El difícil regreso del cadáver de un granadino abandonado en Islandia junto a un almacén de patatas
El cuerpo de José Ignacio Soto, muerto hace una semana, fue trasladado en un camión de frutas hasta el puerto de Akureyri sin custodia ni medidas de seguridad
La familia de José Ignacio Soto, un vecino de La Malahá (Granada) de 33 años y muerto el pasado miércoles en Akureyri (Islandia), ha criticado que el cadáver fuera abandonado durante nueve horas junto a un almacén de patatas cuando iba a ser trasladado a Reikiavik, la capital del país. Este jueves está previsto que el cuerpo sea incinerado. Rosa María Roldán, una tía del fallecido, ha explicado que la familia ha autorizado a un amigo a trasladar los restos mortales incinerados de vuelta a España. Soto había viajado a tierras islandesas hace tres semanas para buscar trabajo.
El calvario de la familia comenzó después de que Soto sufriera un infarto de miocardio, según adelantó el diario Ideal. Roldán ha calificado como "trato vejatorio" que el cadáver de su sobrino "fuera transportado en un camión de frutas y verduras" de la compañía Eimskip al puerto de Akureyri, a casi 400 kilómetros de distancia del lugar donde debería haber llegado el lunes: la morgue de la ciudad de Reikiavik, donde se espera practicar la autopsia.
Sin embargo, los restos mortales de Soto fueron llevados el viernes al recinto portuario por encargo de los servicios funerarios y "sin previo aviso al cónsul ni a la familia".
En el puerto, la caja donde yacía el cadáver permaneció nueve horas a temperatura ambiente y a la vista sin ser custodiado por nadie, al lado de un almacén de patatas, hasta que lo descubrió en la madrugada del sábado una conocida del grupo de amigos con los que Soto se relacionaba en Islandia. Acto seguido, la mujer metió la caja en una cámara frigorífica y alertó de lo sucedido. Los amigos decidieron dar parte al cónsul y la Policía y adjuntaron imágenes del incidente.
El amigo que se encarga ahora de trasladar los restos incinerados de Soto ha comentado en Onda Cero que se ha decido actuar así al confirmarle el cónsul "el elevado coste de la repatriación del cuerpo". "Eran unos 10.000 euros y su familia está muy limitada en cuanto a recursos económicos, por lo que no se podía hacer cargo. Por eso me he encargado de llevar los restos en una urna hasta La Malahá". Y añadió: "Nos sentimos frustrados e impotentes. Nadie nos ha proporcionado ninguna ayuda".
El cadáver del joven ya se encuentra en Reikiavik para ser trasladado hasta Madrid, según asegura su tía quien ha explicado que su sobrino "no padecía ninguna enfermedad antes de su viaje". "Él era feliz y estaba cumpliendo su sueño, ya que confiaba en encontrar un trabajo". Soto residía con su madre en el municipio granadino de La Malahá, cuyo Ayuntamiento ha asesorado a la familia en las gestiones administrativas para su repatriación, según indicó Francisco Moreno, segundo teniente de alcalde.
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