La agresión de un colaborador de Macron a un manifestante desata una tormenta política en Francia
La fiscalía abre una investigación preliminar de un caso que recibe una condena unánime de la oposición
El cielo despejado en París engañaba este jueves sobre la tormenta política que ya se cernía sobre el Elíseo. Apenas unas horas después de que Le Monde revelara que un colaborador muy próximo al presidente Emmanuel Macron golpeó a un manifestante el 1 de mayo, nada pudo detener la oleada de críticas que se lanzaron contra lo que está considerado, como mínimo, un gravísimo error de gestión de crisis. La fiscalía de París ha abierto una investigación preliminar, mientras que la oposición, casi unánime, ha pedido explicaciones al más alto nivel.
Alexandre Benalla no es un colaborador cualquiera del Elíseo. Tal como mostraban este jueves en bucle las cadenas informativas francesas, el joven aparece en numerosas ocasiones muy cerca del mandatario, tanto durante la campaña electoral, durante la cual fue el responsable de seguridad del candidato, como una vez instalado en el Elíseo, donde trabaja como “responsable de misión”. Pero el 1 de mayo, día internacional del trabajador, Benalla se dedicó a algo muy distinto. Tal como captaron testigos con sus teléfonos móviles, aunque vestía de civil, el joven con barba se colocó un casco con visera de la policía a la que acompañaba y participó activamente en las cargas policiales. Primero se ve cómo se lleva por la fuerza, agarrada firmemente del cuello, a una joven. Benalla reaparece en las imágenes poco más tarde cuando acude rápidamente al lugar donde varios agentes han reducido a un joven, al que procede a agarrar también del cuello y a arrastrarlo mientras le propina varios golpes. Cuando se da cuenta de que está siendo filmado, se gira como para no ser identificado, algo de todos modos difícil debido a la visera del casco que oculta su cara.
Sin embargo, la pasada noche, Le Monde lo identificó como un “colaborador próximo al presidente de la República”. Y reveló que el Elíseo supo de su conducta y le sancionó con 15 días de suspensión de empleo y sueldo, además de destinarlo a tareas administrativas. Sin embargo, imágenes de televisión muestran que el lunes pasado Benalla fue uno de los encargados de garantizar la seguridad en el autobús que llevó a través de París hasta el Elíseo a la selección nacional de fútbol tras su victoria en el Mundial de Rusia.
La primera señal de que la tormenta política pintaba intensa y sin indicios de remitir fue la inusual reacción del Elíseo. A primera hora, sin preaviso y sin la presencia de periodistas —la declaración fue luego distribuida a los medios— el portavoz del Elíseo, Bruno Roger-Petit, hizo una declaración intentando explicar la acción de Benalla que, subrayó, realizó en un día libre y a título personal.
“El empleado Alexandre Benalla había recibido permiso solo para asistir como observador", dijo Roger-Petit. “Claramente, fue más allá (...) Fue inmediatamente convocado por el jefe de gabinete del presidente y se le suspendió por 15 días”. También fue degradado de su puesto, por una conducta calificada de “inaceptable”, agregó y subrayó que se trata de “la sanción más grave aplicada a un responsable de misión del Elíseo”, el último aviso previo a un despido.
Pero, tal como recordaron numerosos políticos de la oposición este jueves, el Elíseo no consideró necesario informar a la justicia pese a que todo apuntaba que se trataba de una acción ilegal. La fiscalía de París ha abierto una investigación preliminar para aclarar la responsabilidad de la agresión, además de la "usurpación de funciones reservadas a la autoridad pública", según la agencia France Presse. Por su parte, el ministro del Interior, Gérard Collomb, ha anunciado que la inspección general de la policía nacional investigará también un “acto inadmisible” para ver si hubo irregularidades.
Unas acciones que no han calmado los ánimos. Tanto en la Asamblea Nacional como en el Senado, numerosos legisladores reclamaron una respuesta al más alto nivel —esto es, incluido Macron— ante los gestos cada vez más serios de varios miembros del Gobierno, incluido el primer ministro, Édouard Philippe, que prometió que se colaborará para que “la justicia arroje toda la luz” sobre este caso “cochante”.
“Esperamos una respuesta del presidente. Da la impresión de que el Elíseo se cree por encima de todo”, dijo el líder del conservador Los Republicanos, Laurent Wauquiez. “No se puede dar una lección a un estudiante y, a la vez, mostrar laxitud con uno de sus colaboradores”, declaró por su parte Olivier Faure, en referencia a la bronca que Macron le echó a un adolescente que no le trató con respeto el mes pasado. Para el secretario general socialista, este caso apunta hay que dos varas de aplicar la justicia, “una para los franceses y otra para los colaboradores del presidente”. El líder de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, reclamó por su parte responsabilidades tanto al Estado que emplea a Benalla como a la policía que permitió su actuación ya que, recordó, alguien le dejó un casco y un brazalete que lo identificaba como miembro de la seguridad, y el colaborador del presidente además actuó ante varios agentes que no lo frenaron. Macron hasta ahora ha eludido pronunciarse sobre el tema, pero quizás tenga que cambiar de estrategia. Porque no hay visos de que la tormenta vaya a escampar en los próximos días.
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