, durante una protesta en Delhi el pasado jueves.
Un grupo de manifestantes quema una fotografía del primer ministro paquistaní, durante una protesta en Delhi el pasado jueves. EFE

Fuerzas de seguridad indias han matado este lunes a dos sospechosos de participar en el atentado suicida con coche bomba que el pasado jueves dejó al menos 40 militares muertos y otros tantos heridos en Jammu Cachemira, la parte administrada por India en la región que se disputa con Pakistán. El grupo islamista con base en el país vecino, Jaish-e-Mohammed (JeM), asumió la autoría del mayor atentado en la región, que aumenta la tensión entre las dos potencias nucleares. India acusa a Pakistán de respaldar el atentado, mientras que el Gobierno de Islamabad niega su participación en el ataque.

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Durante los enfrentamientos que se han producido este lunes han muerto cuatro soldados, un policía y un civil indio, y tres miembros del grupo islamista, incluido el presunto autor intelectual del atentado del pasado jueves, según la policía india. “Los enfrentamientos siguen su curso y las fuerzas de seguridad están haciendo su trabajo”, ha señalado la policía en un comunicado. Las fuerzas de seguridad han arrestado desde el jueves a 23 hombres relacionados con la explosión del coche bomba que atentó contra un convoy de reservistas en el distrito de Pulwama, donde se ha impuesto un toque de queda indefinido.

El atentado del jueves ha causado más muertes en el Ejército indio que ningún enfrentamiento armado desde 1989 y es el mayor ataque en suelo indio desde 2016, cuando un grupo de terroristas mataron a 20 soldados en un campamento militar. El grupo terrorista paquistaní responsable del ataque, Jaish-e-Mohammed, está prohibido desde 2002. El atentado ha sido condenado por la comunidad internacional, incluida Pakistán, cuyo ministro de Exteriores negó cualquier implicación en el mismo.

India, sin embargo, responsabiliza a Pakistán de falta de control sobre los grupos terroristas que operan en su territorio y ha acompañado la movilización de más contingentes a la militarizada región de Cachemira de una ofensiva económica y política. El ministro de Economía, Arun Jaitley, pidió el “aislamiento completo”, imponiendo aranceles de 200% a las importaciones paquistaníes. Mientras que el responsable de Interior, Rajnath Singh, avisó de que harán lo posible “para vengar el ataque” aunque llamando a proteger a los estudiantes de Cachemira residentes en India ante posibles represalias. “No permitiremos que nuestro vecino nos desestabilice”, declaró el primer ministro, Narendra Modi, en un acto en Nueva Delhi. El Ejército “tiene permiso para tomar decisiones sobre el tiempo, lugar y naturaleza de su respuesta... Esta es la nueva política de India”, dijo el máximo dirigente antes de viajar a Bihar para continuar con su campaña electoral.

Precisamente en Bihar, Estado del norte de India con gran presencia musulmana, se han registrado ataques de multitudes contra comercios regentados por miembros de esta comunidad. Otras ciudades como Dehradhun también han vivido altercados a raíz del ataque terrorista; que ha dado lugar a tantas muestras de solidaridad para con las víctimas como odio contra Pakistán y los musulmanes. Conocidos actores de Bollywood y celebridades han donado cuantiosas sumas para las víctimas mientras que el mayor sindicato de la industria del cine nacional ha prohibido la contratación de cualquier profesional paquistaní, amenazando con multas económicas a quien desobedezca. En Bombay, ciudad del interior de India que más recientemente fue sacudida por el terrorismo paquistaní, se organizaron vigilias y marchas durante todo el fin de semana.

En Jammu y Cachemira, miles de personas están aisladas mientras civiles multiplican los ataques contra residentes locales. “Más gente que estaba incomunicada en hoteles vienen aquí y otros huyen por la noche”, declara a The Guardian Mohammad Akram, un voluntario en uno de los campamentos donde más de 3.000 musulmanes locales reciben comida y refugio. La disputada región de Cachemira lleva meses viviendo bajo la escalada de ataques de las fuerzas de seguridad gubernamentales contra milicias que operan en el único Estado de mayoría musulmana de India. Las víctimas causadas por el enfrentamiento armado sumaron unas 400 el año pasado, el más sangriento de esta década, superando a 2016. Entonces, grupos de derechos humanos denunciaron los abusos de las fuerzas de seguridad indias.

Según recoge AlJazeera English, Adil Ahmed Dar, autor del atentado suicida del jueves, había sido víctima de las vejaciones del Ejército indio desplegado en Cachemira. En total, unas 70.000 personas han perdido la vida hasta la fecha en el conflicto.

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