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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Venenos de la palabra

Las llamadas-propaganda de peligrosos demagogos contra presuntas invasiones equivalen a una “llamada a las armas” que solo genera odio y violencia

Luca Bruno (AP)

En una página del famoso Elogio de Helena, Gorgias de Leontinos compara “el poder del discurso” con el del pharmakon (que, según la etimología, puede curar o envenenar): “Unos discursos pueden provocar pena, otros deleite, otros terror, otros disponer a los oyentes a la valentía, otros, con una cierta persuasión nefasta, drogar y seducir al alma”.

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Muchos siglos después (en un contexto dominado por las luchas de religión entre protestantes-hugonotes y católicos, partidarios de la Lega), Michel de Montaigne explica en un bellísimo capítulo de sus Ensayos que el “lenguaje” puede ser la causa “de los desórdenes del mundo” (“Nuestro lenguaje tiene sus flaquezas y sus defectos, como todo lo demás. La mayor parte de los motivos de los desórdenes del mundo son gramaticales”).

Basta con leer las crónicas de estos últimos días para darnos cuenta de que en Europa está ocurriendo algo muy grave: en Alemania, grupos de neonazis desencadenan una caza al inmigrante por las calles de Chemnitz y, en Italia, grupos de neofascistas protestan contra la llegada a Rocca di Papa de 100 inmigrantes llegados a Catania en la nave Diciotti, mientras en Austria y muchos países del Este se producen manifestaciones de intolerancia.

Fomentando la guerra de los pobres (los que han sufrido y sufren la crisis) contra los pobres (los inmigrantes desesperados, usados como “chivo expiatorio”), algunos partidos obtienen enormes ventajas electorales. Una estrategia de comunicación que se vale de campañas mediáticas mendaces y contradictorias: el ministro del Interior, Matteo Salvini, por ejemplo, reprocha a Europa el haberse negado a acoger a los inmigrantes que han desembarcado en Italia para aliarse después con países (pienso en Hungría, guiada por la extrema derecha de Viktor Orbán) que han cerrado la frontera a los inmigrantes. Las llamadas-propaganda de estos peligrosos demagogos (“empresarios” del miedo) contra presuntas invasiones equivalen a una “llamada a las armas” que solo genera odio y violencia, y a la vez promueve la difusión de un engañoso “patriotismo” (en una degradada acepción nacionalista), que ya en el siglo XVIII había desenmascarado Samuel Johnson: “El patriotismo es el último refugio de los canallas”.

Nuccio Ordine es profesor y filósofo italiano

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